Fate | Pedri González

Capítulo 18

Pedri González

Me remuevo en la cama para acomodarme mejor. Inhalo y siento el perfume de Amaia impregnado en su cabello.

Abro lentamente los ojos para encontrarme que mientras dormíamos hemos cambiado de posición, ella con su espalda pegada a mi pecho, mi cabeza en el hueco de su cuello y uno de mis brazos atrayéndola hacia mí.

Noto que tiene sus dedos enlazados a mi mano que la abraza.

Por la poca luz que entra a la habitación puedo decir que todavía es muy temprano, por lo que le doy un beso en el cabello a Amaia y vuelvo a acomodar mi cabeza en el hueco de su cuello para quedarme dormido de nuevo.

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Voy saliendo de mi profundo sueño cuando siento que me acarician el cabello. Abro los ojos perezosamente para encontrar a Amaia despierta.

–Buenos días, dormilón– dice divertida mientras sigue pasando sus dedos por mi cabello.

–Mmm, buenos días morena– digo con voz ronca, ella me da un beso en la frente–. ¿Hace cuánto estás despierta?

–Hace como una hora– dice ahora acariciándome la mejilla.

–¿Me estabas viendo dormir?– pregunto alzando una ceja divertido.

–No quería despertarte, te veías muy lindo–siento mis mejillas un poco calientes.

–Tienes un don para hacerme sonrojar– acaricio su cintura.

–Y te ves adorable– escondo mi cara en el hueco de su cuello, ella ríe–. Justo ahora los chicos están sufriendo en el gimnasio– dice viendo su móvil.

–Que bueno no estar en su posición– ella teclea algo en el móvil.

–Voy a ver a Ferran en un rato– deja su móvil a un lado, la pego más a mí.

–No te vayas– ella envuelve sus brazos alrededor de mi torso.

–Supongo que puedo estar un rato más aquí– dice mientras sigue acariciando mi cabello.

–¿Quieres que vayamos a la piscina antes del partido?– pregunto y asiente.

–Me parece genial.

Nos quedamos un rato más abrazados mientras hablamos de cosas banales.

–Pedri... tengo que ir a ver a Ferran– asiento lentamente.

–Yo iré a tomar una ducha– me siento en la cama.

–¿Nos vemos en el gimnasio?– pregunta poniéndose de pie.

–¿Hay algo mejor que ver a los chicos sufrir?– pregunto y ella ríe.

–Que malo eres– se acerca a mí y me da un corto beso en los labios–. Nos vemos en un rato entonces.

Ella sale de la habitación y me encamino al baño para poder cepillarme los dientes.

Cuando estoy empezando a desvestirme mi móvil empieza a sonar.

Dejo la camiseta que me había quitado recién y tomo mi móvil de la mesita de noche. Es una videollamada entrante de Fer.

–¿Qué tal, hermanito?– es lo primero que pregunta cuando atiendo la llamada.

–Bien, recién me estoy despertando– paso una mano por mi cabello.

–Y aquí son... casi las 16:00– hace una pausa para chequear la hora en su móvil.

–¿Qué tal todo por allá? ¿Has hablado con papi y mami?– pregunto acomodándome en la cama.