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Silvina acordó con Marina que Ariana se encargaría de Mia. La niñera fue a buscar a la pequeña al colegio y cuando llegaron al edificio de las Gonzalez, Ariana las esperaba en la entrada.

-¡Ari!- exclamó Mia emocionada al verla.

-Hola hermosa- saludó la mujer alzándola en brazos -Soy Ariana- extendio la mano a Marina mientras sostenía a Mia.

-Encantada- respondió la mujer con una sonrisa.

Las tres entraron al ascensor y la castaña dejó a Mia en el suelo.

-¿Venis a jugar conmigo?- preguntó Mia emocionada.

-Así es- confirmó -Tu mamá me pidió que me quede esta tarde porque tiene que trabajar-

Mia asintió emocionada -¿Queres ver mis peces?-

-¿Ya me los mostraste cuando vine a comer la otra vez, ¿verdad?- preguntó mientras acariciaba su cabello -Pero me encantaría verlos de nuevo-

Cuando llegaron al apartamento, Marina abrió la puerta y Mia corrió a su habitación para quitarse el uniforme.

-¿Paso algo?- preguntó la niñera con preocupación.

-Sí- respondió Ariana suspirando -no tengo muy claro lo que pasó exactamente, pero hubo un incidente esta mañana en la empresa-

Marina asintió -¿Pero está todo el mundo bien?-

-Físicamente, sí-

La niñera frunció el ceño con tristeza, temiendo que Lourdes y Martina no estuvieran pasando por un buen momento. La niñera caminó hacia la cocina y buscó las llaves de repuesto que Lourdes guardaba ahí para emergencias.

-Toma, por si tienen que salir y entrar-

-Gracias- dijo mientras tomaba las llaves.

-Si podes, decile a Lourdes que me llame si necesita algo-

-Lo haré- asintió viendo cómo la mujer se dirigía a la puerta y salía de la casa.

Ariana todavía tenía muchas preguntas sobre lo que había pasado esa mañana pero sus amigas necesitaban que en ese momento se ocupara de Mia y eso era exactamente lo que iba a hacer.

-¡Vamos a ver mis peces!- exclamó la niña apareciendo por el pasillo.

Ariana sonrió, tratando de olvidar los rostros angustiados de Lourdes y Martina esa mañana, y se centró en la pequeña que tenía frente a ella.

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Martina se despertó y se sorprendió al ver que Lourdes ya no estaba dormida, y tampoco la abrazaba.

La ojiverde estaba tumbada en la cama con los ojos abiertos, mirando al techo con ambas manos sobre su vientre.

-Lu- susurró la morocha llamando su atención pero Lourdes no se volteó para mirarla -Lourdes- dijo de nuevo -¿Cómo estás?-

La colorada suspiró y se giró para darle la espalda a Martina -No quiero hablar- dijo en voz baja.

Martina solo podía ver ahora la espalda de su novia. No sabía qué hacer ni cómo actuar, solo puso una mano en su hombro y Lourdes se tensó, así que la retiró rápidamente y se dejó caer boca arriba en la cama, contemplando el techo. Pasaron largos minutos y ninguna dijo nada

-Lu...- comenzó a decir otra vez la morocha pero fue interrumpida

-Martina, no ahora- contestó la ojiverde sin mirarla, mientras Martina intentaba consolarla.

Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora