Capítulo 89

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Amaia Martínez

Me da la vuelta, pegando mi espalda a su pecho, mientras sus manos serpentean por mi abdomen y suben a mis pechos masajeándolos lentamente.

Una de sus manos abandona mi pecho para apartar mi cabello hacia un lado. Empieza a dejar besos húmedos por mi cuello y tiro mi cabeza hacia atrás mientras mi respiración se va haciendo cada vez más agitada.

–Pedro...– digo con dificultad, mis ojos se cierran y siento la humedad crecer cada vez más entre mis piernas.

Me da la vuelta de nuevo y junta sus labios con los míos. Le sigo el beso con un poco de dificultad mientras mis manos vuelan para soltarle el cinturón.

Me ayuda a deshacerse de su camiseta y de su pantalón hasta quedar solamente en unos ajustados bóxers negros.

Me guía hacia la cama y me acomodo sobre las almohadas, Pedri acaricia mi cintura y deja un beso en mi frente antes de separarse con una sonrisa de lado.

Lo miro sin entender nada.

–Déjame probar algo diferente– toma el borde de mis bragas y las baja lentamente hasta sacarlas–. Abre las piernas, nena– sus mejillas estaban ligeramente teñidas de rojo y las mías al sentirse calientes, podía decidir que estaban iguales.

Mi respiración se acelera más mientras abro las piernas lentamente, sintiéndome bastante expuesta.

Me toma de los muslos y baja sin romper el contacto visual. Cierro los ojos y suelto un jadeo al sentir su lengua posarse en mi centro.

–¿Así se siente bien?– pregunta, asiento mientras muerdo mi labio inferior.

Mueve su lengua de arriba hacia abajo y sus manos se mueven a mi culo para poder tirar de mí y acercarme mucho más a su boca.

Muerdo mi labio inferior fuertemente para evitar gemir.

–Tranquila amor, grita todo lo que quieras, las paredes están insonorizadas para la suerte de Pablo– mis ojos se abren al igual que mi boca ante lo que dice.

–¿Y tú cómo sabes eso?– pregunto con dificultad entre jadeos, deja besos y caricias en el interior de mi muslo derecho.

–Le he preguntado a Laporta– suelto una carcajada, el ríe con su boca sobre mi muslo, en donde deja un corto beso.

–Oh Dios mío Pedri, no lo puedo creer– acaricio su cabello.

–Me ha visto divertido pero no ha dicho nada– dice antes de volver su atención a mi centro–. Aunque supongo que se hizo una idea de para que preguntaba– dejo caer la cabeza sobre las almohadas y suelto una risa divertida.

–Amor...– susurro al sentir uno de sus dedos empujarse lentamente dentro de mí.

Tomo su cabello fuertemente y lo pego más a mí. Introduce otro dedo y no puedo soportarlo más, me dejo envolver por el placer y suelto un gemido ahogado.

El lento bombeo de sus dedos y su lengua sobre mi clitoris era como estar en el cielo.

–¡Pepi!– exclamo.

–Muévete conmigo– lleva su mano libre a mis caderas para guiarme con movimientos circulares sobre sus dedos y boca–. Lo estás haciendo genial.

Vuelvo a cerrar los ojos fuertemente y mi espalda se arquea fuera de la cama mientras intentaba no perder el control. Mis caderas encuentran el ritmo, mi respiración se vuelve más agitada y mis gemidos más fuertes.

–Pedri, ¡Pedri!...– no podía controlarme más.

Mis piernas se cierran involuntariamente alrededor de su cabeza. Me mira complacido.

Fate | Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora