109.- ¿Porqué juegas fútbol?

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Tu nombre era la tendencia número 1 en las plataformas sociales más populares. La creciente fama que despertaba a tu favor atraía oleadas de interacciones y comentarios, siendo entre los más vistos, artículos de especulación y fuentes generadoras de controversias.

El deseo prohibido del fútbol.
El 80% de sus fans masculinos confesaron tener fantasías candentes con la joven delantera.

La novia de Bluelock.
Tenemos la lista de chicos con los que se le ha visto interactuar románticamente. ¿A quién elegirá entre tantos amores?

Una genio inalcanzable.
La primer mujer en ser parte de los 11 de nueva generación sub-20. ¿Calificará para el mundial?

Juega fútbol, pero no olvida sus raíces.
La hermosa delantera que juega con uniforme de porrista y muestra tanta piel como talento.

Corazón entre dos nacionalidades.
La talentosa Ary continúa debatiéndose entre su decisión de representar a Japón o Alemania.

¿Ángel milagroso o demonio descarriado?
Los foros de internet discuten sobre los logros de Zian. ¿Es tan buena como parece o sólo obtuvo un exceso de privilegios?

El Real Madrid lo apuesta todo y pierde.
Una oferta de 400 millones hecha por el BASTARD MŪNCHEN derriba sus deseos de incluir a la delantera a sus filas.

—Ary Zian. —mencionó el entrevistador sentado frente a tí. El mismo hombre que había entrevistado a Sae cuando visitó Japón durante el inicio de Bluelock— Históricamente la primer mujer en participar de manera oficial en una liga masculina y ganadora del trofeo mundial a la mejor delantera femenina. Has despertado la motivación de millones de chicas alrededor del mundo y un club fiel de fanáticos a la espera de tu próxima hazaña. Y por si fuera poco, el Bastard Múnchen se disputa contra el Real Madrid por integrarte en sus filas. Ya eres considerada la Bluelocker con el mayor valor en el mercado. ¿Cómo te sientes al ser una Gen 11 a la par de Sae Itoshi y Michael Káiser? ¿Dirías que has alcanzado tus sueños? ¿Cuál es tu mayor ambición?

—Yo... —La información era abrumadora. Habías logrado todo eso y te costaba reconocerlo. Tardaste en encontrar una respuesta mientras tu mente divagaba en aquella dicha. Nunca habías recibido tanta atención en tu vida y mucho menos imaginabas tener un club de fans. —estoy... ah... —Un nudo se formó en tu garganta. Los recuerdos de toda tu vida recorrieron tu mente por un momento. La lucha, el sufrimiento, el reto, las dudas, los problemas, los sentimientos, la superación y el ego. Todo al mismo tiempo. —Esto es más de lo que pude haber imaginado. —murmuraste derramando un par de lágrimas mientras sonreías con melancolía. —Sé que no es el final del camino, pero... es indescriptible la manera en que me siento justo ahora. Estoy agradecida de haber tomado la decisión de unirme a Bluelock. De arriesgarlo todo por una oportunidad y llegar tan lejos. Mi mayor ambición es convertirme en la mejor delantero del mundo. Y no voy a detenerme hasta lograrlo.

—Ese es un sueño realmente gigantesco, Ary. ¿Podrías compartirnos cuál es tu razón para tal ambición? ¿Porqué juegas fútbol?

—¿Mi razón? —La pregunta te mantuvo pensativa y tu sonrisa fué bajando hasta desaparecer. Tus lágrimas incontenidas de alegría y sentimientos de euforia se convirtieron en tristeza, pero el entrevistador no podía distinguirlo fácilmente. —¿Porqué juego fútbol?

Uno de esos recuerdos cruzó por tu cabeza, atormentando y removiendo la oscuridad de tu pasado.

Era un verano lluvioso en el cuál jugabas con tu hermano en el patio de la casa, como era costumbre. ¿Porqué dos niños jugaban fútbol bajo la lluvia helada? Siempre recordabas esos días con alegría, creyendo que eran por diversión.

La realidad era que tus padres solían discutir a menudo. Los gritos solían aturdir a Arey, quien te tomaba inmediatamente de la mano cuando el tono de su padre se elevaba.

Una cena mal calentada, un plato mal lavado o una superficie sucia eran suficientes para detonar su ira. Un balón de fútbol y el ruido de las patadas bajo la tormenta amortiguaban el caos. Arey, que era un año mayor, usaba el fútbol como una forma de escape, pero tú, ingenua y pequeña, le tomaste cariño al deporte por que compartías tiempo y risas con tu hermano. Jugabas por diversión y él por ansiedad.

En el fondo, escuchabas esos gritos, pero no le prestabas suficiente atención. Arey hacía todo lo posible para que eso no te afectara. Se reía más fuerte, exageraba y dramatizaba para que fueras felíz. Mirabas a Arey como tu motivo principal. Así que si hubieses dado una respuesta inmediata, tu razón habría sido él.

Sin embargo, tu mente empezaba a entender porqué tu ambición creció con el tiempo. Un sonido aún más fuerte alertó a todos en medio de esa lluvia. Una ventana rota de la casa vecina.

Arey lo vió con asombro. Cómo tus ojos parecían perderse en la emoción, realizando un tiro impresionante que sobrepasó la barda del jardín y tres casas continuas para destrozar los cristales de un tercer piso.

Tu padre al ver el desastre ocasionado, se dirigió a ambos y con el rostro de un dictador a punto de causar un holocausto preguntó quién de los dos había sido el responsable.

Arey no dudó en responder. Se adjudicó toda la culpa y casi estuvo por ponerse de rodillas, asimilando el terrible castigo que lo esperaba. Su padre le dijo que lo acompañara. Tus manos y piernas temblaban de miedo. Jamás olvidarías ese día, porque fué el momento más crítico en el que decidiste reprimir tu interés por el fútbol.

Tus padres los llevaron a la casa del vecino para pedirle disculpas y pagar por los daños ocasionados con sus ahorros, pero nadie esperaba aquella reacción de parte de aquél viejo fanático del fútbol.

Arey no sólo fué perdonado por el accidente, sino que fué becado en un equipo de élite para pequeños talentos de Japón debido a que el tiro que había hecho desde el patio hasta aquella ventana era físicamente imposible para un niño de su edad.

Todos pensaron que Arey era un genio, pero ambos sabían que no era así. Arey intentó decir la verdad, pero recibió una risa burlona de su vecino como respuesta y una reprimenda verbal de su padre por mentir.

Desde aquél día, Arey se volvió el orgullo de su padre. El futuro campeón Japonés. Y tú, su pequeña y frágil hija que terminó con un resfriado por mojarse un poco bajo la lluvia.

Arey enfrentó el infierno de ser un falso genio por años. Tú enfrentaste la sobreprotección y el encadenamiento de tu potencial. Ambos forzados a quedarse en un sitio donde no pertenecían.

Y ahí llegó tu respuesta al entrevistador, entre lágrimas de sentimientos encontrados.

—Juego porque... quiero que mi padre sepa cuánto amo el fútbol. —empuñaste las manos sobre tus piernas, mirando fijamente a la cámara con expresión determinada, fuerte y llena de coraje— ¡Y ganaré la liga Neo-egoista, la Copa Mundial, la Champions ligue y cualquier otro partido hasta que sea capaz de mirarme con orgullo por hacer lo que me apasiona! ¡¿Me oíste, padre?! ¡Amo el fútbol! ¡Y ES TU CULPA!

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora