74.- Crisis

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—Niña tonta. —El chico daba pasos pesados, caminando en círculos mientras balbuceaba con una vena saltándole en la frente y el rostro sombrío— ¿Jugar en el extranjero? ¿No conocer a nadie? ¿Oponentes superiores? ¿Sabotaje y enemistad?
¿Piensa que no sé nada de eso?
¿Con quién cree que está hablando?

—Y si estás tan enojado con ella... ¡¿porqué estamos en el aeropuerto a las tres de la madrugada para tomar un vuelo a Alemania?! —Suplicó saber su manager, que fué interrumpido de su sueño reparador y ahora arrastraba dos maletas con ambos brazos para dejarlas en el área de equipaje.

—¿Uh? Estaba pensando en voz alta. No me hagas caso.

—¡Eso no responde mi pregunta, Sae!

No hablabas con nadie de Japón desde que llegaste. A pesar de que tu padre insistió en que se haría cargo de tus horarios, Ego le pidió que decomisara tu celular y todo acceso a la comunicación fuera del país. Para esa tarea parecían estar de acuerdo.

Al recogerte del entrenamiento por la tarde, notó tres líneas tenues cubiertas con maquillaje profesional en tu mejilla.

—¿Qué te pasó ahí? —apuntó tu rostro sin dejar de manejar mirando al frente. —¿Quién te arañó? ¿Tuviste una pelea?

—¿Se dió cuenta de esto y no de que Arey venía con él aquella vez en mi lugar? —pensaste con el ceño fruncido— Fué un accidente. Una compañera tenía las uñas largas y resbaló junto a mí.

—Ten más cuidado. Si vuelve a suceder, hablaré seriamente con tu entrenador.

—Es un simple rasguño. —menospreciaste, evadiendo su advertencia y observando el camino por la ventanilla— Arey hasta se rompió el tobillo y nunca fuiste a verlo al hospital. —murmuraste en reproche.

—Arey es un hombre. Sus heridas son el símbolo de su experiencia y madurez.

—¿Y las mías no? —respondiste indignada por su criterio sin tacto— Ay, olvídalo. Nunca puedo hablar contigo de nada.

—Porque tu tema siempre es ponerte en riesgo, jugar fútbol con hombres, exponerte a nivel nacional, ¿todo para qué? ¿Ganas la copa mundial y luego qué? ¿Has pensado en eso? ¿Cuando vas a empezar a ser una mujer?

—¡¿Cuando vas a dejarme serlo?! —te exaltaste golpeando la puerta interior, justo al llegar a casa. —¿Tú has pensado en lo que va a pasar cuando sea mayor de edad? ¡No tienes que preocuparte por eso, porque es mi vida!

Abriste la puerta del auto y entraste a la casa a costa de los llamados de tu padre. Te encerraste en tu habitación y te metiste en tu cama, cubriendo tus oídos con dos almohadas, aún percibiendo su voz desde el otro lado de la puerta.

—Mientras estés bajo mi responsabilidad, yo decido cómo vives. Hasta el último minuto. Algún día lo entenderás.

—Lo dudo... —dijiste con la cara hundida en la almohada, conciliando el sueño a duras penas, teniendo pesadillas debido al mal día que pasaste.

• • •

Nunca fuímos una familia felíz.
Al menos no lo recuerdo así.
Papá y mamá discutían a menudo.
Él se enojaba por todo.
Ella lo perdonaba siempre.
"Tener esposo debe ser lo peor" pensaba.

Arey y yo jugábamos en el patio,
para no escuchar los gritos.
En realidad, era pésima jugando cuando empecé, pero me gustaba mucho.
Trataba de escapar con el fútbol.
Mi hermano mayor lo sabía.
Él jugaba por mí, después de todo.
Ahí podía ser yo. Ser felíz.

Cuando papá nos veía jugar
Sólo miraba a Arey.
A mí me enviaba adentro.
"Las niñas deben ayudar a mamá"
Una vez rompí una ventana con el balón.
Papá salió furioso y estuvo a punto de castigarme.
Arey dijo que fué su culpa.
Papá lo felicitó, porque ese tiro fué increíble.
Creyó que su hijo sería un gran delantero.
Arey tuvo que sostener la mentira y entrar al equipo de fútbol.

Nunca me dí cuenta de lo mucho que Arey sufría jugando algo que no le gustaba.
Nunca me dí cuenta de lo egoísta que en realidad soy.

¿Qué me hace diferente de mi padre?
Rechazaba a los chicos, pero quería jugar con ellos.
Hoy rechazo a las chicas porque no son como los chicos.
¿Qué estoy haciendo?
¿A dónde quiero llegar?

Papá tiene razón.
Después de ganar la copa, si eso llega a pasar y me convierto en la mejor delantero del mundo.
¿Qué sigue?

Los sueños de los chicos de Bluelock quedarán opacados por mí.
El fútbol femenino morirá.
Ninguna otra chica más que yo podrá aspirar al mismo sueño.
Esas niñas que hoy me admiran no podrán jugar fútbol porque esta oportunidad es sólo mía.
¿Esa es la clase de egoísta que quiero ser?

En este momento, desearía que alguien me diera la respuesta.

No tengo un equipo.
Ni el apoyo de mi padre.
No tengo nada.
Estoy sola.
Tal y como empecé.

En este hundimiento que estoy viviendo, veo dos opciones; subir a la superficie lentamente o tocar fondo rápido.

Y en este mar de desesperación, veo más probable lo segundo.

• • •

El tercer día comenzó. Los pases durante su calentamiento matutino eran más débiles que de costumbre en opinión del delantero que lo analizaba extrañado por sus ojos vacíos y la ausencia de la sonrisa entusiasta que lo caracterizaba al jugar con él. En el fondo, sabía la razón.

—Ness, hoy estás distraído. —le dijo en el momento que decidió patear el balón fuera del área y caminar en su dirección. —Hay algo que te molesta, ¿no es así?

El chico apartó la mirada y se puso nervioso. Le era difícil ocultar sus emociones cuando Kaiser lo interrogaba.

—Kaiser... ¿porqué buscas eliminarla? Sabes que es injusto.

—Si lo fuera, habría una regla que me lo impidiera. Entonces, ¿quiere decir que estás en contra mía?

—¡No! Sólo quiero entender... qué buscas con hacerla perder. Dijiste que estabas interesado en ella. En ese caso, lo lógico sería ayudarla a ganar.

—Y lo estoy haciendo. Ayer pude comprobar lo buena que es. Me gustaría repetir ese enfrentamiento que tuvimos, pero esta vez con sus energías al 100%

—Es evidente que eres mejor en muchos factores. Para probar eso, necesitas tener un partido normal, no una ventaja desproporcionada. Si quieres sacar a relucir sus habilidades, yo puedo ser su compañero.

—Hey, Ness. No te adelantes ni asumas mi verdadera intención con Ary. La quiero dominar en todo aspecto, y para eso, tengo que hacerla doblegarse, así que piensa bien de qué lado está tu lealtad antes de tomar una decisión. Si te equivocas, te recordaré la razón por la que no eres más que mi perro, y como tal, te tocan las sobras. ¿Comprendes?

—...Sí, Káiser.

—¡Perfecto! Sigue practicando, no quiero más pases débiles. —ordenó dejando el balón en sus manos.

Mientras el As del equipo abandonaba el campo de entrenamiento donde se preparaban para ser convocados, Ness apretaba con fuerza el balón entre sus manos, encajando las uñas hasta lastimarse.

—Un perro, ¿uh? Sí, talvez lo sea, pero tú también te vas a comer las sobras...

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora