Capítulo 84

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–¿Fer?– pregunto confundida.

Pedri no me dijo que vendría.

–¿Amaia?– pregunta sorprendido.

–No sabía que estabas aquí– lo abrazo y él me devuelve el abrazo.

–Pepi es un distraído– el ríe y se separa de mí para verme–. Te ves guapísima, casi ni te he reconocido.

–No seas exagerado– le doy un golpecito en el hombro.

–Joder, ahora eres de mi tamaño– mira mis tacones–. Eso es hacer trampa.

–Pocas veces llego a estar a la misma altura que ustedes– elevo mi barbilla y él ríe.

–¿Buscabas a mi hermano?– pregunta y asiento–. Ven, que yo estaba con ellos– me guía por el pasillo y luego abre una puerta.

–Pablo deja de moverte– dice una chica que estaba intentando peinar su cabello mientras un chico le estaba arreglando las muñecas a su camiseta.

–Lo siento, estoy nervioso.

–Contrólate, chaval– dice Fer.

–¿Dónde estabas tú?– escucho ahora la voz de mi novio.

–Aquí puede estar el aire acondicionado a tope pero ni se siente del calor que hace, por eso he salido a dar una vuelta– se queja Fer–. Además he traído a alguien– mi novio que estaba de espalda se da la vuelta.

–Madre mía...– Pedri queda a mitad de abotonar su chaleco cuando sus ojos se fijan en mí.

–Cierra la boca– digo divertida.

–Maia, estás... wow... guapísima– se ha acercado y toma mis manos mientras aún me da un repaso completo.

–Gracias, canario– casi se me hace agua la boca de verle vestido tan formal.

Pedri con traje debería ser algo ilegal.

O por lo menos traer una advertencia de que se te van a mojar las bragas.

Porque madre mía.

Las mías salieron volando.

–¿Alguien ha visto mis bragas?– pregunto colocando una mano en mi frente e inspeccionando la habitación.

–Calla, calla– el canario suelta una risita.

–Yo he visto tus bragas– responde el sevillano acercándose con una mueca de asco.

–Estamos a mano ahora– le tiendo mi mano y me la estrecha.

Pablo iba igual con un chaleco pero diferente al de Pedri, de ahí los pantalones y los zapatos eran idénticos.

–Que fea te ves– me vacila el sevillano.

–Tú estás peor– le sigo la corriente, el ríe y me abraza de lado.

–Estás muy guapa– luego voltea a ver a Pedri–. Y tú deja de babear, vas a inundar la habitación– lo vacila y su mejor amigo le da una colleja.

–¿No piensan estar listos pronto? Tardan más que las mujeres y luego se quejan– ruedo los ojos.

–Has venido a interrumpir– se defiende Pedri terminando con su chaleco mientras me da un repaso rápido.

–Pedri es el que más ha tardado– interrumpe el sevillano.

–Hombre, a ti te han vestido casi por completo, yo lo he hecho solo– se defiende el canario.

–Eso era secreto– se queja Pablo, suelto una risita, Fer lo mira divertido.

–¿No sabes ponerte una pajarita?– le pregunto a mi novio cuando lo veo luchar con el cuello de su camisa.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora