55.- Trance fallido

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A pesar de los perfectos pases de Hiori, no pudiste tirar ni una sola vez. La defensa entera estaba sobre tí y ni con la ayuda de Niko y Karasu pudiste obtener el balón, debido a que cada intento de pase era frustrado y orillado lejos de tu alcance.

Estabas bloqueada por todos los flancos.

—¡Esto nunca se había visto antes, señoras y señores! ¡La delantera Zian es ahora mismo el mayor peligro en el campo para Japón! Ninguno de sus compañeros puede pasarle el balón y luchan para arrebatarlo.

Nagi había encontrado un hueco para tirar, pero también era bloqueado y fuertemente atacado. Así que Reo, en búsqueda de darte una oportunidad, imitó la defensa de Aiku para robar el balón.

—Disculpe, oficial, se acabó su interrogatorio, la dama es inocente. —dijo enviando un pase al aire que llegaría a tu cabeza, pero Shidou saltó más que tú, pateándolo fuera del área.

Este tipo es aterrador. —pensaste al ver su mirada endemoniada pasar por encima de tí para caer a tu lado, incorporar su cuerpo y cargarte en sus brazos a la vista de todos para darle un beso a tu mejilla.

—Lamento lo del golpe. Puedes devolvérmelo cuando quieras. —susurró en tu oído. —Si me ganas, claro.

—Oye, ¡baja a mi novia ahora! —Confrontó Nagi, siendo detenido por Reo.

—Cálmate, Nagi, si lo atacas, te sacarán tarjeta...

—¡Amarilla para el número 8, Bachira Meguru de Bluelock 11!

Isagi y el árbitro tuvieron que separar a ambos chicos después de que Bachira perdiera el control y tacleara a Shidou por el costado. 

—¿Qué hipócrita resultaste, uh? —renegó Shidou, más enérgico que antes— ¿No alardeabas una puta protesta pacifista? Celoso de mierda.

—Me colmaste la paciencia y eso no me gusta, me lo debías desde hace tiempo, bronceadito. —El carácter de Bachira había cambiado repentinamente ante un cumulo de injusticias que estuvo tolerando hasta llegar a su límite.

—Zian, mantente alejada de él. —Pidió Nagi, abrazándote por la espalda, causando cada vez más drama y revuelo entre el público que enloquecía con cada acción de los chicos, al punto de ser la tendencia del momento en todos lados.

¡Este partido lo tiene todo! ¡Talento! ¡Guerra! ¡Pasión! ¡Romance! ¡Drama! ¡Venganza! ¡Y una reñida pelea por el corazón de la única mujer en el campo! ¡Compartan mi live con sus amigos y pídanles sintonizar el canal de deportes nacional!

En un intento desesperado por imitar a su hermano mayor, Rin hizo el saque del balón en un arco parabólico que fué directamente a la equina de la portería, siendo bloqueado, aunque con dificultad. Sin embargo, el menor de los Itoshi sintió frustración al respecto y parecía enojarse más a cada instante.

—Rin. —lo llamaste al notar su fría molestia— ¿porqué tratas de igualar a Sae? Si quieres vencerlo, yo sé cómo, tienes que...

—Sé lo que debo hacer, y si no quieres ayudarme, no te voy a obligar, pero no me detengas.

—También quiero ayudarte, pero estás actuando como un psicópata. En este momento, Sae no es tu hermano, es un rival más y hay que vencerlo.

—Zian, yo tengo mi objetivo claro. Destruir a Sae Itoshi. —enfatizó con determinación, alzando la mirada para demostrarlo— ¿Dónde está el tuyo? ¿En enamorar a todo el equipo? ¿En que te acepten como un chico? Ve a tu posición, estás dejando libre al enemigo.

Habías olvidado que en el campo de fútbol, Rin perdía la cabeza y se comportaba rudo y sin escrúpulos, sobre todo ahora que tenía la oportunidad de vencer a su hermano.

Pocas cosas te habrían bajado los ánimos en un partido de fútbol. Rechinaste los dientes tratando de pensar en otra cosa pero el nudo en tu garganta te asfixiaba.

—¿Ziany? —Bachira pudo notar tus movimientos corporales rígidos y sin rumbo fijo, preocupándose al notar tus orbes cristalizadas. —Hey, abejita, ¿estás bien? ¿Quieres salir?

Negaste con la cabeza y respiraste profundo para decirle que todo estaba bien, aunque era una mentira evidente y Bachira solo terminó angustiado por tí.

—¡¿Enamorar al equipo?! ¡¿Aceptarme como un chico?! ¿Quién se cree que es? Creí que lo había comprendido, ¡que estábamos bien! ¿Cómo puede decirme eso después de lo que hablamos y todo lo que hicimos? No estoy en Bluelock para que me traten como un chico, sé quién soy, y tampoco tuve la intención de que alguien se fijara en mí, incluso te odiaba, Rin. Maldita sea, estoy harta, estoy cansada de escuchar los mismos comentarios de mierda. ¡Váyanse todos al carajo! ¿Quieren ver mi ego? Aquí lo tienen.

Cansada de ser subestimada, la desesperación por expresar tus emociones negativas acumuladas llegó en forma de un aura explosiva y despiadada. Así como Rin se había olvidado de ser tu novio durante el juego, tú habías olvidado a todos. Esta vez lo harías únicamente para tí.

—Qué emocionante momento. —admitió Ego al ser el primero en imaginar tu siguiente reacción como si de un dejavú se tratase. —Nuestra delantera ha entrado en trance. Que recen los que aún crean en dios, porque llegó el día de su juicio.

Con el dominio total de tu cuerpo ante la fuerza de los chicos, derrapaste entre los pies de un enorme defensa y te llevaste el balón conduciendo a través de un regateo inusual, realizado meramente por intuición. Impredecible y egoísta.

Un tiro que rayaba el suelo sin tocarlo entró por una esquina de la red, el portero no pudo lanzarse a tiempo para alcanzarlo. El marcador volvió a empatarse 4 - 4.

Tu madre salta de alegría en las gradas junto a la gran mayoría del estadio que se convirtió en un fenómeno en vivo dentro de internet y varios países comenzaban a presenciar el nacimiento de tu carrera a través de sus pantallas en los lives de diferentes personas.

—Suficiente. Ya has tenido demasiadas libertades. —La voz de Sae tenía un claro despliegue profundo de ego. —No más juegos, delantera. —gruñó molesto. —¿Quieres hacerlo por las malas? Voy a mostrarte una ínfima parte del horror que te espera en el exterior.

Te preguntabas a qué se refería con ese comentario lleno de ira. Tu sensibilidad pudo captarlo, ese odio no era contra tí, y aún así, Sae estaba a punto de barrer el suelo contigo.

—¿Qué... fué... eso? —Entraste en un fuerte pánico. Por mucho que pudieras predecir o intuir sus movimientos, ya no tenías la fuerza física y mental suficiente para seguirle el ritmo. Sae jugó contigo de forma cruel y humillante, haciéndote un pase a propósito cerca de Gagamaru, confundiéndote por completo, pero tu reacción inmediata hizo su trabajo y cometiste el error que Isagi tanto temía.

Metiste un gol en tu propia portería.

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora