Capítulo 30

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Ya habían pasado 4 días desde el juego contra los Pumas.

El 9 de Agosto habían presentado un nuevo dorsal, nada más y nada menos el 11, que ahora le pertenecía a Ferran.

Y aquí estamos, hoy jueves 11, los chicos estaban entrenando y yo en mi oficina, dándole un masaje a Ansu. 

Hoy y mañana los entrenaría Óscar porque al estar pronta a iniciar la temporada Xavi me había pedido que les diera un masaje para relajarlos un poco y deshacerse de la tensión de los partidos amistosos, para que estuvieran al máximo.

–Ya estamos, Ansu– le doy unas palmaditas en la espalda al moreno.

–Muchas gracias Maia, siento que me has dejado como nuevo– él se pone la camiseta, me lavo las manos y reviso el papel en mi escritorio.

–Mmm déjame ver...– reviso los nombres para ver quien es el siguiente–. ¿Puedes llamar a Pedri? Él sigue.

–En un rato tienes aquí a tu canario– responde con una sonrisa, me da un abrazo que le regreso y luego sale por la puerta.

Estaba anotando algo en un papel cuando la puerta se vuelve a abrir, por ahí entra Pedri sonriente.

–¿Cómo está mi fisio favorita?– pregunta cerrando la puerta detrás de él.

–Muy bien, canario– digo con una sonrisa.

Rodeo el escritorio y camino hacia él, lo abrazo y él besa mi frente.

–¿Cómo te sientes, amor?– pregunto acariciando su espalda.

–Creo que he dormido mal y me duele un poco el cuello– él hace un puchero, me inclino hacia él y dejo un beso en su labio inferior.

Él toma mi mejilla derecha y junta suavemente sus labios con los míos, le sigo el beso colocando mis manos en su pecho.

Me separo lentamente atrapando su labio inferior entre mis dientes, él suelta un jadeo y abre los ojos.

–Woah, ¿qué ha sido eso?– pregunta sorprendido viéndome, aún con sus manos alrededor de mi cintura.

–¿Un beso?– pregunto divertida.

–Eso no ha sido un beso, amor– dice con una pequeña sonrisa, sus mejillas están un poco rojas.

–¿No te ha gustado?

–Por Dios Amaia, me ha encantado– dice dándome besos por toda la cara, la sombra de la barba de tres días me hace cosquillas, lo tomo de las mejillas y lo aparto de mí riendo.

–Sácate la camiseta y espérame en la camilla– le digo, él alza las cejas en sorpresa.

–Me gusta como ha sonado eso– dice poniendo una cara pícara.

–No me jodas, Pepi– digo entre risas–. Te sonrojas por un beso y ahora estás de pillo.

–Tú eres la que me ha dado la orden de quitarme la ropa– dice sentándose en la camilla–. Que con gusto la sigo.

–Para el masaje– me cruzo de brazos.

–Hombre, es que no especificas– dice más divertido, no puedo evitar soltar una carcajada–. Pensé que era otra propuesta indecente como la de Miami– dice mientras se saca la camiseta.

–Gilipollas– respondo lavándome las manos de nuevo.

–Bua, es que esa vez sonó muy mal Amaia– dice arrecostándose en la camilla y subiendo el dobladillo de sus shorts junto al de sus bóxers.

–En tu mente sonó mal– digo poniendo puntos de crema en sus brazos y pecho, él da un saltito cuando la crema toca su pecho–. ¿Ahora qué pasa?– pregunto cerrando la crema y viéndolo.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora