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Martina se despertó confundida, sin saber dónde estaba. Le tomó un tiempo darse cuenta de que estaba en la cama de Mia

Los eventos del día anterior la golpearon tan fuerte que le costaba respirar asi que permaneció en la cama durante varios minutos antes de reunir la fuerza suficiente

Al levantarse se dirigió al salón, aún no estaba lista para ir a su propio dormitorio, y en el piso encontró su teléfono que se le había caído la noche anterior mientras le suplicaba a Lourdes que no se fuera. Al tomarlo, vio que tenía llamadas perdidas y mensajes, pero ninguno de ellos era de Lourdes asi que sin hacer nada y con la certeza de que la ojiverde no quería hablar con ella, decidió bloquear el telefono de nuevo y dejarlo en la encimera.

Después de mirar al final del pasillo durante largos minutos, decidió que necesitaba darse una ducha y, con pesadez, se dirigió a su dormitorio. Como esperaba, la ausencia de Lourdes era evidente en cada rincón; el armario estaba abierto, con un montón de ropa desordenada a un lado y apretó los puños intentando contener las lágrimas, pero no lo logró

Se acercó a la cama, tomó una de las camisetas que Lourdes solía usar para dormir y se fue al baño. Una vez dentro de la ducha, se encontró con la silla de ruedas que la ojiverde usaba para ducharse y se sentó en ella dejando que el agua cayera sobre su piel sin hacer ningún movimiento para lavarse el pelo o el cuerpo. No sabía cuánto tiempo pasó, pero finalmente decidió salir

Regresó al dormitorio solo con la camiseta de Lourdes cubriendo su cuerpo, y se dejó caer sobre la cama pero su mano chocó con algo mientras abrazaba la almohada: un trozo de papel con la letra de Lourdes

Te amo, por favor, perdóname si te hice dudar. Confía en mí

La mujer de ojos marrones apretó el papel entre sus dedos, leyendo una y otra vez las palabras -Confía en mí- susurró

Se sentía completamente perdida, superada por la situación y una vez más leyó la nota. Te amo. Esas palabras la reconfortaron un poco, confiaba en la ojiverde, pero simplemente no entendía lo que estaba sucediendo.

Decidida, se levantó de la cama y fue a la cocina en busca de su teléfono. Marcó el número de Gabriela quien contestó segundos después.

-Hola hermosa- dijo la mujer con calma y felicidad en su voz.

Martina sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de que Lourdes quizás no le había dicho la verdad -¿Está Lu ahí? ¿Mia?-

-¿De qué hablas?-

Las manos de Martina empezaron a temblar. Una cosa era que Lourdes la dejara pero otra muy distinta era no saber dónde estaban ella y su hija. Su cabeza empezó a dar vueltas y se agarró a la encimera. Lourdes estaba herida, todavía en silla de ruedas, y si no estaba con sus padres, no sabía dónde podían estar.

-¿Martina? ¿Martina, dónde está Lourdes?-

-No sé- murmuró

En ese momento, llamaron a la puerta del apartamento y se apresuró a abrir, con la esperanza de que fuera Lourdes, aunque en el fondo sabía que no era así. Al otro lado de la puerta, se encontraba un hombre con una placa del FBI, quien puso un dedo sobre sus labios para indicarle que no dijera nada. El hombre señaló el teléfono y Martina colgó la llamada sin decir nada más

-Su paquete, Señorita- dijo el hombre.

La morocha frunció el ceño con confusión y el hombre volvió a hacer el gesto de silencio, luego escribió algo en su teléfono -Dame las gracias como si hubieras recogido un paquete y no digas nada más-

Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora