Martina corría a toda velocidad, las lágrimas seguían rodando por sus mejillas e iba descalza. Cuando había empezado a correr llevaba los tacones con los que había ido a trabajar pero en algún momento del camino se agachó para sacárselos.
Pensó que no llegaría a tiempo pero cuando vio el edificio de Ariana al final de la calle y a su mejor amiga ayudando a Mia a entrar en un auto negro, aumentó su velocidad y empezó a gritar.
-¡MIA! ¡MIA!- A pesar de que la niña ya tenía una pierna dentro del auto, se giró al escuchar la voz de la morocha -¡MIA!- seguía gritando la mujer.
Lourdes intentaba hacer entrar a su hija al auto, pero Mia se zafó de su agarre y en cuestión de segundos Martina llegó hasta ellas.
La mujer de ojos marrones alzó a Mia contra su pecho, abrazándola con fuerza. A pesar de respirar con dificultad, se negaba a separarse de Mia ni un instante. Una mano se enredó en el pelo de la niña y la otra se aferró a su espalda.
-¿Mamá? ¿Qué está pasando?- preguntó Mia con temor.
La ojimarron sintió las lágrimas brotando una vez más, incapaz de detenerlas -No sé- negó con la cabeza -pero necesito que sepas que te amo más que a mi vida-
Mia apretó sus brazos alrededor del cuello de la morocha con más fuerza.
-Martina, por favor- dijo Lourdes
Martina la ignoró pero abrió los ojos y vio a Ariana y a Guadalupe mirándolas con confusión y preocupación. Aflojó un poco el agarre que tenía sobre la pequeña y la dejó en el suelo, arrodillándose delante de ella para poder mirarla.
-¿Mamá?- preguntó Mia con miedo.
Martina acarició el rostro de la niña con sus manos -Tenes que ir con mami, van a ir a casa de los abuelos- dijo entre sollozos.
-Pero... ¿Por qué lloras? ¿Por qué no podes venir con nosotras? ¿Qué pasa?- preguntó la niña.
-No sé...- no sabía qué decir -Ahora no tengo esas respuestas pero... no podía dejarte ir sin decirte que te amo, no podes olvidarlo, ni dudarlo, nunca, ¿me lo prometes?- Mia asintió -Está bien- sonrió debilmente -Te amo- repitió una vez más -Sos mi hija, pase lo que pase-
Mia se acercó para abrazarla una vez más, rodeando su cuello -¿Todo va a estar bien?- preguntó pero la morocha no se atrevió a contestar esta vez.
-Martina...-
La mujer de ojos marrones giró la cabeza y vio a Lourdes llorando dentro del auto, suplicándole con la mirada igual que había hecho en el piso, rogándole que las deje ir.
Apartó la vista de la mujer para volver a centrarse en Mia -Tenes que ir con mami ahora, no quería asustarte pero tenía miedo de no poder decirte adiós-
-¿Te veré pronto?-
-Espero que sí, mi amor- susurró
Besó a su hija en la mejilla una y otra vez y finalmente la dejó subir al auto. La colorada cerró la puerta detrás de Mia y segundos después el auto arrancó.
Martina volvió a caer sobre el asfalto y los brazos de Guadalupe la rodearon segundos después.
-Martina- dijo su amiga apartando las manos de su rostro -¿Qué está pasando?-
-No sé- respondio entre sollozos -Llegué a casa y dijo que se iba- Otro sollozo desgarrador hizo que Guadalupe la apriete más fuerte -Todo estaba bien- otro sollozo -Esta mañana todo estaba bien, ayer... ayer... estuvimos hablando de... todo lo que me quiere... no... no puedo respirar-
-Martina tranquila- dijo Guada tratando de calmarla -Todo va a estar bien-
La morocha no podía controlarse y sintió como Ariana la alzaba del suelo rodeándola por la cintura -Vamos adentro- susurró.
Guadalupe asintió y ambas ayudaron a la mujer a entrar en el edificio. La ojimarron seguía descalza y no paraba de temblar.
-Mierda- exclamo Guada al ver a su amiga en ese estado.
Una vez dentro de la casa de la pareja, Ariana llevó a Martina al sofá y se arrodilló frente a ella, mientras que Guada se sentaba a su lado y la abrazaba.
-No entiendo nada- dijo la morocha -Tengo que... tengo que hacer algo-
-Espera- dijo Guada -Lourdes... dijo... dijo que teníamos que hacer esto, no nos dio más explicaciones pero dijo... que teníamos que confiar en ella-
Martina giró la cabeza rápidamente para mirarla. -También... también me dijo eso a mí-
-Escucha, Lourdes... está haciendo esto por alguna razón-
-Pero... ¿Pero qué razón?- sollozó -¿Por qué no me dice qué pasa? ¿Por qué no me deja ir con ellas?-
-No sé- respondió -No sé- repitió abrazándola con más fuerza.
Después de varias horas de llanto, Martina se calmó lo suficiente para levantarse -Quiero ir a casa-
-¿Estás segura?- preguntó Ariana -Marti... sería mejor que te quedes esta noche-
La mujer de ojos marrones negó con la cabeza. -Quiero... estar sola... necesito pensar-
Su amiga asintió -¿Queres que te llevemos a casa?-
-No, solo... déjenme unos zapatillas-
Minutos después, Martina caminaba de regreso a su apartamento, incapaz de procesar que no habría nadie esperándola ahí, que las personas más importantes de su vida estaban en ese momento en un avión rumbo a Argentina
Su cabeza le dolía de tanto llorar e intentar comprender por qué Lourdes había hecho eso.
Martina ignoró la mirada del portero de su edificio y subió al ascensor. Cuando llegó el momento de abrir la puerta, sus manos temblaban ligeramente, pero finalmente lo logró
Dejó las llaves a un lado y observó su apartamento, esperando en el fondo que todo fuera una broma y que Mia apareciera corriendo por el pasillo pero cuando no pasó dio un paso adelante.
Avanzó hacia las habitaciones y notó que la puerta de Mia estaba abierta. Al entrar, se dio cuenta de que algunas de las cosas de la niña ya no estaban ahí. Los armarios y cajones estaban abiertos y el peluche en forma de pez que le regaló la primera vez que fueron al acuario tampoco estaba en su lugar en la cama.
Las lágrimas volvieron a llenar los ojos de Martina. Se sentó en la pequeña cama y miró la pecera que estaba a pocos metros
En realidad, se habían ido, Lourdes se había llevado a Mia.
Se dejó caer en la almohada de la niña y siguió llorando. Sabía que su dormitorio estaría en un estado similar y no estaba lista para enfrentarse a la ausencia de Lourdes. Se aferró a la almohada de Mia y continuó llorando mientras miraba los peces nadando en la pecera.
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Love - Martuli
De TodoDos mujeres que viven en un mundo de hombres luchan día a día para que su trabajo se haga valer pero no saben que pasará cuando sus carreras se junten e inevitable sus vidas también lo hagan