Capítulo 36

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Amaia Martínez

Me muevo en la cama y estiro mis manos buscando a Pedri pero solo siento la sábana cálida en donde su cuerpo debería de estar.

–Shh, vuelve a dormir, yo debo irme– dice acariciando mi cabello, abro mis ojos perezosamente encontrándolo con el cabello húmedo y ya vestido.

–¿A dónde vas?– pregunto un poco desubicada, mi cerebro aún no procesa.

–A entrenar, amor– ríe suavemente.

–Pero si yo te entreno, tengo que ir contigo– hago ademán de sentarme pero él me devuelve a la cama.

–Xavi te ha dado el día libre, ¿recuerdas?

–Oh, es cierto– recuerdo el texto que me llegó ayer en la noche.

–Te ha dado un poco de fiebre en la noche pero te ha bajado– él toca mi frente y sonríe–. Ya estás casi normal.

–¿Cómo sabes que me dio fiebre?– pregunto porque ni yo lo recuerdo, reparo en su cara, tiene ojeras un poco marcadas bajo sus ojos–. No me digas que te has desvelado por mí.

–Te he estado chequeando cada dos horas– confirma.

–Pedro, tienes entreno, no puedes no dormir– digo preocupada.

–El preocupado debería ser yo por ti, no viceversa– el da un pequeño bostezo pero se recompone–. Estoy bien, amor– dice cuando le doy una mirada de reproche.

–Dime que no vas a conducir así– el miedo se apodera de mí.

–No, Ferran pasará por mí en unos minutos con Pablo– asiento un poco más tranquila.

–¿Que el cuñis qué?– pregunta el nombrado entrando a la habitación, el sevillano detrás de él.

–¿Cómo te encuentras, fea?– pregunta Pablo acercándose a mí y abrazándome–. Además de más fea de lo normal.

–Soy una bola de gérmenes Gavira, te voy a contagiar– intento soltarme de su abrazo asfixiante.

–No me importa– dice casi que levantándome de la cama por la fuerza con la que me abraza–. Óscar nos tortura más de lo que lo haces tú, no me importaría enfermarme.

–Tranquilo, que está débil– dice Pedri soltando una risita al ver mi cara.

–Uh oh, lo siento Maia– él me suelta y me deja sentada en la cama.

–Te ves fatal, estrellita– Ferran me abraza.

–Muchas gracias, Ferri– pellizco su mejilla derecha con fuerza.

–Joder, es broma– intenta soltar mi mano.

–¿Desayunaste payaso hoy?– le pregunto.

–A tu hermana, querrás decir– responde el valenciano.

–Ay que asco– decimos Pablo y yo al unísono poniendo la misma cara que la otra vez.

–Tío, son igualitos– dice Pedri riendo al ver nuestras caras.

–Son Leo– dice Ferran.

–No nos ofendas– le recrimino.

–¿Y tú por qué pones esa cara si haces tus cositas con este?– Ferran le da una palmada en la espalda a Pedri.

–No me metas en sus peleitas de cuñados que no pinto nada ahí– dice Pedri sonrojándose.

–Hombre, mira como se ha puesto– lo señala Pablo riendo.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora