Martina despertó sintiéndose muy mareada pero afortunadamente logró controlarlo y abrió los ojos con molestia. Al mirar a su alrededor, se preocupó al darse cuenta de que no sabía dónde estaba.
Lo último que recordaba era discutir con Lourdes en la terraza del evento pero ni siquiera lograba recordar por qué.
En la mesita de noche vio un vaso de agua y estiró el brazo para tomarlo, a su lado había dos pastillas. Miró a su alrededor, estaba segura de que estaba en la casa de Lourdes pero una pequeña parte de ella sintió ansiedad por si no era así.
Se levantó de la cama y miró por la ventana reconociendo la calle donde había dejado a la ojiverde en varias ocasiones. Por un lado, sintió alivio por estar a salvo pero por otro lado, sintió absoluto terror de tener que enfrentarse a la otra mujer.
Sabiendo que estaba en un lugar seguro, tomó las dos pastillas y se bebió el vaso de agua de un trago. Miró su vestido arrugado y puso cara de disgusto, se sentía increíblemente incómoda pero vio la ropa que habia dejado Lourdes a los pies de la cama con una toalla limpia debajo.
La morocha agradeció inmensamente ese gesto y tomó la ropa dirigiéndose a la puerta que había frente a la cama y que efectivamente era un baño. Se miró en el espejo y puso cara de disgusto al ver su reflejo, su pelo era un desastre y todavía llevaba el maquillaje de la noche anterior, su cabeza le dolía pero no sabía si era peor el dolor de cabeza, las náuseas o la abrumadora vergüenza que sentía por haberse emborrachado de esa manera delante de Lourdes
La mujer se dio una ducha tratando de organizar sus pensamientos y tratando de recordar la noche anterior pero todo era tan borroso que no lo consiguió, no recordaba cómo habían llegado pero sí logró recordar cómo había llorado sobre el hombro de la colorada en la terraza.
-¡Sos un desastre!- se dijo a sí misma
Al salir de la ducha, se envolvió en una toalla y se miró en el espejo. El dolor de cabeza y las náuseas habían desaparecido con el agua pero la vergüenza persistía. Secó un poco su cabello antes de ponerse la ropa que Lourdes le había dejado. Se ruborizó al vestirse con la ropa ajena y se observó una vez más en el espejo, con el pelo mojado y cubierta con prendas prestadas.
Dejó su vestido doblado sobre la cama y depositó la toalla en la cesta de ropa sucia. Se acercó a la puerta entreabierta y escuchó atentamente, aunque la casa parecía en silencio, percibió el murmullo de una televisión al fondo del pasillo.
A pesar de no querer hacerlo, sabía que tenia que enfrentarse a Lourdes tarde o temprano. Tiró de la puerta y se dirigió por el pasillo. Llegó a un amplio lugar que incluía una hermosa cocina y se extendía hacia una sala de estar. Ahí vio a Lourdes sentada en el sofá mirando una televisión con el volumen bajo.
En la mesa delante del sofá tenía una taza de café cuyo aroma hizo retumbar el estómago de Martina. Necesitaba un café urgentemente pero primero debía enfrentarse a la ojiverde
-Lu- susurró para llamar su atención sin querer asustarla. No sabía por qué había usado ese apodo en lugar de su nombre completo
Cuando Lourdes giró, Martina se quedó sin aliento... tenía a una niña en su regazo quien estaba concentrada viendo la televisión pero se giró al sentir a la ojiverde moverse detrás de ella
En lugar de dos ojos verdes, eran cuatro los que miraban a Martina, quien se sentía como un animal indefenso tratando de procesar que había una copia exacta de Lourdes sentada en sus piernas.
-Hija, voy a hablar con mi amiga Martina, ahora vuelvo- dijo la colorada y dejó un beso en el pelo de la pequeña antes de dejarla sentada en el sofá y dirigirse hacia la mujer que seguía paralizada en medio del salón.
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Love - Martuli
RandomDos mujeres que viven en un mundo de hombres luchan día a día para que su trabajo se haga valer pero no saben que pasará cuando sus carreras se junten e inevitable sus vidas también lo hagan