Capítulo 70

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🎧 Columbia~ Quevedo

"Porque sé que solo tú te ríes mientras chingamos en el cuarto a poca luz"

Amaia Martínez

–¡Hemos clasificado!– grito de euforia al igual que todos los aficionados españoles al ver a España clasificarse para la Final Four de las Nations League.

–¡Vamos!– exclama Alice feliz porque su esposo ha sido el autor del gol de la victoria.

–Ve a buscar a tu canario– me anima Sira.

–Las veo luego– salgo de las gradas y me dirijo al pasillo del túnel.

Tengo que mostrar mi identificación para que me dejen pasar y cuando lo hacen entro a los vestuarios.

Pasan varios minutos hasta que empiezo a escuchar voces y pasos afuera.

–¡VAMOS!– escucho el grito de mi cuñado.

–¡Clasificamos!– escucho ahora a Asensio.

La puerta se abre de golpe y como estoy detrás de una esquina el valenciano no me ha visto.

–¡La puta madre, Amaia Martínez ya van dos veces!– exclama dando un salto del susto cuando me mira.

–¿Ya está aquí?– pregunta Yeremy entrando.

–Quédate ahí que ya vienen– me dice Asensio.

–Venga, que te tengo una sorpresa– escucho a Pablo desde el pasillo.

–Te lo he dicho ya, sea lo que sea espera hasta mañana, no tengo ganas de más sorpresas– mi novio se escuchaba entre cansado y fastidiado.

–Pero es que no puede esperar– por la cercanía de su voz deduzco que están en la puerta.

–Ya está aquí– susurra Ferran.

–¿Tan importante es?– pregunta Pedri, el sevillano aparece en mi campo de visión y cuando me mira sonríe de lado.

–No lo sé, juzga por ti mismo– tira de mi muñeca y me saca de mi escondite.

–Tan poco le importo– hago un puchero y Pablo asiente.

La cara del canario se descompone y muestra sorpresa absoluta.

–¿Ya ves? Mejor regresa al club de los solteros– me da una sonrisa al ver la cara de Pedri.

–Si quieres me escondo de nuevo y salgo hasta mañana– le digo ahora al canario.

Reparo en su aspecto, su cabello estaba mojado por el sudor y se le pegaba a la frente, sus pómulos tenían el característico color rojo que siempre tenía en los partidos.

Me doy cuenta que iba sin camiseta, sus abdominales se miraban brillantes por la fina capa de sudor que los cubría.

Y para ponerle la cereza al pastel, veo que la banda izquierda de sus shorts estaba baja, junto con la de sus bóxers, revelando la piel de su cadera y un poco bajo su línea V.

–¿Maia?– pregunta estupefacto, deja caer la camiseta al suelo.

–No cabrón, es mi fantasma que viene a verte– ruedo los ojos y los chicos ríen ante lo que digo.

Eso parece sacarlo de su trance.

–En serio estás aquí– se abalanza hacia mí, sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura.

–Lo prometí– lo envuelvo en mis brazos y él esconde su cara en mi cuello en donde deja varios besos, haciéndome reír–. Felicidades, campeón– se separa para verme y una sonrisa se dibuja en su cara cuando coloco una mano en su mejilla y la acaricio.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora