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-Martina-

La morocha se despertó al escuchar esa voz y sintió una mano sobre su hombro. Se incorporó de inmediato recordando lo que había sucedido el día anterior, parpadeó varias veces y vio que era su madre quien le hablaba.

-¿Paso algo?- Preguntó alterada.

-No, no- respondió y se sentó a su lado en la cama -Pero tu padre y Fabian van a ir a visitar a Lourdes al hospital para que Gabriela venga a descansar un rato, y pensamos que quizás quieras ir-

-Si quiero, ¿Cuánto dormi?-

-Cinco horas-

Martina se sorprendió pero asintió -Quiero ir, déjame despertar a Mia-

Silvina se levantó y salió de la habitación.

-Mia- susurró mientras acariciaba su mejilla. Se acercó y besó su frente -Miaaa- dijo un poco más alto.

La pequeña se revolvió en la cama todavía con los ojos cerrados.

-Mia, mi amor- dijo la morocha -Tenes que despertar-

-No- respondió Mia

Martina sonrió, en ese momento le recordaba a Lourdes cuando no quería levantarse para ir a trabajar.

-Tengo que ir al hospital a ver a mami, y tenes que despertarte porque no vas a poder dormir esta noche-

Aquella frase hizo que Mia abriera lentamente los ojos y se sentara en la cama -¿Puedo acompañarte?-

Martina negó con la cabeza -Yo iré primero, hablaré con los médicos y si me dan permiso, te llevaré a verla- dijo sinceramente -Pero ahora  no sé si podré llevarte conmigo-

Mia quería protestar pero decidió no hacerlo y en su lugar se aferró al cuello de su madre y la abrazó.

-Gracias por quedarte conmigo- dijo Martina acariciando su espalda -Tenía miedo de tener pesadillas pero te tenía a mi lado y no tuve ninguna-

-De nada- respondió Mia -No quiero que te vayas, quiero... quiero ver a mami- Su labio comenzó a temblar.

-Ya lo sé, pero tenes que ser valiente. Mami necesita que las dos seamos muy valientes, por ella-

Mia asintió y suspiró -Está bien, podes ir, pero tenes que preguntar si puedo ir yo también-

-Será lo primero que haga-

-Y tenes que decirle a mami que la quiero-

-Se lo diré, mi amor. Lo prometo-

Las dos finalmente salieron de la cama y mientras Mia desaparecía por el pasillo, Martina decidió darse otra ducha, lavándose el pelo esta vez. Se vistió con ropa cómoda para el hospital y preparó una bolsa con cosas que Lourdes podría necesitar, así como una muda de ropa para ella, ya que sabía que iba a pasar mucho tiempo en el hospital.

-¿Estás lista?- preguntó Daniel acercándose a ella y abrazándola.

-Sí. ¿Saben algo más de Lu?-

-Gabi dice que durmio casi todo el tiempo, solo se despertaba si tenía dolor pero le subieron la medicación y está tranquila. También le hicieron la resonancia y pronto le darán los resultados-

-Está bien, gracias por todo-

-No las des- se separó de ella.

-¿Cómo... haremos esto?- dijo mirando a su familia que estaba en distintos lugares de su salón.

-Vayan ustedes tres- dijo Silvina señalando a Daniel y a Fabian -Yo me quedaré con Delfi y con Mia. Gabi vendrá a descansar y en unas horas iré yo con Delfina-

-Bueno- asintió Martina

-En la mesa- señaló su mamá

La ojimarron se giró y vio una bolsa sobre la mesa -¿Qué es eso?-

-Tenes que comer en algún momento- le dijo su madre

Aunque no tenía hambre, Martina asintió y tomó la bolsa.

-Hija- dijo mirando a Mia, quien estaba sentada con Delfina en el sofá -Veni-

Mia se acercó a su madre y Martina se agachó para abrazarla -Te amo, gracias por ser tan valiente-

Mia asintió -Cuida a mami-

-Siempre-

-¿Volverás pronto?- preguntó Mia.

-Te prometo que sí- dijo Martina mientras besaba la frente de Mia.

La niña la abrazó una vez más y volvió al sofá. La morocha tomó su bolso con ropa y la bolsa de comida, se acercó a su padre y a Fabian y los tres salieron del apartamento.

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Con cautela, Martina entró en la habitación de Lourdes. Se habían encontrado a Gabriela en el pasillo, quien les dijo que la ojiverde estaba dormida. El resto esperó afuera mientras ella entraba sola en la pequeña sala.

Lourdes dormía en el centro de la cama, había recuperado algo de color y parecía que no tenía dolor, estaba relajada. Dejó las dos bolsas en el suelo y se acercó a ella, se sentó en la silla que había a su lado pero no tomó su mano por miedo a despertarla. El médico había dicho que era importante que descansara y ella necesitaba ver los ojos de Lourdes, escuchar su voz pero no lo hizo, porque si su novia necesitaba dormir, ella la iba a dejar dormir.

Martina no podía tocarla, pero podía mirarla, concentrarse en cómo su pecho subía y bajaba de forma rítmica. Estudió su rostro, cada uno de los pequeños cortes, la venda en su cabeza, su brazo izquierdo completamente inmovilizado y la venda que envolvía toda su pierna izquierda.

Después miró las máquinas, ver el pulso en la pantalla la tranquilizó. Cada línea era el latido de su corazón y pensó que era una imagen hermosa, poder ver los latidos de su novia en directo. Luego observó el goteo que hacía que su novia no sintiera dolor, se fijó en que a la bolsa solo le quedaba un poco, así que hizo una nota mental para llamar a la enfermera pronto, ya que no quería que su novia sintiera ningún tipo de dolor.

-Hola-

Martina bajó la vista rápidamente a la cama, donde Lourdes la miraba con una sonrisa.

-Lu- dijo tomando su mano ahora que estaba despierta -¿cómo te sentis?-

-Mejor- dijo honestamente.

-¿Te desperté?-

-No- dijo la mujer -pero me alegro de que estés acá-

Martina se inclinó y besó sus labios con delicadeza -Mia me pidió que te dijera que te quiere y que quiere verte pronto- Al decir esas palabras vio la emoción en los ojos de su novia -No llores-

-¿Cómo está ella?-

-Preocupada, pero está bien, rodeada de nuestra familia. Quiere venir a verte, le dije que tenía que pedir permiso-

La ojiverde asintió nerviosa -No sé si quiero que me vea así-

-Estás hermosa- dijo Martina rápidamente -la mujer más hermosa que vi-

Lourdes se sonrojó -Callate- Martina sonrió -Mi doctor me dijo que estábamos comprometidas. Estaría bien que me hubieras informado de eso-

Ahora fue el turno de la morocha de ponerse colorada -El médico que te operó me dijo que mintiera. Si solo soy tu novia, no podría haber entrado a verte en cuidados intensivos- La ojiverde sonrió -Pero realmente no es una mentira- dijo Martina segundos después -Me voy a casar con vos, te lo dije. Tengo un anillo-

Lourdes bajó su vista a su mano izquierda, su brazo estaba completamente destrozado -Yo no veo ningún anillo-

-No me provoques o me pondré de rodillas en esta habitación y te pediré que te cases conmigo-

La colorada negó con la cabeza -No, ahora no-

-Tenía todo planeado para hacerlo cuando volvieras de Londres- se sinceró

-No hay prisa, tenemos toda la vida- dijo Lourdes

Martina suspiró -Tenes razón, tenemos toda la vida-



















Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora