ZIAN [+18]

Amor y amistad (parte 6)

Kaiser y Ness: 10 pm.
Guía turístico

—¡Ary! ¡Por aquí! —alzó una mano en el aire para llamar tu atención entre la muchedumbre de la ciudad.

—¡Ness! ¡Kaiser!

Al ser ambos extranjeros y bajo una promesa pasada, decidiste juntarlos a la misma hora.

—Esto es para tí, mi querida emperatriz. —El rubio delantero no perdió la oportunidad de darte un obsequio. Había estado esperando todo el día para verte y hasta se había perfumado con su colonia Europea favorita.

—Uy, es hermoso. —aceptaste el ramo de rosas azules y al darle la vuelta  notaste que tenía una foto de Kaiser con una sonrisa de seductor— No te hubieras molestado...

—No me agradezcas, es lo menos que podemos hacer por nuestra guía nocturna. —presumió llevándose un mechón de cabello detrás de la oreja.

—Bueno, estaba pensando en dar un recorrido por los puestos de comida para que prueben la variedad de alimentos callejeros. No coman cualquier cosa, podría afectar sus estómagos si no están acostumbrados.

—Tranquila, Ary. Ya me bebí una botella entera de ese famoso "sake" japonés, y no es tan fuerte como pensé. —presumió con altanería— Creo que soy inmune ya que vengo del país con la mejor cerveza del mundo.

—Ness, ¿quieres probar este sushi? —le acercaste un bocado a su boca, ignorando por completo al emperador.

—Jaja, claro que sí. —Ness aceptó que lo alimentaras y sus ojos brillaron al saborear aquél manjar que le ofreciste.

—¿Qué es esto? ¿Chocolate? —Kaiser se acercó a un puesto de dulces y aunque tenía el traductor puesto, nada le ayudaba a leer las etiquetas de las cosas que se llevaba a la boca.

Ness y tú caminaron hacia donde había una reunión de personas que parecían aplaudir a un hombre que hacía actos de magia callejeros. Alexis sintió que su infancia lo envolvía en un abrazo y su sonrisa se hizo más grande.

—¡Sí! ¡Sí! ¡Me gusta ese truco! ¡Mira, Ary! —señaló al hombre que serpenteaba cartas y lanzaba flores aparentemente de la nada.

—¿Alguien quiere ser voluntario para el próximo acto?

—¡Yo! —Ness levantó ambas manos y hasta su cuerpo dió un ligero salto— ¿Puedo? —te preguntó emocionado.

—¿Adelante! Sólo no desaparezcas, jajaja. —Te quedaste observándolo unos segundos hasta que recordaste que te hacía falta alguien— ¿Dónde está Kaiser?

—Quiero uno de esos y dos de esos. —pidió el rubio haciendo señas al dueño del puesto— También este de aquí.

—¿Qué haces? —le preguntaste al verlo tan felíz, con varias bolsitas de bocadillos que había comprado.

—Estoy haciendo el recorrido solo, ya que te olvidaste de mí. —se indignó mientras se llevaba un panecillo a la boca.

—Mentira, te he estado buscando desde hace... dos minutos. —Cuando viste lo que estaba comiendo, enfocaste el producto  y después se lo quitaste de las manos para olerlo— Afrodisíacos... —confirmaste con temor— Kaiser, escupe eso.

—No. —respondió quitándote de nuevo el pedacito pan— Es lo más delicioso que he probado hoy. Tienes que comer uno, ¿porqué no me dijiste sobre esto antes?

—¿Cuántos te has comido?

—Eh... ¿10? No sé. No los estoy contando. —te empujó al sentir que lo regañabas y sus ojos se quedaron mirando el oscuro cielo— ¿Eso es un elefante?