Klarisse Reyne. 19 años. Estudiante de bachillerato. Clasificada como la mejor delantera del mundo.
O más bien, la delantera con más influencia económica en el mundo.
—Sí, señor Reyne. Klarisse volvió a reprobar sus exámenes. —Explicó la directora del instituto de élite al que pertenecía la jóven hija de una de las 10 familias más ricas de Alemania.
—¿Cuánto necesita mi hija para obtener el primer lugar?
—Me temo que tendrá que repetir el curso. Esos fueron los exámenes finales. Las calificaciones serán publicadas el día de mañana.
—Tal vez no me expliqué bien, señora directora. Déjeme reformular la pregunta. ¿Cuánto dinero necesita mi hija para ser puesta en el primer lugar?
Los sobornos y el abuso de poder a espaldas de su única hija eran recurrentes. Ella creció pensando que era perfecta en todo. No había nada que su padre no le complaciera. Construyó así, una burbuja de egocentrismo alrededor suyo.
—La transferencia está hecha. Ahora arregle ese asunto, tengo otra llamada. —colgó a la dirección académica para recibir la llamada del centro deportivo femenil— Sí, él habla. ¿Cómo está mi princesa? —Al obtener la respuesta, dejó lo que hacía y se levantó bruscamente de su asiento. —¿Qué? ¿Una pelea? ¿Y Klarisse está bien? Quiero todos los detalles, voy para allá.
Mientras que el dinero de su familia la respaldase, nada le haría falta. No tendría que esforzarse demasiado y sentiría que todo es fácil.
Su padre haría lo imposible para que ella tuviese una vida donde fuera la reina del mundo y eliminaría a cualquier persona que intentase superarla. Reyne jamás podía enterarse que su talento, desempeño académico y hasta sus relaciones sociales eran falsas, porque si eso sucedía, según su padre, ella sería incapaz de seguir viviendo.
Reyne aparentaba ser un diamante, pero no era más que un cristal frágil que podría romperse ante la más mínima presión.
—Zian, ¿cómo te sientes? —Anri te había llevado una bebida hidratante. Te acababas de duchar y mirabas al suelo con aires de melancolía, sentada en la banca de los vestidores.
—Prepara la sala de entrenamiento. Iré en 5 minutos. —pediste sin importar que tus piernas estuviesen adoloridas y tu cabeza diera vueltas.
—Me niego. Tienes que descansar. Es una locura que pienses en entrenar después de haberte sobrepuesto a tus límites. Sólo vas a terminar lesionándote.
—No tengo tiempo para relajarme si voy a tener que jugar contra ese tipo desquiciado. Mi ego no será sepultado en el extranjero como el patético de Sae.
—Pero, Zian... —Anri proceso de nuevo lo que acababas de decir— Espera, ¿dijiste Sae?
—Sí, y casi me muerdo la lengua. —refunfuñaste al recordar al Itoshi mayor.
—¡Es una excelente idea! ¡Hablemos con él! Puede ser tu centrocampista.
—Por favor, dime que estás jugando... —te quejaste con una mueca de asco.
—¡No, Zian! Él no pertenece a Bluelock, además, es uno de los mejores 11 futbolistas de generación mundial al igual que Kaiser.
—¿Kaiser es uno de los mejores? —Ahora tenía más sentido que te hubiera derrotado. Le habías hecho frente sin saber que se trataba de un oponente prodigioso.
—Llamaré a Ego, él tiene el contacto de su manager. Vuelvo en un momento. —avisó apresurada, dando pasos rápidos fuera de los vestidores.
—¡Alto, Anri! ¡Yo no quiero jugar con ese...! Ay, ya se fué... —Te resignaste después de unos instantes ya que no tenías muchas opciones.— Todavía sigo enojada por lo que hizo después del partido contra la Sub-20. Aunque a estas alturas, entre Kaiser y él, no sé quien es peor. —murmuraste secando tu cabello y tratando de relajarte. —¿Porqué no conozco a un centrocampista más tolerable?
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ZIAN [+18]
Fanfiction• Bluelock x tú Eres una gran delantera que ama el fútbol, pero nunca has jugado en un equipo de hombres. Infiltrarse en Blue Lock sin saber de qué se trataba fué tu mayor error. Mientras intentas sobrevivir, aprenderás por las malas el largo camin...