60.- Día libre

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Acordaron verse en una cafetería con motivo de celebrar el triunfo después  de haberse liberado del encarcelamiento para dejar de pensar únicamente en fútbol, volviendo al mundo exterior, a la libertad.

Por un día, tenías la oportunidad de descansar y hacer lo que quisieras. Ya te preocuparías después por el encargo de la asociación. Nada te importaba más en ese momento que reunirte con ellos.

—¡Mira mamá! ¡Es ella! ¿Verdad que es ella? —te señaló una niña de aproximadamente 7 años que iba tomada de la mano de su madre.

—¿Yo? —miraste alrededor buscando a otra persona con la que te pudieran haber confundido, pero la niña pronto llegó hasta tí con un plumón de tinta negra en la mano.

—¿Eres Ary? ¿La delantera de Bluelock? —preguntó amablemente aquella señora— Vímos tu partido contra Japón ayer, estuviste maravillosa. Mi hija es tu admiradora, gracias a tí quiere entrar al equipo de fútbol de su escuela, justo vamos a su primera práctica.

—¿Me... me firmarías esto? —te dió el marcador y sacó de su mochila una pelota de fútbol aparentemente nueva— Es mi primer balón.

Tomaste ambos objetos aún sin poder entender lo que estaba pasando. La mañana anterior no eras nadie en el mundo. Nunca habías siquiera pensado en cómo sería tu firma o cómo actuar frente a un fan. Tenías un nudo en la garganta. Hiciste un garabato extraño mientras hacías lo imposible por no llorar y sonreíste regresando el balón a la niña, quien saltaba de emoción dándote las gracias.

—Te agradezco mucho haber inspirado a mi pequeña, estaremos apoyándote en tu carrera, es un honor haber conocido a la mejor delantera de Japón.

Te inclinaste al igual que ellas para despedirte y una vez que te alejaste, brotó el llanto de tus ojos. Tu participación arriesgada en Bluelock estaba cambiando la perspectiva del mundo, no sólo hacia el fútbol japonés, sino hacia la nueva esperanza de que más chicas en el futuro se apasionaran de la forma en que tú lo hacías.

—Isagi, ¿vas a pedir algo de tomar? —Chigiri estaba sentado frente a él, sugiriéndole algo del menú.

—¡Yo quiero una malteada extra dulce! —Pidió Bachira.

—Tú no deberías consumir tanta azúcar. En fin, Isagi, ¿qué quieres?

—Yo quiero tomar una... —Observó detenidamente el menú, pero sus ojos divisaron a una persona acercándose detrás de los chicos y la impresión que tuvo le impidió pensar en otra cosa. —Zian...

—Uy, parece que estás muy enamorado. —Rió Bachira al notar los ojos brillantes y perdidos de Isagi.

—Ese manjar no viene en el menú. —dijo Chigiri, bromeando.

Ambos notaron la insistente mirada de Isagi en medio de ellos, como si los atravesara, así que giraron el rostro al mismo tiempo para ver lo que le hacía estar tan distraído, sólo para terminar igual de hipnotizados.

Desde que te habían conocido, había sido difícil distinguir tu género por tu forma neutral de vestir y actuar. Sin embargo, ese día, arreglaste tu cabello y usaste un vestido casual que resaltaba tu figura gracias a su color y diseño, por lo que los tres chicos plantaron sus miradas en toda tu imágen.

—¡Olvida la malteada! ¡Yo quiero lo mismo que Isagi! —exigió Bachira.

—La estábamos esperando, señorita.— Chigiri se levantó de su lugar para ofrecerte un asiento.

—Y yo que pensé que no podías verte más bonita. —elogió Bachira.

—Tal vez exageré un poco. —te encogiste de hombros con modestia, te sonrojaba recibir aquellos dulces comentarios.

ZIAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora