10.- Itoshi Sae

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Son las 8:am. Inicias tu día libre fuera de Blue Lock. Una libertad condicional que te obligaba a regresar en 24 horas.

—¡¡¡Aaahhh!!! —gritaste de emoción— ¡Por fin puedo volver a ser yo! —te soltaste el cabello y guardaste la liga, ya que te la había dado Kunigami— Me pondré ropa cómoda y femenina. También le llevaré un regalo a mi querido hermano. Después de todo, gracias a él es que pude venir a Bluelock.

Visitaste un par de tiendas departamentales en un centro comercial. Mientras te mirabas en un espejo, acomodando tu cabello, pensabas en aprovechar cada minuto del día.

—¿Qué tipo de reloj le gustará? ¿O talvez deba comprarle una gorra? —De forma simultánea, alguien chocó contra tu hombro y ni siquiera se disculpó, lo cuál te hizo enojar porque simplemente los idiotas engreídos te parecían insoportables — ¡Ouch! ¡fíjate, tarado!

Continuaste tu camino como si nada después de insultarlo. Jamás imaginaste que aquél tipo detendría su paso debido a tus palabras.

Su acompañante le conocía el temperamento perfectamente y trató de calmar sus actos impulsivos.

—Es una chica, no le des importancia. —le dijo con una voz casi suplicante, pero el chico dió la vuelta igual y fué tras de ti. —¡Espera, Sae! Ay, no, otra vez no.

Entraste a una tienda de relojes y pediste una recomendación al dueño de la tienda.

—Esta marca es la preferida por los chicos deportistas, si quieres impresionar a tu hermano, te recomiendo este diseño. —Dijo mostrando el más popular del momento. —Le puedo agregar una tarjeta de regalo con su nombre, ¿cómo se llama?

—Arey Zian. —respondiste al mismo tiempo que notaste una presencia desagradable detrás de tí.

—Oye, ¿a quién le dijiste tarado?

—Mierda... —Al verlo cara a cara pudiste recordar su nombre. Desde el televisor en casa, mirando las noticias deportivas con tu hermano. Por el uniforme que llevaba puesto y las admiradoras que grababan afuera del establecimiento, no cabía duda.—Itoshi Sae...

—Te hice una pregunta. —Insistió dedicándote una fría mirada de pocos amigos y nada de paciencia. —¿A quién le dijiste así?

—Cálmate, no te pongas nerviosa, él no sabe quién eres. —te convenciste internamente. Lo que menos querías era llamar la atención en tu único día libre.

—Sae, no hagas esto, hay cámaras grabando. —advirtió su manager con pena ajena por el comportamiento del chico genio.

—A tí. —respondiste con coraje, no te ibas a dejar intimidar por una supuesta estrella. Además, en ese momento no eras Arey. — Te dije a tí, tarado. ¿Acaso eres sordo?

Te estaba hirviendo la sangre, te preguntabas porqué la mirada de ese chico te hacía enojar tanto.

—Si me mira como si yo fuera un trozo de mierda, entonces haré lo mismo. —pensaste.

—No eres más que una niña mimada, ¿tus padres no te enseñaron modales básicos? Una disculpa es suficiente.

—Sae, vámonos. Deja de llamar la atención.

—Mira quién habla. —Renegaste con una sonrisa burlona— Tú no eres capaz de obedecer una simple petición de tu manager, ¿y la mimada soy yo? Vete al carajo, presumido de mierda.

El centrocampista se abalanzó sobre tí buscando tomar tus brazos. Tu cuerpo reaccionó de la misma manera que en el campo de fútbol y dirigiste tu pie derecho a su entrepierna. Por pura suerte, él pudo amortiguar aquella patada usando sus manos.

Sus ojos quedaron impresionados, no por lo que intentaste hacer, sino la velocidad en la que reaccionaste. Lo sintió en la palma de su mano, esa patada habría sido digna de un gol.

—¡No soy tu fan, ni tu lamebotas! —te incorporaste, tomaste tu maleta y te fuiste de ahí para no ver más su rostro. Olvidando comprar el regalo y dejando una escena próxima a viralizarse en redes sociales. —¡Ah! Qué coraje, me costó tanto ganarme este día libre y ese patán tenía que aparecer para arruinarlo. —pensaste sin mirar atrás ni voltear hacia ninguna cámara de quienes grababan.

Fanáticas se acercaron al genio preocupadas, haciendo preguntas, pidiendo fotos y autógrafos. Su manager pudo dar un suspiro de alivio al ver que el asunto terminó ahí y rezarle al cielo que no afectara la reputación del rebelde muchacho.

—Arey Zian. —pensó el centrocampista al haber escuchado ese nombre de tu boca unos momentos antes y asumió que era el tuyo. Todo mientras ignoraba a las fans y medios que lo rodeaban en ese instante— Qué nombre ridículo para una chica. Ni siquiera es japonés. —Luego pausó un instante e hizo una mueca de extrañeza —¿Porqué me importa eso? ¿Es porque he estado valorando a las personas en base al fútbol?

—Sae, vámonos de aquí, la prensa no tardará en llegar. ¿Qué les vamos a decir?

—Diles que me disculparé en persona. Además, quiero que averigües dónde la puedo encontrar. —aseguró cerrando la puerta del local, dejando a sus admiradores afuera para hablar con el dueño de la relojería.

—Sae... nunca se había acercado a una chica por su cuenta. —pensó— Normalmente son ellas quienes lo buscan y él se muestra indiferente. Aunque esta vez fué distinto. Parece ser que... esa fué una excusa para acercarse. ¿Acaso le gustó aquella chica? No me extrañaría, se veía igual de fría que él. Si que te gustan los retos, ¿eh, Sae?

—Deme ese. —señaló Sae el regalo que tú querías comprar.

—A sus órdenes, jóven. ¿Quiere agregar una tarjeta de cortesía personalizada?

—Sí, yo mismo la escribiré.

—Sae... No estamos aquí para comprar relojes.

—Cállate y paga.

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora