#12 El ángel caído de la guerra y el engaño

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?: Riof... -vio caer una pluma negra de la espalda del chico- ¿qué eres?

Riof: no puedo decirlo, pero no te lastimaré así que no tengas miedo de mí.

?: lo sé... entonces no preguntaré más.

Riof: ¿cómo te llamas niño?

?: mi nombre es Aki, tengo 9 años.

Riof: de acuerdo, Aki, no te muevas de este lugar, -tomó la hoja de un árbol y le escribió algo- ten, te protegerá de malos espíritus, no funciona con personas normales.

Aki: ¿normales?

Riof: ¿dije normales? Olvídalo, solo te protegerá de malos espíritus así que debes mantenerte oculto.

Aki: ¿eres un sacerdote o algo así?

Riof: -se quedó en blanco mientras buscaba una buena excusa- bueno... yo... exorcizo demonios... para la ¿iglesia?

Aki: ¿qué iglesia?

Riof: católica.

Aki: ¿y cómo es esa iglesia?

Riof: bueno... no sabría decirte justo ahora, la verdad es que he estado lejos de ella mucho tiempo, solo sé que luchamos para liberar a las personas de sentimientos impuros.

Aki: ¿liberarás a mi pueblo?

Riof: haré lo que pueda, ya quedará en manos de ellos que hacer después.

"Sé que esos dos son los que tienen envenenada a la gente así que debo deshacerme de ellos, después tendré que hacer un gran trabajo de limpieza con todos los demonios y criaturas que rodean e invaden el pueblo, pero... ¿qué hará la gente después? Este plan es una locura, es demasiado para mí".

Miró al cielo y se le ocurrió una idea, le dijo a Aki que ya debía irse y lo dejó oculto, se alejó manteniendo siempre en la vista el lugar donde dejó al niño.

Riof: -volvió a su forma real- es la única a la que puedo recurrir en este momento, debe estar furiosa... –se arrodilló, juntó sus manos y empezó a recitar unas palabras- ...Bárbara te necesito.

Tenía los ojos cerrados y cuando terminó de rezar los abrió, no vio nada así que se levantó decepcionado cuando vio como algo se acercaba volando desde el cielo, antes de decir o hacer nada Bárbara lo abrazó y lo sostuvo con fuerza mientras estaba volando en el aire, aleteando en un mismo lugar.

Bárbara: Riof... te extrañé mucho, ¿por qué te fuiste sin decir nada? Estaba muy preocupada.

Riof: am... sí... por favor bajemos, necesito que seas muy discreta.

Bárbara: ¿hm? 

Bajaron, se sentaron uno al lado del otro en el suelo y Bárbara muy contenta besó a Riof en la mejilla y luego volteó su rostro para besarlo en la boca, él sostenía la mano de Bárbara con la suya y respondía bien a las muestras de afecto, aunque en el fondo se sentía culpable y confundido.

Riof: oye, necesito tu ayuda con algo muy serio.

Bárbara: ¿qué sucede?

Riof le explicó todo y le dijo lo que le había contado Aki, que sabía el riesgo que corría al intervenir, pero no era algo que pudiera dejar a medias.

Bárbara: yo puedo encargarme de todo sola, no debes arriesgarte.

Riof: es mucho que hacer, además, no son simples demonios, son ángeles caídos al igual que yo y sabes lo tramposos que pueden ser.

Bárbara: entonces no perdamos tiempo, vamos ahora.

Riof: sí, pero yo voy delante, tú cúbreme.

Bárbara asintió y fueron juntos al pueblo, aunque quien entró fue Riof con total naturalidad mientras la gente volvía a organizar todo para el sacrificio, esta vez era la madre del niño, que, aunque no se resistía lloraba mucho, su esposo lucía muy frustrado mientras otras dos mujeres trataban de confortarlo. El monje estaba recuperado y volvió a su posición, algunos hombres cercaban las entradas del pueblo y vigilaban para que no hubiera interrupciones, también sostuvieron una gallina a cada lado de la mesa.

Tsumi no akuryō (los demonios del pecado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora