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A Lourdes le encantaban los fines de semana, disfrutaba de su trabajo pero amaba a su hija aún más. Se despertó con el sonido familiar de la puerta de su hija abriéndose y cerrándose al final del pasillo y supo que era hora de levantarse antes de que Mia hiciera alguna travesura. Se incorporó todavía medio dormida hasta que sintió una mano sobre su cintura.

Una sonrisa se formó en su rostro al recordar la noche anterior. Se giró en su cama para mirar a Martina, quien tenía el pelo todo alborotado y la boca ligeramente abierta. Con cuidado de no despertarla, se deshizo de su abrazo y antes de salir de la cama le dejó un beso en la mejilla e ir en busca de su hija.

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Cuando Martina se despertó, estaba sola en la cama de Lourdes. Se estiró sobre el colchón y dejó que su mente procesara la noche anterior durante un momento, una sonrisa se formó en su rostro y se incorporó para salir de la cama.

Fue al baño a lavarse la cara y los dientes, luego salió de la habitación en busca de la ojiverde pero antes se puso unos pantalones deportivos que encontró en el ropero de la mujer.

Recorrió el pasillo y se encontró con un silencio absoluto. Cuando llegó al salón, vio una imagen que le encogió el corazón. Lourdes y Mia estaban abrazadas en el sofá, la colorada tenía a su hija sobre su regazo y la niña estaba abrazada al torso de su madre.

Martina las observó unos instantes, Lourdes enredaba sus dedos en el pelo de su hija y la morocha se dio cuenta de que en tono muy bajo Lourdes susurraba algo en el oído de su hija. Avanzó unos pasos y se dio cuenta de que no estaba hablando, estaba cantando y volvio a quedarse parada observando la escena.

Mia pareció ver algo por encima del hombro de su madre y alzó la cabeza, cuando reconoció a Martina sonrió y ella hizo lo mismo sin darse cuenta.

-Mami- dijo la niña haciendo que Lourdes dejara de cantar -Marti-

La ojiverde volteó la cabeza y vio a Martina parada. Al igual que su hija, le dedicó una sonrisa. La morocha salió de su trance y caminó hacia ellas, se sentó al lado de Lourdes y acarició el pelo de Mia como saludo.

-Hola- dijo simplemente.

-Hola Marti- dijo Mia apoyándose en el hombro de su madre pero tomando la mano de Martina entre las suyas y jugó con los dedos de la empresaria -Mami dice que dormiste en casa porque era muy tarde-

-Sí, era muy tarde y me quedé a dormir- respondió

Mia asintió sin soltar su mano -¿Y ahora te tenes que ir?-

-¿Por qué preguntas eso? ¿Queres que me vaya?-

-Quiero... quiero que te quedes con nosotras-

La morocha alzó la vista y miró a Lourdes, quien simplemente asintió -Si que me quedaré, Mia-

Mia asintió y volvió a acomodarse en el pecho de Lourdes -¿Te gusta que Marti pase tiempo con nosotras?- preguntó Lourdes, haciendo que Martina la mire pero la mujer tenía la vista clavada en su hija.

-Sí, mami- contestó Mia asintiendo.

-¿Por qué?- preguntó deslizando sus dedos por el pelo de su hija.

-Porque cuando está Marti, sonríes así- Mia alzo la cabeza y sonrio exagerada -Y yo también, mami-

Lourdes giró la cabeza para mirar a la morocha -Vamos a tener que pedirle a Marti que se quede con nosotras-

Martina sonrió ante sus palabras, ella no tenía ganas de estar lejos de estas dos personas que le estaban robando el corazón

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Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora