Capítulo 41

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–Mucha suerte mis niños– les digo en los vestuarios, ya se estaban poniendo la camiseta dorada que usarían hoy contra la Real Sociedad.

Hace dos horas habíamos llegado a la Reale Arena, eran casi las 2:00 p.m por lo qué el partido estaba a minutos de empezar.

–Quiero un gol, Robbie– Lewy asiente.

–Haré todo lo posible– me da un abrazo y se lo regreso.

–Luego nos contarán porque ustedes están más cariñosos de lo normal– dice Ferran al ver que Pedri no se quiere despegar de mi lado.

–De hecho si hay una razón para que Pedrito esté de pesado– intento soltarme de su agarre.

–Uhh, te acaban de llamar pesado– dice Ale subiendo sus calcetas.

–Ya ni me sorprende, me maltratan– hace un puchero.

–Tú porque eres tonto, si yo no te trataba así pero me cambiaste– dice el sevillano.

–Ya bésense– les digo y los chicos ríen.

–Tú nunca usas mi camiseta, y soy tu tío– dice Gerard acercándose a mí al verme con la camiseta de Pedri.

–Y tienes algo que explicar, Geri– respondo, Pedri me mira de reojo y sonríe.

–Oh no, ¿qué he hecho?– pregunta tomándome de los hombros y sacudiéndome un poco.

–Olvidaste hacer algo, esa es la cosa– le doy una mirada a los que lo sabían también–. Al igual que Jordi, Busi, Xavi, Leo, Andrés y mi padre.

–¿De qué estás hablando?– pregunta Jordi confundido.

–Luego les contamos– dice el canario.

–¿Tú crees que voy a poder jugar con esa intriga?– pregunta Busi.

–Que yo sepa no he hecho nada malo– sigue Geri quebrándose la cabeza.

–Que después, pesados– les responde Pedri.

–Eso los incluye, cotillas– digo mientras les lanzo una mirada de advertencia a Ferran y a Pablo que se han ido acercando a nosotros para preguntarnos.

–Ala, yo quería saber– se cruza de brazos el sevillano.

–Ahora vamos, que dentro de nada salen al campo– les digo.

–Y tú ve a deslumbrar a las cámaras usando la camiseta del niño este, a ver qué tal te va– dice Busi dándome un empujoncito juguetón.

–Fuera, todos– ellos van saliendo y me voy con Pablo Torre al banquillo.

Cuando tomo asiento a su lado veo que el cántabro estaba inspeccionando mi collar.

–¿Puedo?– me pide permiso para tomar los dijes, asiento–. Es muy lindo– pasa su pulgar por el elefante–. ¿Es un 2009?

–Es correcto– sonrío, él frunce el ceño.

–¿Que significa?– yo sonrío y él suelta la cadena.

–Ya les contaremos, Pablito– desordeno su cabello y el cántabro ríe haciendo lo mismo con el mío.

Pronto somos interrumpidos por el silbato del árbitro que indica el inicio del partido.

–Ostia, ostia...– Torre empieza a decir a mi lado, mi mano aprieta su antebrazo y la suya el mío–. ¡Vamos!– exclama poniéndose de pie al igual que todo el banquillo al ver el primer gol.

–¡Eso Robbie!– abrazo al cántabro y voy al lado de Xavi que me abraza inmediatamente.

El polaco celebra con los chicos, hace su típica celebración y lanza un beso a las cámaras, se lo ha dedicado a su esposa.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora