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Martina se estaba preparando para el regreso de Lourdes a la empresa, serían solo unas horas al día pero quería que todo estuviera perfecto. Pasó gran parte de su día asegurándose de que todo fuera accesible para la silla de ruedas y también preparó algunos detalles para su novia. Compró flores para su despacho y enmarcó una foto de su pequeña familia que colgó en una de las paredes.

Al llegar a casa, esperaba una ducha caliente, algo de cenar y meterse en la cama abrazada a su novia. Sin embargo, detrás de la puerta la esperaba una realidad muy diferente.

La morocha supo que algo iba mal en cuanto puso un pie dentro de su piso. La colorada estaba sentada en su silla a pocos metros, evidentemente la había estado esperando.

-¿Lu?-

Martina notó sus ojos rojos y llorosos, y se le formó un nudo en el estómago. Segundos después estaba de rodillas delante de ella.

-¿Qué pasa?- Lourdes tenía la mirada perdida, evitaba por completo mirarla, así que la empresaria la tomó por la barbilla y la obligó a establecer contacto visual -¿Qué pasa?- Repitió -¿Estás bien?-

Los ojos de Lourdes volvieron a llenarse de lágrimas, pero ella trató de contenerlas sin mucho éxito.

-Mia y yo vamos a ir a Argentina- dijo la ojiverde y Martina prácticamente no reconoció su voz, nunca la había escuchado hablar así, sin ningún tipo de emoción.

-¿Qué? No entiendo nada ¿Por qué lloras? ¿Queres que nos vayamos?-

-No- nego ligeramente -Yo y Mia nos vamos-

La morocha sintió una presión en su pecho -Lu ¿De qué hablas?-

-Perdón- aparto la vista -Quiero volver a Argentina, me quedaré un tiempo con mis padres hasta que deje la silla y hablaré con Daniel. No puedo seguir trabajando en Benza Technologies-

Las manos de la mujer de ojos marrones comenzaron a temblar. Hace cinco horas todo estaba bien, había hablado con Lourdes por teléfono y todo estaba en orden pero ahora no entendía nada.

-Vamos a Argentina- dijo Martina -Vamos a donde quieras-

La ojiverde volvió a negar y Martina vio dos gruesas lágrimas rodando por sus mejillas -No, ella y yo nos vamos- respondió

-Pero...- trató de entender -¿Qué tiene que ver eso con la empresa? Podes ir unos días con Mia... pero...-

-Martina, estoy terminando con vos- dijo Lourdes en apenas un susurro pero la morocha lo escuchó perfectamente. Sintió cómo aquellas palabras la destrozaban por dentro.

-¿Qué?- apreto la mano de la colorada con más fuerza.

-Tengo que irme un tiempo- explicó

-Eso ya lo dijiste- respondio comenzando a sentir ansiedad, tristeza y enojo al mismo tiempo -Pero tenes que decirme por qué-

-No... no quiero estar acá-

-¿No queres estar acá? ¿O no queres estar conmigo?- Preguntó Martina con lágrimas

Lourdes cerró los ojos -Me tengo que ir con Mia-

-No- se puso de pie y paso una mano por su frente -No vas a ningún lugar con Mia sin decirme por qué estás haciendo esto de repente- Levantó la mirada para encontrarse con aquellos ojos verdes una vez más -¿Esto tiene que ver con Ferrero? ¿Te hizo algo? Por favor, necesitas decirme si algo malo pasó-

Lourdes no respondió, pero negó con la cabeza -No, no es por eso...-

-No permitiré que te lleves a Mia sin una explicación- declaró la morocha con determinación -Así que si sigues sin contarme lo que está pasando, no lo permitiré-

-Martina no... no quiero lastimarte más-

-¿Más?- Preguntó con incredulidad, la rabia era  palpable en su voz -Lourdes me estás destrozando el corazón-

-Nos vamos esta noche- anunció la colorada

-No- insistió -No te llevarás a Mia-

-Mia... es... mi hija, no podes... hacer nada, no... no tenes... ningún derecho-

Si algo quedaba del corazón de Martina en los últimos minutos, esa frase terminó de destrozarlo por completo. Su mundo se desmoronó ante sus ojos en cuestión de minutos y no podía entenderlo.

Seguía mirando a Lourdes con incredulidad, con lágrimas brotando de sus ojos. Pasaron apenas unos segundos antes de que alguien llamara a la puerta. Lourdes se secó las mejillas con el dorso de su mano y comenzó a empujar su silla

Fue entonces cuando Martina notó las dos grandes maletas junto a la puerta, las cuales no había visto antes. La ojiverde abrió la puerta y uno de los porteros del edificio apareció al otro lado.

-Señorita Gonzalez, el auto que solicitó está esperando abajo. ¿Son estas sus maletas?- preguntó el hombre.

Lourdes asintió y el hombre tomó ambas maletas, una en cada mano, y comenzó a llevarlas por el pasillo.

-No, no, no- exclamó Martina -Espera Lu, no te vayas. ¿Dónde está Mia?- preguntó con desesperación.

-Con Ariana y Guada- respondio -Voy a buscarla antes de ir al aeropuerto-

-No- dijo sintiendo puro pánico -No podes irte ahora. Por favor, háblame- Se arrodilló delante de la silla

-Martina por favor, te lo suplico déjame salir-

-No- respondió -Soy yo quien te suplica que me digas algo, lo que sea-

-Me tengo que ir- miro a la morocha a los ojos suplicandole que la dejara ir.

La morocha comenzó a romperse por fuera como se estaba rompiendo por dentro, y los sollozos se escapaban de forma incontrolable -Lu... no... podes... no...-

-¿Señorita?- dijo el portero claramente incómodo con la situación.

Lourdes apartó la vista de Martina -Por favor, ayúdame a salir-

El hombre asintió y tomó la parte de atrás de su silla para empezar a empujarla pero Martina se aferró a ambos brazos de la silla evitando que pudiera alejar a Lourdes de ella.

La ojiverde se inclinó, su cabeza estaba a centímetros sobre la de la morocha que seguía de rodillas delante de ella y susurró en apenas un hilo de voz -Confía en mí-

Los ojos de la mujer se abrieron de par en par -¿Qué? ¿Qué queres de...?-

Pero Lourdes puso su mano en su boca impidiendo que hablara -Déjame ir-

-No puedo- dijo todavía llorando -No te podes llevar a Mia-

-Tengo que hacerlo- dijo Lourdes que también estaba al borde de romperse -Por favor-

El portero volvió a tirar hacia atrás de la silla de Lourdes y esta vez Martina dejó que se alejara de ella pero no intentó levantarse, siguió llorando desde el piso con su rostro enterrado en sus manos.

La ojiverde miró al hombre que la empujaba -Por favor, rápido-

Martina no la vio salir pero escuchó cuando la puerta se cerró a unos metros

















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Love - MartuliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora