12.- No te enamores

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—¿Te quedarás a dormir, Ary?

—Sí, te acompañaré. —No pensabas desperdiciar ni un segundo de tu día. Habían hablado sobre Bluelock durante horas y la noche los alcanzó en un parpadeo.— Mañana debo volver a luchar por mi vida y mi carrera futbolística.

—Hey, hermana. —pronunció tras unos segundos de silencio espontáneo— No te vayas a enamorar de nadie.

—¿Qué? —Admirada por dicha petición, lo viste a los ojos y arqueaste una ceja— ¿A qué viene esa pregunta? No estoy ahí para buscar novio. ¿Quién crees que soy?

—Bueno, eres mi única hermana y estás en un lugar lleno de chicos de tu edad que seguro son atléticos y atractivos ya que se trata de delanteros seleccionados. Es cierto que sería decepcionante verte siendo descubierta, pero odiaría más saber que te rompieron el corazón.

—Ay, Arey... —le revolviste el cabello y lo abrazaste por encima de los hombros mientras reposaba en cama— eres un exagerado.

—Yo también te quiero.

Dormiste en una silla apoyando la cabeza sobre el colchón mientras tu manos rozaba la muñeca de Arey. Sabías que al amanecer tendrías que irte y dejar de verlo hasta otra oportunidad, decidida a luchar por un sueño que ya no tenías que compartir.

—Lo siento, Sae. No pude encontrar a ninguna chica con el nombre Arey. —confesó el manager del centrocampista, entregándole a primera hora del día un trozo de papel donde anotó algo de forma apresurada.— pero hay un número telefónico de línea fija registrado con ese apellido en un directorio digital, probablemente sea de casa.

La mano del chico arrebató el objeto y marcó inmediatamente desde el teléfono de recepción del hotel sin permiso alguno. Para su buena suerte, fué atendido un par de segundos después.

—Sí, hola, ¿hablo con Arey Zian? —Fué directo al grano dejando ver su lado impulsivo.

—Qué desesperado... —murmuró el manager.

—Buenas tardes, lo siento mucho. —respondió una mujer adulta desde la otra línea, la cuál daba la impresión de ser tu madre.— En este momento, Arey no se encuentra en casa. Tuvo un accidente importante y está en el hospital.

El pelirrojo permaneció congelado de golpe. Haciéndose mil preguntas a la vez. No se explicaba cómo había pasado algo así, si acababa de verte en la mañana.

—¿Hospital? ¿Podría decirme en cuál?

—Claro, es en el central privado. ¿Quiere que le dé un mensaje de su parte? ¿hola?—La línea se cortó dejando a tu madre confundida— me pregunto quién era.

A paso apresurado, el genio Itoshi se encaminaba fuera del hotel en silencio y con una expresión vacía.

—¿A dónde vas, Sae?

—Vuelvo más tarde, no envíes a nadie a seguirme. Te llamaré cuando esté de regreso. —sentenció elevando ligeramente el tono de su voz para dar firmeza a sus palabras.

Entender lo que pensaba un chico como él era algo que le generaba dolor de cabeza.

Las puertas de Bluelock se abrieron para recibirte de regreso a la misma hora del día anterior. Entregaste tus pertenencias y te dirigiste a la habitación Z con muchas emociones positivas en mente.

—¡Hola, Kuon! —Saludaste amistosamente al ser el primero de tu equipo que veías. Sin embargo, este ignoró tus palabras y siguió su camino lejos de ti. —¿Qué fué eso?

Abriste la puerta del dormitorio, encontrando al resto de los chicos discutiendo.

—¡Nunca perdonaré a Kuon! ¡Ese maldito traidor! —gruñó Raichi a punto de destrozar algo o explotar de enojo.

—Dejalo, ¿qué más da? No lo necesitamos. —declaró Igarashi, también con una expresión decepcionada.

Entre la discusión, Bachira te vió llegar y agitó su brazo en el aire desde el fondo de la habitación.

—¡ZIANYYY, VOLVISTE!

—Al fin regresaste. No sabes todo lo que pasó en tu ausencia, Zian. —agregó Isagi aproximándose a tí para saludarte.

Antes de que pudieras estrechar su mano, Chigiri te tomó del brazo y casi te arrastró consigo fuera de la habitación.

—Tú vienes conmigo ahora mismo.

El resto se miraron mutuamente con una incógnita sobre sus cabezas.

—¿Qué pasa? ¿Hice algo malo? ¿Es sobre el partido en el que no estuve? —preguntabas a un Chigiri que permanecía callado e indiferente, pero aferrado a llevarte lejos de los demás— ¿Perdieron?

El pelirrojo se detuvo en un pasillo vacío, sin cámaras ni bocinas cerca y dió un leve respiro antes de girarse para encararte con la sonrisa más bella que habías visto.

—Cumplí mi palabra. Ganamos. —dijo con alegría, recogiendo un mechón de cabello detrás de su oreja, acortando la distancia con tu rostro. —Y me debes algo.

Lo suponías, y a pesar de eso, la piel se te erizó. Tu primer beso acababa de hacerse realidad. Los labios de Chigiri Hyoma se apropiaron suavemente de los tuyos. Un segundo de contacto fué suficiente para meterte en un lío con el peor de los sentimientos.

—Volví a confíar en mis piernas gracias a tí. A partir de hoy, pienso correr hasta el límite para convertirme en el mejor delantero del mundo. —reveló con orgullo— Te ganaste mi respeto, Zian. Y talvez un poco más. Puede que me apiade de tí y te lleve a vivir conmigo cuando gane la copa mundial.

—Ah, cuánto respeto, ¿te parezco una mascota?

—Vaya, sí que eres inocente.

—¿Porqué? ¿Qué dije?

El renacido velocista se reía de tu tierna ingenuidad, molestándote a propósito e imaginando la posibilidad de encontrar en tí una nueva motivación para crearse un nombre en el deporte. Una chica con la cuál compartir sus logros.

—Buenos días, Arey. Oh, ¿Ary ya se fué?

—Buen día, enfermera. Sí, mi hermana se fué hace un rato. ¿Ocurre algo?

—No, sólo te traigo este obsequio. —dijo entregándole una caja pequeña, chocolates y un ramo de flores coloridas— Vino a traerlo un chico, no dijo su nombre, pero se veía de tu edad, quizás un amigo de tu escuela.

—¿Ah, sí? ¿cómo era? —Parecía una broma extraña que le dejaran un regalo ta representativo del romance enviado por un admirador.

—A ver... era pelirrojo, ojos verdes, pestañas largas, atlético, muy atractivo, un rostro bastante serio, por cierto. No dijo mucho, pero fué educado.

—No me suena... —aseguró abriendo la caja más pequeña— Esto es... ¿un reloj? —lo revisó para asegurarse que no era una imitación— Es de una marca muy cara. ¿Qué dice esta tarjeta? —se preguntó al ver una nota sobre las flores.

"Perdón por lo de ayer. Esto era lo que querías, ¿no? Recupérate. Y no, los chocolates no tienen nada raro. Cómetelos."

—¿Recupérate? ¿acaso le pasó algo a Ary que no me dijo?

Cortesía de Itoshi...

—¡¿SAE?! — Su sorpresa al leer ese nombre fué tal que hasta elevó su pie recién operado causándose dolor— ¡Ay! ¡Ay! Vino... personalmente a traerle esto a mi hermana. ¡Qué niña mentirosa! Me dijo que no tenía novio.

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora