Capítulo 34

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Pedri González

Voy lo más rápido que puedo a los vestuarios para buscar mi móvil, lo saco de mi bolso y marco el número de mi hermano.

–¿No estás en entreno tú?– es lo primero que pregunta cuando los coge.

–En un momento pero es que ha pasado algo– respondo.

–¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?– pregunta mi hermano seriamente.

–Estoy bien, es Amaia– digo mientras camino de vuelta a la cancha.

–¿Qué pasa con mi cuñada?– pregunta en tono preocupado–. ¿Ella está bien?

–Parece que la lluvia de ayer la ha afectado y está hirviendo como tetera– digo entrando a la cancha.

–Joder– dice mi hermano y escucho ruido del otro lado de la línea.

–¿Puedes hacerme un favor?– le pregunto.

–¿Irla a buscar? Ya estaba poniéndome las deportivas.

–Gracias, Fer– sonrío.

–No te preocupes, hermanito– escucho que abre y cierra la puerta–. Estoy ahí en cinco para rescatar a mi cuñis– cuelga y voy hacia donde está Maia siendo abrazada por mi mejor amigo.

–Fer estará aquí en cinco– ella me da una mirada un poco enfadada.

No quería que molestara a mi hermano porque según ella no es nada, pero no quiero discutir por algo así, me lo agradecerá luego.

–Acompáñala a la salida y luego regresas– me dice Xavi y asiento–. Y tú cariño, ni se te ocurra estar de cabezota y decir que estás bien, no te ves bien, descansa y mañana ya veremos si vienes.

–Está bien– responde simplemente, Xavi le da un beso en la coronilla y los chicos se despiden de ella.

–Le diré a Sira que vas a estar en casa de los González– dice Ferran, ella da un pequeño asentimiento y se despide de su cuñado.

–Ya he avisado a seguridad que dejen pasar a Fer– escucho decir a Óscar antes de salir con Amaia de la cancha, buscar sus cosas en los vestidores y caminar a la salida.

–Ya sé que estás enfadada pero tenía que hacerlo– rompo el silencio que se ha creado entre nosotros.

–Yo he dicho que estoy bien, no había necesidad de incomodar a Fer– responde dándome una mirada que se sienten como dagas atravesándome.

–No voy a discutir por esto contigo, no estás en condiciones, Maia– respondo dando un suspiro.

–Tú no tomas decisiones por mí– responde con claro enfado en su voz.

–Solo me preocupo por ti– intento tomar su mano pero ella la aparta.

No voy a negar que me ha dolido un poco que se haya alejado así de mí.

–Que estoy bien, Pedro– responde tocando su cabeza.

Se está haciendo la fuerte, lo puedo ver en su cara, por dentro está muriéndose.

–No voy a discutir más esto contigo– respondo pero ella ni me vé.

Llegamos al parking y veo un Cupra negro entrando y deteniéndose frente a nosotros.

–Llévala a casa Fer, yo llego en unas horas– abro la puerta del copiloto para que entre.

–No te preocupes, estará bien– dice dándome una pequeña sonrisa.

–Te amo y te veo luego– le digo a Amaia.

Ella solo me mira, dejo un beso en su mejilla y mi hermano al ver que no me contesta me mira interrogante, le hago una seña de que luego hablamos.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora