76.- Monet

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—¿Porqué haces tantas tonterías? Cada vez te comportas peor. —El señor Zian no tuvo más opción que cargarlos a ambos dentro de la casa. Reprendiéndote a la vez que te dejaba sobre un sofá de la sala— ¿Esto es lo que quieres para tu futuro? No me avisaste que saldrías temprano, bebiste alcohol y dejaste que te trajera a casa este... drogadicto.

—Ness, mi mantita, por favor. —murmuró Kaiser con los ojos cerrados y en posición fetal en el otro sillón.

—Jejeje es tan tonto. Nadie pensaría que es el As de su equipo. —te burlaste haciendo caso omiso a tu padre.

—Ary, te estoy hablando. —insistió este, a punto de perder la paciencia, hasta que tu abuela apareció, encendiendo las luces de la cocina.

—Basta, Aron. Deja que tu hija se vaya a la cama. Mañana podrás hablar con ella cuando esté en sus cinco sentidos. Yo me encargo del muchacho.

—Madre, esto es impensable. Mi hija se está descarrilando frente a mis ojos, ¿y tú quieres que consienta sus acciones? ¿Hasta cuándo?

—¿Y crees que vale la pena darle un sermón ahora? Mírala, necesita dormir. —dijo señalándote y acercándose a Kaiser— ¿Quien será este chico tan apuesto?

—Un vagabundo. Llamaré a la policía para que venga por él.

—No te lo permito. Es amigo de tu hija y se quedará aquí hasta que despierte.

—Oye, soldado. —le llamó tu padre con voz grave y firme— Despierta y préstame atención.

—No, señor. Yo no sigo órdenes de un lacayo... —levantó el dedo índice y luego se giró hacia el suelo para vomitar arcoiris.

—Está ebrio, no te lo tomes personal. —dijo la abuela, yendo por un recogedor y una escoba para limpiar el piso.

—Pídele un taxi y que se largue de mi casa.

Aún molesto, te llevó dormida hasta tu habitación y se quedó de pie en la entrada toda la noche, sosteniendo su rifle como un guardia para asegurarse de que ningún "bandido" entrara.

Al siguiente día, una fría mañana y un sol resplandeciente borraban los recuerdos nocturnos y cobraban por los servicios ofrecidos de la locura causada por el exceso.

—Aahh... Qué dolor de cabeza... —se quejó al despertar con el rayo de luz en su rostro. Parpadeó varias veces antes de incorporarse sobre la cama, desconociendo las sábanas y la habitación— ¿Dónde estoy?

—Ah, ya despertaste, Kaiser. —dijo una voz familiar desde el marco de la puerta.

—¿Ness? ¿Qué hago en tu casa? —Se talló la cara para luego mirar hacia abajo y darse cuenta que estaba completamente desnudo. —Ay no... no me digas que tú y yo...

—¡Hey! ¡No se te ocurra pensar en algo así! —dijo alterándose y negando avergonzado —Me llamaron de la casa de Ary para decir que estabas inconsciente y fuí por tí. Vomitaste sobre tu ropa, así que tuve que desvertirte para que no ensuciaras mi cama. Puedes usar algo de mi armario si quieres.

—Qué vergonzoso... Nunca había hecho tantas estupideces en un sólo día. —contestó metiendo una mano en su cabello— Todo por esa niña.

—Estás cruzando la línea, Kaiser. Emborrachaste a Ary, ¿sabes que su padre estuvo a punto de dispararte con una escopeta?

—¿En serio? Entonces esa agresividad es hereditaria. —bromeó dejando escapar una risilla.

—¿Podrías tomártelo en serio?

—Ness, sé que estás molesto porque te dije que me interesaba, pero lo de anoche no fué planeado, sólo sucedió.

—Eso no es importante. Pudo haber ocurrido un accidente. Ví tu motocicleta afuera de su casa, manéjaste en ese estado. Los accidentes pasan de forma instantánea, ¿lo sabías?

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora