Capítulo 62

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Doblamos una esquina mientras seguimos conversando, bajamos por el túnel que sale al campo y nos encontramos con Pablo y Laporta aún dentro.

–¿Los demás están afuera?– les pregunto.

–Han salido hace un rato– me responde Laporta.

–No te pongas nervioso, Pabs– lo anima su hermana.

–Gracias, Rora– responde Pablo.

–Trata de sonreír y quitar esa cara de asco que te cargas siempre– le digo yo y Aurora a mi lado ríe, una sonrisa aparece en la cara de Laporta.

–Vale, vale, fuera– me echa el sevillano.

–Suerte– le decimos al unísono antes de subir las escaleras al campo.

Segundos después de que salimos aparece Pablo con Laporta y caminan hacia el campo.

El estadio se llena de aplausos y vítores para el sevillano.

Veo la oportunidad de sacarle una foto a Pablo ahí en donde estaba. La subo a mis historias antes de caminar hacia Pedri.

–Tu agua, canarito– da un salto en su lugar, asustado porque le he aparecido de la nada

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–Tu agua, canarito– da un salto en su lugar, asustado porque le he aparecido de la nada.

–Hostia puta– se da la vuelta rápidamente para verme, empiezo a reír.

–Eres muy asustadizo– él toma la botella y me mira mal mientras le da un sorbo.

–No te aparezcas por detrás de las personas, les darás un paro cardíaco.

–¿Tan mal me veo?– pregunto haciéndole un puchero.

–¿En serio preguntas si te ves mal?– deja la botella a un lado y me toma de la cintura, se inclina a mi oído y susurra–. Tengo unas malditas ganas de besarte cada vez que abres esta boquita para hablar– acaricia mi labio inferior con su pulgar mientras sonríe de lado.

–Pues vas a tener que esperar– dejo dos palmaditas en su pecho, luego le doy un sorbo al champagne.

–Cuando no te des cuenta te beso.

–Claro, no te atreves– eleva una ceja, divertido.

–¿Me estás retando?– trago grueso al escuchar el tono seductor en su voz.

–Tómalo como quieras– me encojo de hombros y en un abrir y cerrar de ojos tengo sus labios sobre los míos.

Mis ojos se abren de la sorpresa, me pega a su cuerpo y le devuelvo el beso dejándome llevar, me separo cuando escucho a los aficionados aplaudir, Pedri empieza a reír.

–¿Qué crees qué haces, Pedro? Hay un montón de personas en las gradas– me llevo la mano libre a la cabeza.

–Gradas que están sobre nosotros, nadie nos ve– señala que estamos casi debajo del techo del banquillo–. Se notaba que lo disfrutabas.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora