Capítulo 92

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Amaia Martínez

–¡Venga, esta vez más lento!– grito para que los chicos puedan escucharme desde donde estaban.

Estábamos casi por terminar la sesión de recuperación, pero para estos tíos todo era una competencia.

–A Pablo lo veo con ganas de dar tres vueltas corriendo a toda velocidad por el campo– digo colocando mis manos en mis caderas.

–No quiero– se cruza de brazos el sevillano.

–Pues entonces deja de competir con Ale y Ansu y corre lento, lo vas a agradecer– le digo divertida.

–Ellos me retan, yo respondo– se defiende.

–Y ustedes dos también tranquilícense– señalo a los morenos con mis dedos mientras alzo una ceja.

–¡Qué mandona que estás hoy, tía!– exclama Jordi.

–A Pedri le encanta– los chicos ríen.

–Soy inteligente por eso no protesto, de verdad, cállense y hagan caso– lo abuchean.

–Gracias, canario– le agradezco.

–Lo perdimos, esta domadísimo– Eric le palmea la espalda.

–¿Qué le has hecho tía?– me reclama Ansu.

–Yo nada– llevo rápido el silbato a mis labios.

–¡El que llegue de último es virgen!– exclama Ferran y salen a toda velocidad hacia mí.

–¡No se vale, imbécil!– exclama Pablo que se ha quedado de último.

–Ni mentira es– lo vacila Geri, contengo la risa por la cara del sevillano.

–Que pesados que sois, de verdad– les muestra el dedo medio y río.

–Vale, dejarlo en paz– lo defiendo.

–¿Ya terminamos? Estoy reventado– Ale se deja caer en el césped.

–Porque han decidido no hacerme caso hoy y si, ya terminamos– les digo con una sonrisa.

–Por fin– Pablo se deja caer al césped y se une a Ale.

Río y camino a la banca en donde he dejado mi móvil ya que les estaba midiendo algunos tiempos antes.

Reviso los mensajes y como siempre no hay nada.

Me había puesto en contacto con una agente inmobiliaria para que me mostrara algunas opciones de apartamentos y quedó en contactarme hoy a una hora específica pero no hay ningún mensaje.

–Te veo abajo que quiero que salgamos– dice mi novio acercándose con una sonrisa.

–Umm... no lo sé...– veo mi móvil.

–¿Ya tienes algo que hacer?– pregunta.

–Olvídalo, estoy libre.

–Vale, voy a ducharme– deja un corto beso en mis labios y baja las escaleras alegremente.

Que raro.

–¿Qué tienes, fea?– me pregunta Pablo pasando un brazo por mis hombros mientras bajamos las escaleras juntos.

–Estaba esperando un mensaje porque estoy buscando un lugar para mudarme– le explico.

–Vale, ¿y qué pasó?

–Se supone que hoy iba a ver algunos apartamentos pero la chica que quedó de contactarme aún no lo ha hecho.

–Seguro está ocupada y se le ha olvidado. Escríbele más luego para preguntarle.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora