43.- Esperar desespera

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Tercera selección.
Primer partido.
A vs B.

—Para el equipo A1: Nanase Nijiro, Hiori Yo e Isagi Yoichi. Favor de pasar al campo de juego. —anunció Anri por medio del VAR.

—¡Hola! —saludó a Isagi un chico que llevaba una banda en la frente— Te ví defendiendo a la delantera hace rato, te admiro mucho por eso, eres todo un caballero, por cierto, soy Nanase, un placer.

—¡Gracias! El placer es mío. —correspondió Isagi estrechando su mano, un tanto asombrado de lo educado que era.

—¿Y es tu amiga? —preguntó con curiosidad, haciendo que Yoichi sintiera un escalofrío al saber que estaba interesado en tí.

—En realidad, es mi novia. —respondió celosamente.

—¡¿De verdad?! No me sorprende, una chica como ella no se encuentra en cualquier lugar. ¡Felicidades!

—Vaya, y yo que ni siquiera lo noté. —irrumpió angustiado el otro compañero de cabello Celeste.— Es decir, estoy tan acostumbrado a mi aspecto andrógino que pensé que era como yo.

—¿Hiori, verdad? —preguntó Isagi esperando haberlo dicho correctamente.

—Así es, y no te preocupes, Isagi, respetaré a Zian, lo prometo.

Qué buenos chicos, nada que ver con Rin y Barou, por fin gente amable. —se alegró el egoísta, bajando la guardia e incluso bromeando con ellos— Hasta me gustaría invitarlos. —se animó— Para ser honesto, Zian y yo estamos en una relación algo peculiar, verán, no soy su único...

—Isagi. —Llamó Rin al verlo entrar al campo— ¿Qué haces aquí? ¿No elegiste a Zian como el resto?

—No, porque primero quería medirme contra tí. Dijiste que yo sería el único con el que la compartirías, ¿o no? Para gozar de ese privilegio, debo estar a tu altura.

—Pff... Haz lo que quieras. —subestimó Rin evitando ahondar en aquél detalle para evitar que alguien los escuchara, lo cuál fué en vano.

—Hey, Rincitos de oro. —molestó Shidou aprovechando la gran oportunidad— ¿Cómo que te gusta compartir con otro? Eso contradice tu discursito posesivo de ayer. Tan puro que te comportaste y resultas ser la misma mierda asquerosa.

—Cállate, antenitas de cucaracha. A leguas se nota que eres un pervertido enfermo, no me sorprendería que tuvieses fetiches ilegales.

—Por lo menos no lo escondo, sí, me gusta tu novia, y estoy seguro de que ella hará que mi corazón y mi cuerpo lleguen al límite. No puedo esperar para jugar contra ella.

—Ya deja de hablar, bicho mal bronceado. Lo único que llegará al límite si sigues con eso será tu cara contra el suelo.

Tengo un mal presentimiento sobre estos dos, —pensó Isagi empezando a preocuparse— pero no puedo quejarme. Estoy aquí para demostrar mi valor.

La repartición de candidatos se logró y mientras se desarrollaba el primer partido con los primeros 4 del top, tú y Nagi se quedaron a solas en la sala de espera.

—No nos dejarán ver el primer partido. Esperaremos a que termine el equipo A contra el B. —te resignaste y giraste la cabeza para todos lados, buscando algo con lo cuál entretenerte mientras le acariciabas el cabello a Nagi, que estaba apoyando su rostro sobre tus muslos, abrazándote por la cintura. —Mientras tanto, ¿qué hacemos? 

—¿Quieres jugar videojuegos? —ofreció sacando su teléfono del bolsillo.

—¿Tienes un celular? No me había dado cuenta.

—Lo conseguí por 3 goles, fué mi primer motivación para quedarme en Bluelock y acompañar a Reo. Hasta que apareciste tú, ya no he jugado tanto desde entonces. Y bien, ¿quieres que te enseñe?

Asentiste animadamente y Nagi te sentó sobre sus piernas para envolver tu cuerpo y mostrarte su forma de jugar mientras apoyaba la cabeza sobre tu hombro. Tus manos temblaban al sentir su respiración en tu cuello y su voz ronroneaba las palabras en tu oído, erizando tu piel. Rozando tus mejillas con los mechones de su flequillo desordenado.

—Eres malísima. —admitió después de que perdiste por quinta vez consecutiva.

—Es que me pones nerviosa. —tragaste saliva, pues sus manos no dejaban de abrazarte y acariciar tus caderas mientras sus labios se paseaban entre tu cuello y oreja, haciéndote cosquillas.

—¿Cuánto tiempo más crees que tarden?

—No estoy segura, pero debe ser al menos medio tiempo por partido tomando en cuenta que son 5 vs 5. —recordaste las indicaciones sin dejar de jugar, logrando ganar la partida. —¡Sí! ¡Al fin!

—Qué fortuna, cuando estás concentrada te sale bien.

—Cuando no me estás distrayendo, mejor dicho.

—Me aburro. Mejor juguemos algo que se pueda entre los dos. —pidió con voz suplicante y ojos de cachorro.

—¿Quieres un 1 vs 1? Te reto. —te animaste dejando de lado el teléfono y poniéndote de pie— Seguro que has mejorado mucho para ser el top 6, osito genio.

—Por supuesto. —aceptó elevando su cuerpo y haciendo un breve estiramiento— Este 1 vs 1 será mi pequeña venganza, Zian. Debiste escogerme a mí y no a Isagi.

—Claro, pero... ¿porqué te quitas la camisa?

—Para este enfrentamiento, no necesitaremos un balón, —dijo lanzando la prenda al suelo, mostrando la blanca y firme piel de su torso desnudo— y tampoco ropa.

Ego tuvo un mal presentimiento en ese instante, pero estaba tan concentrado en el partido A y B, que ni siquiera se dispuso a revisar las cámaras donde los líderes del equipo C tenían su propio asunto pendiente en discusión.

—Esa niña... —murmuró ladeando la cabeza, imaginando lo que seguro estabas haciendo a solas con Seishiro.

—¿Dijiste algo, Ego?

—No es importante.

—Ah, ¿y ya hablaste con el padre de Zian?

—Uuhh... Sí. —De pronto le dolió la cabeza.

—¿Qué te dijo? ¿Aceptó el trato?

—Se puso a gritarme en Alemán. —balbuceó rechinando los dientes.

—Supongo que eso fué un no.

Tras unos segundos de silencio, intentando distraer su mente estresada en las jugadas del partido, dió un suspiro cansado y se levantó de su silla para prepararse más café.

—No me queda más remedio, Anri. Lo único que puedo hacer para que el talento de Zian no muera aquí, es inscribirla en el mejor equipo de fútbol femenil.

—¿Lo dices en serio?

—Sí. Al final de las audiciones, se la entregaremos a su padre y nosotros seguiremos el proyecto sin ella.

—¡Pero es totalmente injusto! ¡Zian ha trabajado tanto para llegar hasta aquí!

—Ya lo sé. —Apretó fuertemente el mango de la taza mientras servía café de forma abrupta, derramando una parte sobre la barra. —A veces, se necesita más que suerte para ganar. En este momento, sólo un milagro podría resolver este problema.

Anri se apresuró a limpiar las manos de Ego que tenían ligeras quemaduras por el café y le pidió que volviera a su lugar mientras se encargaba de arreglar el desastre en el suelo. Cuando fué por un trapeador, observó de reojo los documentos que Ego había arrojado a la basura y notó que eran los archivos del verdadero Arey Zian.

—Un momento... ese rostro...

De repente, una idea se le vino a la cabeza. Si aquello que pensaba era posible de realizarse, sin dudas sería el milagro que necesitaban.

Una nueva visita al hospital general estaba por llegar. ¿Qué planeaba Anri para salvarte?

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora