#21 El calabozo de la doncella

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Senshi descansó un rato y se levantó para salir.

Ann: tus tacones están junto a la camilla, y aquí está tu adornito para la cabeza –se lo entregó-.

Senshi: -se puso los zapatos- ok, -tomó el pañuelo y se lo colocó- gracias.

Ann: descuida.

Senshi: y gracias por todo lo demás.

Ann: es un placer.

Senshi salió y la llamaron para hablar con el mayordomo, asique fue a la cocina y se sentó en una de las sillas a escuchar el sermón.

Mayordomo: ¿qué fue lo que pasó?

Senshi: me tropecé y me caí, pero si hubo daños lo pagaré.

Mayordomo: bueno las cremas se exprimieron al chocar con tu cabezota y embarraron el piso... ¡¡¡PERO YO NO TE CREO QUE TE HAYAS TROPESADO!!!

Senshi: oiga, cálmese, eso fue lo que pasó ¿por qué le mentiría?

Mayordomo: -se recompuso y se acomodó un poco el chaleco- bueno, yo creo que tú te pusiste a escuchar a través de la pared lo que hacia la señorita en su cuarto y al escuchar algo desagradable te asustaste y caíste, aunque sigo sin entender como chocaste con tanta fuerza contra la pared.

Senshi: ¿a qué se refiere con algo desagradable?

Mayordomo: así que fingirás demencia, muy bien, entonces tendré que aceptar tu excusa y dejar que continúes con el trabajo, pero haré que pongan cámaras en los cuartos para huéspedes por si acaso hay otra situación sospechosa –se le acercó a la cara de Senshi- ¿de acuerdo?

Senshi: sí señor.

Riof volvió a entrar al mismo cuarto en donde Senshi estaba limpiando antes y donde Gabriel aún espiaba a la afamada muchacha.

Riof: Gabriel.

Gabriel: -sacó la cabeza de la pared- ¿sí?

Riof: no tengo buenas noticias.

Gabriel: ¿Senshi está bien?

Riof: ella si está bien, pero otras personas no.

Dos mucamas estaban limpiando la sala y un chofer que acababa de llegar con una elegante mujer las vio.

Chofer: hola chicas.

Ambas lo saludaron.

Mucama 1: -vio que tenía un tatuaje de un pequeño fénix en el cuello- ¿te hiciste un nuevo tatuaje?

Chofer: si, pedí permiso a la patrona para que no me fueran a regañar por ser "antiestético" ¿no? –comenzó a reír-.

Mucama 1: si, -*enojada*- está lindo –comenzó a pasar el plumero de forma agresiva-.

Chofer: ¿estás bien?

Mucama 1: ¿por qué mi mamá no me deja hacerme un tatuaje? Ya tengo 19, ¡tengo derecho!

Movió el plumero de golpe y tiró un florero al piso, obviamente se rompió en mil pedazos al primer contacto con la madera.

Mucama 2: pero ¿qué hiciste?

Mucama 1: lo siento, fue un accidente.

Mucama 2: si claro, pero a ti te lo perdonarán porque tu mamá es amiga del mayordomo.

Mucama 1: ¿acaso dices que soy un consentida? Solo eres una vil envidiosa.

Mucama 2: ¿envidia? -*sarcasmo*- Si, como no, –tomó una escoba y una pala- ¿qué podría querer yo de ti? Eres patética.

Tsumi no akuryō (los demonios del pecado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora