1.- Infiltrada

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Te llamas Ary, tu apellido es Zian y tienes 17 años.

Naciste y creciste en Japón con tu hermano Arey, el cuál es un año mayor que tú.

Desde niños, ambos jugaban fútbol juntos en el patio de su casa, ya que en la escuela no podías entrar al equipo por ser mujer.

A pesar de todo, recordabas tu infancia con mucho cariño, escuchando los elogios de tu querido hermano.

¡Eres muy buena, Ary!

¡Sigue así y serás la mejor delantera de todo el mundo!

¡Mi hermanita es una gran futbolista!

¡Ya verás que un día nos convertiremos en campeones mundiales!

¡Los hermanos Zian, los mejores delanteros del mundo!

Intentabas jugar fútbol con otras niñas, pero era aburrido, ellas no se lo tomaban en serio como tú. Incluso en el equipo femenil de la secundaria eras la mejor sin esforzarte mucho, no te entusiasmaba tanto como jugar con tu hermano.

Arey, en cambio, pertenecía al equipo escolar desde los 7 años y había ganado múltiples torneos contra otras escuelas, no era un genio, pero se esforzaba constantemente, jugaba como delantero con suma pasión y su equipo ganaba gracias a él y sus coordinados goles.

Incluso hasta la preparatoria demostró ser el mejor del equipo.
Con 18 años cumplidos, pronto se postularía para competir en las nacionales.

Pero un día antes de las selecciones locales tuvo un desafortunado accidente en un partido de calentamiento y se fracturó gravemente el tobillo.

El equipo no se postuló porque su delantero estrella había sido hospitalizado. Y el sueño de ir a las nacionales se esfumó.

—Fué una operación delicada. —Explicó el doctor encargado del proceso de recuperación de Arey, dirigiéndose a tus padres, quienes observaban a su hijo con tristeza. —Me temo que su pie derecho tardará al menos un año en sanar, no puede jugar fútbol durante ese tiempo. Prefiero evitar las falsas esperanzas, así que debes saber esto, Arey. Lo mejor es que abandones el fútbol de forma profesional. Arriesgarte de nuevo a una fractura en una zona tan delicada terminará por dejarte imposibilitado de caminar, te lo recomiendo por tu bien.

La sonrisa de tu hermano desapareció por primera vez. Nunca lo habías visto llorar, fué tu modelo a seguir durante años, tu ídolo. Sin embargo, su sueño se había roto en pedazos tal como su tobillo derecho.

—Hermana, ¿dónde está mi mochila? —Preguntó Arey, desde la camilla, entre lágrimas secas que habían rodado por sus mejillas minutos antes.

Buscaste con la mirada y encontraste sobre una silla sus pertenencias.

—¿Necesitas algo? —Le preguntaste acercándole su mochila.

—Hay una carta en la parte de enfrente, me la dió papá esta mañana. —dijo mientras tú leíste el remitente con sorpresa al ver que la envío la asociación de fútbol— Se veía tan orgulloso de mí. Qué lástima, ¿verdad?

—Un programa de entrenamiento especial para futbolistas... —resumiste entre sollozos, la oportunidad era única y no podría aprovecharla después de todo. —¿Quieres que la queme? —preguntaste para ahorrarle el dolor de conservarla.

—No. —Respondió con tranquilidad, soltando un suspiro para luego mirarte a los ojos. —Quiero que vayas en mi lugar.

—¿Qué? —Estabas impresionada con aquella sugerencia, no tenías palabras para expresarlo, tu mente estaba en blanco. ¿Acaso tu hermano te estaba cediendo su sueño?

—Sé que amas el fútbol y eres una gran delantera, creo que tienes lo necesario para tomar este programa. 

—Pero... es para tí.

—Y yo te lo estoy regalando. Ary, mírame. Sigue adelante, cumple tu sueño.

—Esto es para hombres, yo nunca podría ser aceptada en la asociación de fútbol, mucho menos en la selección, es una locura.

—¿No crees que puedas ganar? —Arqueó una ceja bajo una mirada retadora.

—No es eso. No creo que quieran dejarme entrar. Soy una chica.

—Entonces, sé uno de los chicos... ve como Arey Zian. —insistió él, llamándote con su nombre, dándote la idea sobre cómo ingresar a ese programa tan exclusivo — Conviertete en la mejor delantera del mundo siendo el mejor delantero del mundo. No lo hagas por mí, pero, por favor, no lo abandones.

—Hermano... —Apretaste los labios para no llorar de nuevo. A pesar de las circunstancias, tu hermano seguía alentando ese sueño tuyo de jugar con los chicos y demostrar tu talento.

Y así, al siguiente día te dirigiste al punto de reunión a la hora establecida, con una mochila y el corazón latiendo de emoción.

—He llegado, este es el lugar. —murmuraste para tí misma antes de entrar al sitio, con una gorra y ropa deportiva masculina un poco holgada, recogiste tu cabello y modulaste la voz para que pareciera más neutral sin llegar a exagerar un tono masculino ridículamente obvio.

Al abrir la puerta, deseaste que hubiera mucha gente, así podrías pasar desapercibida, pero a pesar de ser así, la mayoría de los chicos en ese lugar te observaron con intensa rivalidad, lo cuál te hizo sentir incómoda, nunca habías recibido esa clase de miradas de parte de otros chicos, pero ahora eras uno de ellos.

Cubriste un poco tu rostro inclinando la gorra y mezclándote entre los demás, chocando sin querer con un rubio distraído.

—¡Perdón! —Te apresuraste a disculparte y recibiste la misma reacción de su parte.

—No, está bien, la culpa es mía. —Sonrió el chico de forma amigable y extendió su mano para saludarte. —Es un gusto, me llamo...

—Ryousuke Kira... —Dijiste completando su presentación, ya lo conocías debido a que lo viste en las noticias tras su último partido local. —¡El gusto es mío! yo soy Ar... —te quedaste en silencio por un instante, estabas a punto de decir tu nombre real. —Soy Arey Zian, pero tú puedes llamarme Arey.

Estabas nerviosa, por primera vez hablabas con otro futbolista diferente a tu hermano, además era apuesto, amigable y reconocido.

—Veo que me conoces, quisiera decir lo mismo, Arey. Siento que ya había escuchado tu nombre, pero no recuerdo tu cara.

—No, jamás te había visto. —Aclaraste sin entrar en detalles, si Kira recordaba a tu hermano, estabas frita.

—Ah, te presento a mi amigo, Isagi Yoichi.

Fué un pequeño momento que disfrutabas. Apenas habías llegado y ya estabas haciendo amigos. Lo que más te animaba era que podrías jugar fútbol con ellos. Las miradas intensas se dispersaron repentinamente cuando un hombre alto de lentes llamado Ego apareció en el estrado y les habló del proyecto Blue Lock.

Conforme ese hombre hablaba, tu corazón latía emocionado. ¿Egoísmo? Nunca te imaginaste que esa reunión acabaría arrastrándote entre casi 300 hombres para jugarte la vida por convertirte en la mejor delantera del mundo.

¿Estás lista para comenzar?

"Hermano, no te arrepentirás de haberme cedido tu lugar,  yo me convertiré en la estrella que el fútbol necesita. Te lo juro."

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora