7.- Envidia o celos

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El equipo Z tuvo una reunión después del baño a la que no te esperaron, y no era para menos, cuando en el fondo cualquiera quisiera haber sido el que anotara tantos goles y le hiciera frente al rey.

—¡Pasenme el balón! ¡No se lo dejen a Zian! —se quejó Raichi con su característico modo gruñón— ¡Todos queremos nuestra oportunidad de anotar, maldición!

Debían ganar al menos dos partidos más para pasar a la siguiente fase. A pesar de tus goles, el equipo no ganó y la envidia hacia tí se hizo presente, pues si el equipo perdía, tenías más posibilidades de pasar como el mayor goleador.

—¿Están hablando de mí? —Susurraste antes de entrar a los vestidores siguiendo a Bachira con los ojos cerrados porque este se negaba a cubrirse después del baño.

—Pero los goles de Zian fueron los mejores, ¿no? —interrumpió Bachira al entrar desnudo sin remordimiento alguno— gracias a su juego y el de Isagi, podremos ganar la próxima vez.

—¿Ustedes qué? ¿Se bañaron juntos? —Cuestionó Raichi molesto por que llegaron tarde.

—Mejor sigan con lo que estaban diciendo. —dijo Chigiri evitando que se desviaran del tema. —Zian, aquí está la secadora, volverás a usarla, ¿no es así?

Él tenía toda la razón, aunque debido al ruido que hacías, te mandaron a secarte el cabello a otra habitación mientras te perdías de la conversación.

—El equipo 'V' venció al 'Y' en 8-0. —comenzó a explicar Kuon, mostrando en una pantalla a los mejores goleadores del V.

—Bachira, ¡ponte la ropa! ¡Degenerado! —insistió Naruhaya al no poder prestar atención.

—¿Qué? No tiene nada de malo andar al natural. Deberías hacerlo también.

—¡No soy un pervertido! Yo sí tengo vergüenza.

—Mi mami dice que de vergüenza no se come.

—¿Eso qué tiene que ver?

Cuando terminaste de secarte y ponerte la pijama, fuiste directo a tu futón. Sabías que los demás seguían hablando, pero algo te remordía la conciencia y era la razón por la que no querías estar en sus reuniones.

—No entiendo... sobre estrategias de fútbol... no sé nada sobre trabajo en equipo... —lamentaste en voz baja.

—Zian, ¿estás despierto? —llamó una voz conocida que se arrodilló a tus espaldas para recostarse en la cama continua a tu derecha.

—¿Isagi? ¿Qué sucede?

—Quería saber cómo puedo mejorar mis goles. Veo que tú tienes más talento y experiencia. A diferencia mía, no le temes a la portería.

Barou le había dicho a Isagi que no tenía talento, por pasarle el balón a Kunigami para que anotara, por lo que sentía frustración al no hacerlo él.

—¿Temor? —frunciste el ceño al imaginar nuevamente a Barou arrinconándote contra la mesa del comedor o burlándose de tí por estar en la portería— Isagi, no soy tan valiente como piensas. Nunca había sentido tanto terror en mi vida, pero lo que más me da miedo ahora es no poder seguir jugando por ser irrelevante para el equipo. En realidad, el miedo es lo que me obliga a ser así.

—¿Eras capitán del equipo de tu preparatoria?

—Sí. Bola de idiotas... —insultaste sin querer, ya que se trataba de los compañeros de tu hermano mayor, personas que te menospreciaban por ser una chica.

—¿Los odiabas? —preguntó Isagi sorprendido de tu reacción.

—¡No, no! —Trataste de corregir— Yo nunca me sentí parte de un equipo, es todo.

—Te entiendo. Tampoco es que extrañe demasiado a mis compañeros, sobre todo después de haber perdido. Zian, vine a Bluelock para ser el mejor delantero, tomar ejemplo de quienes han logrado más que yo, por eso quiero tener tu egoísmo. Para no necesitar de nadie.

—No sabes lo que dices. —advertiste con tristeza.

—Aprenderé, ya lo verás. Voy a ser el mejor delantero que hayas visto.

—Shh, dejen dormir. —Se escuchó al fondo. Todos estaban en cama durmiendo mientras Isagi y tú charlaban sin medir el tiempo. Hablar con Isagi te encantaba, era un libro abierto y ante todo, un gran chico fuera del campo.

—Buenas noches, Isagi. —te resignaste para no molestar a los demás.

—Descansa, Zian. —Susurró con una sonrisa en sus labios que te habría gustado inmortalizar.

A mitad de la noche, te levantaste para ir al baño y escuchaste un ruido estático proveniente del cuarto de monitores, encontrando a Chigiri en silencio.

—¿Qué haces despierto? —murmuraste.

—Shhh. No molestes, chico genio.

Observaste la pantalla para saber qué lo tenía tan concentrado, se trataba de tí. Mejor dicho, de tus jugadas.

—Estás viendo el partido, ¿porqué salgo en todas las pantallas?

—Únicamente veo tus tomas. Seis tiros en diferentes ángulos en menos de 30 minutos, tus goles son impresionantes y eso... me hace sentir algo de envidia.

Fué una revelación para tí escuchar esas palabras. Un delantero diciendo que te envidiaba. Parecía un sueño.

—Estoy seguro de que tú también juegas increíble. —quisiste regresar el halago para subirle el ánimo.

—Cállate, detesto la falsa modestia. —contestó bajando la cabeza y apretando los puños— Tienes talento, felicidades.

—¿Es algo personal? —intuíste.

—¿Cómo dices?

—Esa actitud que tienes es porque algo te pasó, ¿no es así? —preguntaste discretamente— Me felicitaste sin ironía, así que no puede ser algo contra mí, sino contra tí mismo.

—No es tu asunto, no te metas. —giró el rostro a otro lado y no habló más. Así que te fuiste de regreso a los dormitorios con la duda.

—Me da... algo de lástima. —confesaste internamente— Chigiri es muy reservado, pero parece estar triste. ¿Acaso no le gusta estar aquí? Es como si el fútbol le trajera un mal recuerdo.

Un minuto más tarde estabas odiándolos a todos al ver que se llevaron tu futón.

—Hijos de su fútbol...

Tras un día de descanso, entrenamiento y preparación, el segundo partido estaba por comenzar. El equipo Z ya no podía permitirse perder y te colocaron como delantero centro debido a tu talento. Tu compañero Kuon arregló una estrategia para ganar, en la que buscarían pasarte el balón en toda oportunidad para aprovechar tu arma, la reacción inmediata.

A unos cuantos minutos de haber comenzado, el plan falló de manera abrupta, pues los defensas del equipo "Y" te bloquearon todas las oportunidades, marcándote en masa.

Ni Bachira o siquiera Isagi podían encontrar una oportunidad para pasarte el balón. Parecía que todo se iría al carajo cuando los del Y metieron el primer gol.

—Sabemos tu secreto. —dijo un chico al que llamaban Nikko, estando a un metro de ti. Por un momento se te erizó la piel. ¿De qué secreto hablaba?

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora