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Una mano se posó en el muslo de Martina sacándola de su trance y haciéndola incorporar inmediatamente. La morocha se encontró cara a cara con Lourdes, ya que ella estaba sentada y la ojiverde estaba en su silla.

Ver a Lourdes provocó un sollozo en Martina, recordando cómo su corazón fue destrozado la última vez que se vieron, aunque ahora entendía la razón, no podía controlar el torbellino de emociones al verla frente a ella.

-Veni- dijo Lourdes tratando de abrazarla con dificultad debido a su silla de ruedas. La apretó fuerte contra su pecho, sintiendo las lágrimas que mojaba su ropa

-Perdon- susurró Lourdes -Por favor, perdóname-

Martina seguía llorando y se separó un poco para mirarla -¿Por qué me pedis perdón?-

-Por todo lo que te dije- también lloraba en silencio -Te vi... te vi romperte y me fui-

La ojimarron negó con la cabeza -Tenías que hacerlo para protegernos-

-Aun así, perdón mi amor- negó con tristeza -Perdóname-

Martina volvió a abrazarla con fuerza, temiendo que todo fuera solo un sueño y que despertaría sola en el apartamento -No puedo más- susurró sin soltar a Lourdes -No puedo-

-Yo tampoco- suspiro temblorosamente -Dicen que se termino-

Martina no contestó, porque en ese momento no sabía si era verdad.

-Señoritas- interrumpió la agente Linsay -Siento interrumpir, pero necesito que firmen varios consentimientos- dijo pasándole varios papeles a Martina

-¿Para qué?- tomó los papeles con una mano y sujeto el brazo de la ojiverde con la otra, como si temiera que desapareciera.

-Para registrar los despachos y su casa en busca de los micrófonos, sabemos que los hay pero no sabemos dónde están. También solicitamos analizar su auto pero solo tenemos información sobre el de la señorita Benza- explicó la mujer -¿Usted tiene auto?-

-¡No!- exclamó Lourdes negando con la cabeza -Solo tenemos uno-

-Sé que hoy es un día complicado pero me gustaría enviar a uno de mis equipos lo antes posible, no tardarán mucho ya que hoy en día hay máquinas que detectan los micrófonos fácilmente. Sin embargo, quiero que se sientan cómodas cuando regresen a casa especialmente sabiendo que hay una menor- explicó la agente -No es necesario que vayan a la empresa hoy si no quieren pero es prioritario sacar los micrófonos de la casa-

-Si- dijo Martina, mirando los papeles que tenía -¿Dónde debo firmar?-

La agente se sentó al lado de la morocha para indicarle el lugar, y la mujer firmó las tres autorizaciones. Una vez que terminó de firmar volvió a tomar la mano de su novia

-¿Quieren que haya alguien de su confianza presente?- preguntó la agente

-No me importa- respondió la morocha -Háganlo como quieran, solo quiero que saquen esos micrófonos- metió la mano en un bolsillo y sacó las llaves de su casa. La agente Lindsay tomó los papeles y las llaves

-¿Cómo supieron que los pusieron?- preguntó Lourdes

-Hoy detuvimos a cuatro personas, sabíamos que tres hombres trabajaban para Ferrero pero no conseguíamos encajar todas las piezas. Ellos tenían demasiada información sobre sus horarios, y tampoco sabíamos cómo habían conseguido poner los micrófonos. Pensamos que quizás lo habían entrado a la fuerza mientras no estaban pero tienen alarma de seguridad y un portero veinticuatro horas en el edificio- suspiro -Hoy nos enteramos de que habían sobornado a su fisioterapeuta, así consiguieron colocar los micrófonos y acceder a cierta información. En cuanto a la empresa, es mucho más sencillo. Probablemente lo hicieron haciéndose pasar por empleados de limpieza pero también investigaremos en caso de que tengan algún tipo de ayuda desde dentro-

-¿El... el fisioterapeuta?- Preguntó Martina con los ojos muy abiertos, ella misma había contratado a uno de los mejores de la ciudad.

La agente le ofreció una mirada comprensiva a la morocha -Ferrero le ofreció medio millón de dólares por poner micrófonos y darle información-

Martina bajó la vista a sus manos, una de ellas todavía sujetaba a Lourdes -Perdón- dijo la mujer segundos después -Yo...yo lo contraté... yo lo metí en nuestra casa-

La mujer de ojos marrones sujetaba la mano derecha de Lourdes pero el brazo izquierdo de la ojiverde estaba mucho mejor y ya no llevaba el cabestrillo, así que lo alzó y acarició la mejilla de Martina -No es tu culpa-

-Siento que todo es mi culpa, todo esto es por la maldita empresa y ahora el fisioterapeuta y...- Empezó a decir Martina con rabia, pero la colorada la interrumpió.

-Todo esto empezó hace diez años- hablo seriamente. Martina la miró a los ojos y esperó a que continúe -Y en ese entonces no fue mi culpa lo que pasó y hoy nada de esto es tu culpa, ni mía, no hicimos nada malo-

Martina negó llorando -No pude protegerlos... otra vez-

-No podes protegernos más de lo que lo haces, podes cuidarnos y querernos incondicionalmente pero no podes controlar si sobornan a un fisioterapeuta o si me chocan, no podías hacer nada- explicó -Yo por otra parte... siento que... debería haber buscado otra manera... pero no había tiempo... me hubiera gustado que el FBI hable con vos antes de que vuelvas a casa pero... pero no había tiempo y... no sé... si podré... perdonarme por las cosas que te dije esa noche... no las pensaba pero en ese momento eran reales para vos- nego sonriendo tristemente -Sé que te rompí el corazón esa noche y... aunque fue por una razón, aunque estuvieras intentando protegernos... no sé como perdonarme- bajó la cabeza y continuó llorando mientras su pelo escondía parcialmente su rostro.

Martina quería consolarla pero no quería continuar la conversación en ese pasillo, asi que miró a la agente Lindsay -¿Cuándo podemos irnos? Quiero llevar a mi familia a casa-

-Todavía tenemos que tomar su declaración, es parte del protocolo. Debe contar lo que sucedió la noche en que Lourdes se fue del apartamento y también lo que estuvo haciendo en la empresa estos días-

La morocha suspiró -¿Cuánto tiempo llevará eso?-

-Una hora, pero recuerde que deben retirar los micrófonos, así que aunque no declare no podrán irse a casa todavía- explicó la agente -Es mejor hacerlo ahora, de lo contrario tendran que volver mañana-

Lourdes levantó la cabeza y trató de limpiar sus lágrimas -Ve a declarar-

-No puedo- respondió -Le prometí a Mia que estaría acá cuando salga-

La ojiverde asintió y se acercó a las sillas donde Martina estaba sentada, puso los frenos en su silla de ruedas y se transfirió para sentarse junto a su novia. La morocha inmediatamente la abrazó y la atrajo hacia su pecho.

La agente les sonrió sinceramente y apartó la silla del pasillo para dejarlas juntas.

-Mia no tardará mucho pero les voy a dejar unos momentos a solas. Estaré al final del pasillo- dijo señalando una sala -Señorita Benza, avíseme cuando Mia termine y esté lista para declarar-

Martina asintió y la agente se marchó, dejándolas completamente solas.

-Tenemos mucho de qué hablar pero... en este momento solo quiero abrazarte- susurró Martina

Lourdes asintió y se acomodó en sus brazos -Te amo, espero que lo sepas-

-Lo sé- respondió mientras besaba el cabello de la ojiverde -Yo también te amo-

-Por favor, no me sueltes- susurró

Martina la abrazó más fuerte y cerró los ojos. No tenía intención de soltarla y sobre todo no tenía intención de separarse de ella nuevamente.

















Hola, paso a decirles que mañana u el martes maratón. Estén listos

Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora