49.- Oliver Aiku

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Debido a su comportamiento, Shidou Ryusei permanecía amordazado en una sala de castigos como represalia.

Una vez que vió abrirse la puerta, se burló internamente esperando que lo regresaran al campo de juego lo más pronto posible. En cambio, la persona que lo abordó era desconocida para él, pero esos ojos fríos de largas pestañas le daban la impresión de que sería otro problema. De sólo verlo, lo ponía de mal humor.

—Hola, pequeña criatura infernal. —saludó sin mostrar algún gesto amistoso, con las manos dentro de los bolsillos de su gabardina oscura.

—¿Quién demonios eres? —preguntó Shidou mostrando los dientes de manera agresiva, sin inmutar en absoluto al pelirrojo que tenía en frente.

—El único demonio aquí eres tú. —dijo sin responder a su pregunta. Su forma de ser era similar a la de Rin, por lo que Shidou no tuvo ni que dudarlo— Como sea, eres la pieza que necesito para el bien de mis goles. Shidou Ryusei, entrégame tu ego.

—Vete a la mierda, hermano del maldito pestañas.

Con aquella frase, Sae ladeó la cabeza de forma incrédula, pensando en cómo ese tipo se comportaba de manera salvaje aún en su posición vulnerable, pero no le dió importancia.

—Nadie fué capaz de hacer una reacción química contigo, ¿o me equivoco? Ni siquiera esa chica que tanto te impresionó con su fútbol, pobre de tí. Evidentemente morirás vírgen. —Con sutileza, fué capaz de devolver el golpe, acertando en la verdad.

—Eso sólo fue así porque siempre está rodeada de ese montón de perros en celo. —justificó.

—Entonces, esta es tu oportunidad, te liberaré de esta prisión para que puedas destruir a placer los sueños húmedos de tus enemigos. ¿No es esa la mejor forma de deshacerte de la competencia?

Shidou comprendía el significado de aquellas palabras, bañadas de un exquisito doble sentido que sin lugar a dudas tenía un propósito superior. Sin embargo, nada lo haría gratis.

—Si mi corazón no explota jugando contigo, te aplastaré la cara, ¿oíste?

—Guarda tus erecciones mentales para el partido, tendrás mucho trabajo estando a mi servicio. —respondió Sae, entendiendo  que Shidou acababa de aceptar su oferta, acercándose a unos pasos de él— Ah, una cosa más. —De forma  repentina, volcó una patada fugaz y precisa entre las piernas del rubio, causándole el mayor dolor que había experimentado— Si vuelves a herir a Zian, yo seré quien te aplaste a tí. Podrás quedar por encima de la manada de lobos, pero el alfa soy yo.

Sae Itoshi abandona la sala para pedir la liberación de Shidou, dejándolo solo, procesando el dolor de aquél desprevenido castigo, con una sonrisa rabiosa. Estaba claro que aunque jugaría al lado de Sae, era otro enemigo al que debería sacar del camino.

—¿Has escuchado la palabra "compartir"?

Fuera del hospital, tu padre arrancó el auto una vez que entraste, para llevarte al aeropuerto. Observó por el espejo retrovisor lo callada que estabas y notó algo extraño.

—Tú no eres Ary. —dijo con voz intimidante.

—¿Qué? ¿Tan pronto se dió cuenta? —pensó Arey, bajando la mirada. Confió tanto en sus dotes de actuación e imitación a tu persona que aquél comentario le había dejado congelado— Ni siquiera han pasado 5 minutos, ¿acaso era tan evidente?

—¿Desde cuando usas vestidos y te pintas las uñas?

Arey observó sus manos y sintió cierto alivio. Tú no solías hacerlo porque pasabas demasiado tiempo jugando fútbol y cualquier accesorio que usaras se te estropeaba.

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora