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Diez minutos después llegaron a casa de Lourdes. No dejaron de hablar todo el camino pero cuando salieron del ascensor, Martina parecía emocionada de volver a ver a la pequeña. La ojiverde sacó la llave de su casa y desbloqueó la puerta.

-¡Mamá... MARTI!- gritó Mia, quien parecía aún más emocionada que la morocha

Mia empezó a correr a toda velocidad desde el sofá y se lanzó a los brazos de Martina, quien por suerte la tomó a tiempo -Hola, Mia- dijo abrazando a la pequeña.

-¡Estás en mi casa!- gritó la niña, haciendo que la mujer apartara un poco la cabeza ya que el grito la había dejado medio sorda.

-Sí, estoy en tu casa- dijo riendo.

-¿Te acuerdas de mí?- preguntó Lourdes alzando una ceja.

Mia comenzó a reír y estiró sus brazos a su mamá, quien la pretó contra su pecho y le dio besos en la mejilla haciéndola reír antes de dejarla en el piso

-Hola Marina- dijo la colorada con una sonrisa, dirigiéndose a la niñera -Ella es Martina Benza-

Marina sonrió y le ofreció su mano -Me alegro de verte consciente esta vez-

La morocha se puso roja como un tomate y Lourdes soltó una carcajada pero decidió cambiar de tema para ahorrarle más vergüenza -¿Qué tal se porto hoy?- preguntó acariciando el pelo de su hija que estaba todavía abrazada a sus piernas.

-Estupendamente como siempre- respondió Marina

Lourdes asintió y le dedicó una sonrisa a la mujer -Gracias por todo Marina, nos vemos mañana- dijo mientras la mujer recogía sus cosas y saludaba a las tres mujeres con la mano antes de salir del apartamento.

-Marti- dijo Mia cuando la puerta se cerró -¿Te vas a quedar a cenar? ¿Queres ver mi habitación? ¡Te hice un dibujo!-

Antes de que ella pueda contestar a cualquiera de las preguntas la niña salió corriendo, haciendo reír a las dos empresarias.

Lourdes se sacó los tacones dejándolos a un lado y se quitó también el saco que llevaba colgándolo en la entrada -Ponete cómoda, estás en tu casa- dijo y comenzó a caminar hacia la cocina -¿Queres algo de beber?-

Martina imitó a Lourdes, quitándose sus zapatos y su campera. La falda que llevaba ese día no era muy cómoda pero tendría que aguantarse.

-Un café sería estupendo- respondió sentándose en la isla de la cocina como había hecho semanas atrás, solo que ahora la situación era completamente diferente.

Escucharon el inconfundible sonido de los pies descalzos de Mia y la niña apareció con una hoja de papel en la mano.

-Veni- dijo Martina con una sonrisa y la niña estiró sus brazos. La mujer la alzó y la sentó en la silla de al lado.

Mia colocó el dibujo delante de Martina y la miró con nerviosismo. La mujer miro el dibujo, las tres en el acuario, con trazos infantiles pero sonrió al verlo. Pasó su mano por los peces de colores en el fondo del papel con las tres figuras delante.

-Mia... me encanta- dijo finalmente.

-¿De verdad?- preguntó la niña emocionada

-Es absolutamente perfecto- respondió mirando a la niña con una sonrisa -Muchas gracias, lo voy a poner en un lugar especial-

Mia abrazó a la mujer y Martina soltó el dibujo para atrapar a la niña antes de que cayera al suelo, luego la sentó sobre sus piernas mientras la abrazaba contra su pecho. Mia se separó, pero seguía sentada en las piernas de la morocha

Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora