Capítulo 91

3.3K 212 13
                                    

Pedri González

Hace ya media hora habíamos ganado el partido contra el Villareal 3-0 gracias a dos goles de Lewy y uno de Ansu.

Con mi familia y Maia habíamos venido a un restaurante italiano y estábamos esperando nuestra comida mientras mis padres hablaban con mi novia.

Mi hermano se metía en la conversación de vez en cuando pero yo me limitaba a escuchar y mirarla.

Tenía una linda sonrisa adornando sus labios mientras hablaba con mi madre y se me era imposible no sonreír al verla a ella sonreír.

Una de mis manos reposaba en su muslo, la suya estaba sobre mi mano y dejaba suaves caricias sobre ella.

Ella aprovecha cuando mis padres le preguntan algo a Fer para hablar.

–Vuelvo en un segundo, voy al baño– deja un apretón en mi mano y me suelta–. Con permiso– se pone de pie y se pierde por el pasillo que llevaba a los baños.

–¿Y tú por que tan callado y solo ver a Maia con dos corazones en tus ojos?– me vacila mi hermano.

–Estaba pensando...

–Eso es nuevo.

–Eres un pesado, Fer– le digo de vuelta y ruedo los ojos divertido.

–¿En que pensabas, hijo?– pregunta mi madre.

–Más que todo, pedirles una opinión.

–¿A mí también?

–Si, así que calla y escucha– le digo a mi hermano, me mira mal.

–¿Creen que si le pido a Maia que se mude conmigo acepte?– todos se me quedan viendo.

–¿Cómo?– pregunta Fer.

–Quiero pedirle que viva conmigo.

–Ay hijo– mi madre se ha emocionado y sus ojos estaban brillosos.

–No llores, mami– la abrazo de lado y ella acaricia mi espalda–. ¿Creen que sea demasiado pronto y la asuste?

–Hijo, llevan conociéndose una vida entera aunque al principio no lo recordaran– empieza mi padre–. Y han tenido sus problemas, como todas las parejas, pero los han superado.

–Nunca te había visto así de feliz– dice mi madre–. ¿Sientes que ella es la indicada?

–Lo es, mami– asiento muy seguro de eso.

–No dudo ni un segundo en que ella sea la indicada, por eso no es para nada apresurado– le da un apretón a mi mano–. Y seguro ella se siente igual hacia ti.

–Pero espera, ¿vas a vivir con tu hermano de sujetavelas?– pregunta mi padre divertido.

–Si él quiere– Fer es mi hermano y una de las personas más importantes para mí, así que si el quería vivir con nosotros- en caso de que Maia me dijera que si- no le iba a decir que no y dudaba mucho que Maia se opusiera.

–Hago genial de sujetavelas – se defiende y rio–. Pero la respuesta es no. No quiero vivir con vosotros, Pepi.

–¿Que?– No me esperaba que dijera que no.

–Quieras aceptarlo o no, es un paso que Maia y tú deben dar solos, no puedo ser el sujetavelas por siempre, para eso esta Pablo– suelto una risita–. No voy a irrumpir en sus vidas pero siempre me vas a tener cerca y espero mi habitación en esa casa– me advierte con una ceja alzada.

–Pues claro que si, tú eres tonto– el ríe y yo hago lo mismo–. También quiero darle algo– busco en el bolsillo de mis jeans hasta que encuentro el pequeño anillo y se lo muestro a mi familia.

Mi madre se cubre la boca por la sopresa y mi padre está igual.

–Madre mía– dice Fer abriendo los ojos a tope–. ¿Voy a ser padrino de bodas?

–No, no– digo rápidamente–. No es de compromiso.

–¿Entonces de que es?– pregunta mi padre.

–¿Conocen los anillos de promesa?– ellos asienten–. Pues eso es, un anillo de promesa.

–Mami ya estaba por saltar de alegría– la vacila Fer.

–Me he emocionado, pero aún sigo emocionada.

–Aún no es momento para eso mami, estamos un poco jóvenes y si me lo he planteado pero para un futuro, no tan lejano– admito–. Lo menos que quiero es apresurarme y asustar a Maia o que me diga que si por compromiso, quiero que lo sienta de verdad y que sea el momento adecuado.

–Espero estar viva para ese momento– mi padre ríe ante lo que dice mi madre.

–¿Y tú de que te vas a estar muriendo?

–No lo sé, Fernando– dice ella soltando una risita.

Creo que nunca me había tomado el tiempo de ver a mis padres a como lo hago ahora.

La forma en la que los ojos del otro brillan cuando el otro habla o cuando se miran me hace preguntarme si así llegaremos a ser Amaia y yo algún día.

Mis padres son las personas que más admiro en mi vida y verlos así enamorados luego de tantos años juntos me hace anhelar lo mismo para mi futuro.

–¿Cuando vas a dárselo?- me pregunta mi hermano sacándome de mi trance.

–Pensaba dárselo cuando cumpliéramos mes, es decir en dos días pero hay juego, entonces creo que lo haré mañana– me guardo el anillo de nuevo en el bolsillo.

–¿Tus compañeros saben de esto?– me pregunta mi madre.

–Por ahora no, es que no saben disimular nada– ellos sueltan una risita.

–Pablo va a asesinarte cuando se de cuenta que no le dijiste nada– dice mi hermano.

–Muy probablemente...– mi madre me interrumpe.

–Ahí viene Amaia– susurra.

Fer mete plática de no sé que para disimular y mi novia se acerca a la mesa con una sonrisa un poco apenada.

–Lo siento por desaparecer tanto tiempo, había una cola horrible para el baño– se disculpa mientras toma asiento.

–Oh no te preocupes, cielo– le asegura mi madre–. La comida está tardando bastante.

–¿Estás bien?– pregunta tomando mi mano y dándome una sonrisa.

–Sí, ¿por que lo dices?– pregunto acariciando su mano.

–Te noto un poco disperso– niego.

–Son ideas tuyas, morena– dejo un beso en su mejilla y la atraigo a mi cuerpo por los hombros.

–Vale, pero si te pasa algo puedes hablar conmigo.

–Lo sé, amor– coloca su cabeza en el hueco de mi hombro y acaricio su brazo de arriba hacia abajo.

********

–Amor...– susurra mi novia cuando ya hemos terminado de comer.

–¿Que pasa, nena?– pregunto poniendo mi atención en ella.

–¿Crees que... umm, pueda quedarme con tu hermano y contigo mientras consigo un nuevo apartamento?– pregunta tímidamente.

–Ya sabes que no tenemos problema con eso, boba– río y ella sonríe.

–Es para estar segura, ya sabes... invadiría tu espacio y no se cuánto tiempo me lleve pero prometo hacerlo lo más rápido posible– sonrío ante lo tierna que es.

–Invádeme todo el espacio que quieras– le guiño un ojo juguetonamente–. Me encanta tenerte conmigo, así que tomate el tiempo que quieras.

No tenía ni idea de lo que mañana le iba a proponer.

Solo esperaba que me dijera que si.

–Eres tonto– me da un golpecito en la rodilla.

–Lo que importa es que estés segura, lo menos que quiero es que llegue a pasarte algo con toda esa gente fuera de tu apartamento.

–Te amo– me acaricia la barbilla y dejo un beso en la palma de su mano.

–Te amo mucho más.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora