Capítulo 9

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🎧 Al mismo tiempo~ Rauw Alejandro

"Quiero sentirte, dime si abrazarte puedo"

Amaia Martínez

Cuando he terminado de ayudar abajo con los chicos a dar las llaves de las habitaciones, subo las escaleras hasta el piso en donde ha quedado mi habitación.

Por lo que he podido ver al dar las llaves, Gavi y Pedri estaban en el mismo pasillo que yo. No recuerdo muy bien cuál era la habitación de cada uno pero necesito pedirle mi llave a Pedri.

La puerta de la habitación 108 estaba medio abierta así que entro y la escena que me encuentro no me la esperaba para nada. Pablo y Pedri, dormidos, juntos.

Me aguanto la risa que amenaza con salir.

Saco mi móvil y les tomo varias fotografías.

Pedri está recostado con su espalda en el cabecero de la cama y Pablo está con un brazo sobre el pecho de Pedri y su cabeza sobre la almohada. En la palma de la mano de Pedri está su móvil, que un poco más y se cae.

Sonrío maliciosamente cuando se me ocurre una idea.

Antes de ejecutar mi plan tomo despacio el móvil de la mano de Pedri y lo dejo a un lado.

Las cortinas de la habitación estaban todas cerradas por lo que si apagaba la luz iban a quedar a oscuras, así que eso hago. Corro hacia el baño y cierro la puerta suavemente para no despertarlos. No se escucha ni un solo ruido, solo el suave sonido del aire acondicionado.

Paso mis uñas por la puerta del baño y se crea un sonido que resuena por la habitación. Escucho movimiento en la cama y luego...

–Pedri...– escucho a Pablo susurrar–. Eh, Pedri, tío– dice el sevillano con más insistencia.

–¿Qué quieres?– pregunta la voz ronca del canario.

Dios mío me da algo si me habla así.

Mando a callar la voz de mi cabeza para poder concentrarme en lo que está pasando del otro lado de la puerta.

–¿No has escuchado el ruido?– pregunta Pablo con un tono entre miedo y confusión.

–¿Pero de qué ruido hablas, tío?– pregunta el canario.

Tomo la manecilla de la puerta del baño y la abro lentamente para que haga ruido. Pedri y Pablo hacen silencio de golpe y el aire en la habitación se vuelve denso.

Escucho un jaleo y después pisadas.

–¡¿No me digas que no has escuchado eso, tío?!– exclama la voz del sevillano, claramente entrando en pánico.

–¡No me jodas, pues claro que sí!– exclama el canario igual de asustado.

–¿Crees que... hayan fantasmas?– pregunta Pablo bajando la voz en la última palabra, me tapo la boca para no reír.

–No lo sé, pero ya me estoy acojonando– dice Pedri y tomo una respiración profunda para no soltar una carcajada.

–Joder, no me digas eso que tu aquí eres el valiente– dice Pablo–. Si tú estás acojonado yo estoy cagadísimo.

Se quedan en silencio un momento y después empiezo a escuchar pisadas de nuevo, algo temerosas y cautelosas. Veo sus sombras por debajo de la línea de la puerta, me alejo de ella y me oculto en la ducha.

La puerta se abre de golpe pero por el vidrio translúcido no los puedo ver bien.

–Estamos locos definitivamente, no hay nada.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora