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Lourdes caminó por su casa, Mia se había quedado dormida en el sofá mientras veían una película y la joven madre decidió ir a buscar el libro que había estado leyendo y aprovechar la pequeña tranquilidad que le aportaba la siesta de su hija.

La ojiverde llegó al dormitorio y tomó el libro que estaba en la mesa pero al salir se dio cuenta de que no era su libro. Bajó la mirada a la portada y vio que en lugar de la novela romántica que había empezado unos días antes, estaba sosteniendo un libro sobre psicologia firmado por su autor

Ella sonrió y volvió a dejar el libro de Martina en la mesa y tomó el suyo que estaba debajo. Fue entonces cuando notó el cargador que estaba junto a los libros, pero tampoco era el suyo. Con un suspiro, Lourdes, dejó el libro sobre la cama, se sentó en el colchón y miró a su alrededor.

Su novia estaba en todas partes, su ropa se mezclaba con la suya en el ropero, el mueble del baño se había quedado pequeño ahora que los productos de Martina acompañaban los suyos, y los pequeños detalles de la presencia de la mujer de ojos marrones la hicieron sonreír aún más. La suspiró al recordar las palabras de la morocha, parecía prematuro hablar de vivir juntas pero de alguna manera ya estaban compartiendo sus vidas.

Volvió al sofá con su libro, con cuidado acomodó las piernas de su hija dormida en su regazo y trató de concentrarse en la lectura. Sin embargo, la idea de vivir oficialmente con Martina ocupaba sus pensamientos y le resultaba difícil dejarla ir.

Media hora después, la morocha entró por la puerta y Lourdes giró la cabeza, sus miradas se encontraron y ambas sonrieron. La ojiverde le hizo un gesto para que guardara silencio y señaló el sofá. Martina asintió, se quitó los zapatos y el abrigo, y se acercó a ellas. Al llegar al sofá, le dio un beso a Lourdes en los labios, quien seguía sonriendo, y después le dedicó una sonrisa a Mia pero no quiso despertarla, así que se sentó al lado de su novia y la abrazó.

La colorada dejó el libro en la mesa de café y se acomodó en los brazos de la morocha

-Pensé que tenías cosas que hacer en casa- susurró Lourdes mientras le daba un beso en el cuello.

-Te extrañaba- respondió Martina

La ojiverde levantó la vista para mirarla -Pero si me viste hace dos horas-

-Bueno, igual te extrañaba- admitió sin reservas.

Lourdes miraba su rostro por un momento antes de hablar sobre el tema que rondaba en su mente -Quiero hablar sobre lo que dijiste el otro día... sobre vivir juntas-

Martina se puso tensa bajo su cuerpo y Lourdes levantó una ceja ante su reacción. Con cuidado corrió las piernas de Mia y tomó la mano de su novia, obligándola a levantarse y la llevó a su despacho, que era la habitación más cercana.

-No pasa nada si no queres- dijo cuando estuvieron ahí -Sé que el otro día fue muy intenso y si no estás preparada no pasa absolutamente nada-

Martina la miró con determinación -¿De qué estás hablando? Yo quiero vivir con vos, con ustedes- hizo incapie a Mia

La ojiverde se sorprendió -¿Estás segura? Te pusiste muy tensa cuando mencioné el tema-

Una sonrisa se formó en el rostro de Martina y avanzó colocando una mano en la mejilla de Lourdes y la otra en su cintura -Pensé que me ibas a decir que no estabas lista- nego con la cabeza -Pensé que querías hablar de eso para decirme que era muy pronto- La mujer acercó su rostro al de Lourdes dejando sus labios a pocos centímetros -Pensé que me ibas a rechazar, Señorita Gonzalez-

Lourdes sonrió pero en lugar de acortar la distancia entre sus labios, se separó un poco de la otra mujer -¿De verdad lo queres?-

La morocha soltó una risa -De verdad-

Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora