Capítulo 52

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–Espero que vengas a visitarnos pronto a Tenerife– dice Rosy dándome un fuerte abrazo.

–Me encantaría– se lo devuelvo.

–¿Crees que puedes sobrevivir una semana sin mí?– le pregunta Fer a Pedri, él iba a viajar con sus padres y primo para quedarse una semana en Canarias.

–Con tostadas cada que se le antoje comer algo seguro que no, si es lo único que puede hacer– me burlo de él–. No creo que a la nutri le guste la idea.

–Soy muy capaz de sobrevivir, gracias– se cruza de brazos.

–No lo eres, acéptalo Pedro– dice su padre divertido con la situación.

–Asegúrate que no queme la casa– me dice Adrián.

–Lo llamaré cada hora– le sigo el juego.

–No es divertido.

–Que si– lo contradice Fer.

–Cuídate mucho, hijo– lo abraza su madre.

–Vosotros también, mami.

–Hazle caso a Maia– él rueda los ojos.

–Vale...– le lanzo una mirada divertida.

Me despido de Adri y Fer. Esperamos hasta que abordan el avión para irnos del aeropuerto.

–Hemos llamado bastante la atención– digo mientras caminamos de vuelta a mi coche.

–¿Confías en mí?– me pregunta pasando de lo que he dicho, lo veo raro.

–No era el tema pero, sí, confío en ti– respondo confundida.

–Genial– me saca las llaves de un tirón y echa a correr a mi coche.

–¡Eh! ¡Pedro, no!– exclamo siguiéndolo.

–Porfa– dice escondiendo las llaves detrás de su espalda cuando ya estábamos al lado de la puerta del conductor–. Me la debes porque te he confiado mi vida y la de mi mini.

–Joder, le pasa algo y me crucifican– le advierto y asiente.

–Me sorprende que no le haya pasado nada si tú lo conduces a diario– dice abrochándose el cinturón de seguridad, le doy un golpe en el brazo.

–Soy una conductora muy capaz– me defiendo.

Él pone el coche en reversa y me quedo embelesada al ver la forma en la que gira el volante con una sola mano.

–No quiero ni imaginarme como va a conducir Pablo– sale del aeropuerto.

–Mira como es en el campo, no me quiero imaginar como será en las calles– niego ante la idea.

–Se enfada y te pasa por encima con el coche– ambos reímos ante su comentario.

Veo que iba un poco tenso por la forma en la que tomaba el volante de vez en cuando.

–Relájate si no quieres romper el volante– coloco una mano en su muslo.

–No me culpes, es la primera vez que conduzco un Mercedes– dice cuando se detiene en un semáforo en rojo–. Uff, ha estado intenso– suelto una risita viéndolo.

–Vas todo sudado– paso mi palma por su frente en donde había una ligera capa de sudor.

–Los nervios– tamborilea sus dedos en el volante al ritmo de la canción mientras tararea "Sin señal" de Quevedo.

–Tranquilízate, confío en tus habilidades como conductor responsable– le doy un apretón a su muslo y una sonrisa se dibuja en sus labios mientras sigue cantando y moviendo su cabeza al ritmo de Quevedo.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora