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Después de la cena de cumpleaños, Martina notó que Lourdes estaba actuando de manera diferente, como si hubiera puesto distancia entre ellas

No habían vuelto a escucharse golpes en la pared que separaba sus despachos, y tampoco habían salido juntas a comer. La relación entre las dos se enfrió en los días siguientes, y Martina se sentía triste. Sabía que la ojiverde no había hecho nada malo y que su relación profesional seguía intacta, pero no entendía por qué la otra mujer se había alejado de ella.

-¿Pasa algo?- preguntó Micaela con voz dulce, sacando a la morocha de su trance

-Perdon, ¿qué decías?- respondió Martina mirando a su secretaria.

-¿Estás bien?- preguntó Mica con algo de preocupación -Te distrajiste mirando la pared-

Martina negó y trató de concentrarse -No, está todo bien. Por favor, repíteme la agenda de hoy-

Micaela la miró con preocupación pero decidió no entrometerse y continuó recitando los compromisos de la mujer para ese día. Después de repasar el plan del día, Martina le indicó que podía salir.

-Si necesitas algo, estoy para hablar...- comenzó a decir Micaela, pero la morocha la interrumpió.

-De verdad, estoy bien-

La secretaria salió del despacho no muy convencida y se dirigió a su mesa.

-¿Y esa cara?- preguntó Guadalupe al ver a Micaela con una expresión seria.

-Estoy preocupada por Martina- respondió. Guadalupe señaló el despacho de Lourdes y levantó las cejas -No sé si es por ella-

-Es por ella, estoy segura- afirmó con confianza.

La mas alta negó con la cabeza y volvió al trabajo, pero en el fondo estaba de acuerdo con su amiga.

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Lourdes estaba plenamente consciente de sus acciones. Sabía que Martina se sentía atraída por ella de alguna manera, y aunque ella también sentía algo, había decidido alejarse un poco desde la noche del cumpleaños de la morocha

En los días siguientes, se arrepintió de haber ido a la cena. Había sido más fácil, sobre todo considerando que Martina no la había invitado desde el principio. Sin embargo, ya no podía cambiar nada, pero aún así, sabía que debía distanciarse.

A pesar de seguir siendo amable y profesional con la otra mujer, sus interacciones fuera del trabajo habían desaparecido por completo y Lourdes podía percibir la decepción en el rostro de Martina

Esa mañana, la ojiverde estaba absorta en sus pensamientos con la mirada fija en la pared que compartía con Martina, imaginando lo que la otra mujer estaría haciendo al otro lado. Sin embargo, fue interrumpida cuando llamaron a su puerta y la mujer de sus pensamientos asomó la cabeza.

-¿Puedo pasar?-

-Sí, pasa- respondió Lourdes enderezándose en su silla.

Martina se acercó al escritorio y la ojiverde notó que parecía algo nerviosa, pero no dijo nada y esperó a que la otra mujer hablara.

-Necesitaba hablar sobre la cuenta que tenemos en la sede de Londres, la de la empresa Torn-

Lourdes sintió cierta decepción al darse cuenta de que Martina solo quería hablar de trabajo. A pesar de haberse distanciado, deseaba recuperar la complicidad que tenían antes, pero sabía que era mejor así.

-La empresa Torn- dijo tratando de recordar todo lo posible -Lo recuerdo ¿Qué pasa con ellos?-

La morocha le explicó el problema que tenían debido a la mala gestión del sustituto de Lourdes, en Londres estaban a punto de perder un cliente importante

-¿Cómo pudieron ofrecerle esos intereses?- La ojiverde habló enojada

Martina se encogió de hombros -No sé, pero es el segundo cliente más importante de Londres y estamos a punto de perderlo-

-Bien- tomo su teléfono y marco el número de uno de sus compañeros en Londres que todavía recordaba.

Martina no escuchaba la conversación del otro lado, pero trataba de seguir la conversación escuchando solo a la mujer que tenía en frente

-Quiero una videoconferencia en una hora con el nuevo Director Financiero y también con Jorge y Laura- Dijo con voz autoritaria -Me da igual que sean las siete de la mañana en Londres, están a punto de perder el 12% de los ingresos de esa sede-

Martina no pudo evitar sonreír ligeramente al verla tan enojada

-En una hora- Repitió Lourdes y después colgó el teléfono con más fuerza de la necesaria -No puedo creer que hicieran esto-

-No te preocupes, lo arreglaremos-

-¿Y si no?-

Martina se encogió de hombros -Si pierden el cliente por un error así... alguien será responsable, pero vos no tenes nada que ver-

-Aun así me siento algo responsable- suspiro -Mi equipo no estuvo a la altura-

La morocha volvió a encogerse de hombros -Ese ya no es tu equipo, por desgracia para vos, ahora yo soy tu equipo-

Lourdes esbozó una sonrisa -Eso no es una desgracia-

Martina trató de no perderse en la sonrisa de la ojiverde, especialmente sabiendo que la mujer estaba siendo tan distante con ella, no quería ilusionarse para volver a decepcionarse.

-En una hora...- hablo rompiendo la lucha de miradas y poniéndose de pie -Nos vemos en la sala de reuniones, no me quiero perder cómo les dices de todo a todos esos ingleses-

La ojiverde esbozó otra sonrisa, sabía que Martina se estaba protegiendo, alejándose para no hacerse más daño y se alegró. Aunque, al mismo tiempo, solo quería que se quedara ahi con ella.

-Nos vemos en una hora- asintió y Martina salió del despacho sin decir nada más.

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Cuando la videoconferencia terminó, Martina estaba impresionada por la capacidad de Lourdes para dirigir y guiar a sus empleados en Londres. La mujer había resuelto el problema en tan solo una hora y a miles de kilómetros de distancia, sin previo aviso.

-Eso fue impresionante- comentó la ojimarron

Lourdes suspiró -Al final, si queres que las cosas se hagan bien, debes hacerlas vos mismo-

-Gracias por salvar la cuenta Lu- dijo Martina sin pensar y ambas se tensaron al escuchar el apodo. Hacía varias semanas que ella no llamaba así a Lourdes

-De nada- respondió y salió de la habitación como si estuviera huyendo de algo, dejando a Martina sola.

-Mierda- murmuró la morocha negando con la cabeza al quedarse a solas.

-¿Hija?- Alzó la vista y vio a su padre asomándose a la puerta de la sala de reuniones en la que se encontraba -¿Estás bien?- preguntó Daniel acercándose a ella. -¿Perdieron la cuenta de Torn?-

-No- respondió Martina -Lourdes manejo todo, todavía tenemos la cuenta-

-Entonces, ¿qué te pasa?- preguntó sentándose en la silla que Lourdes había ocupado anteriormente.

-Nada, papá... no me pasa nada-

-¿Estás segura?-

-Sí- asintio levemente -No es nada, no te preocupes-

-Siempre me preocuparé por vos hija- afirmó Daniel.

-Estoy bien, de verdad- aseguró, dedicándole una sonrisa a su padre.

-No te creo del todo, pero lo dejaré pasar esta vez- la apunto con el dedo -Deja que te invite a comer-

-Bueno- aceptó, poniéndose de pie y cuando su padre hizo lo mismo, entrelazó sus brazos mientras salían de la sala



















Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora