Juntas en la tormenta

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LUCY

Estábamos en el pasillo del hospital esperando información de Sadie y Samuel, quienes fueron los únicos que recibieron un mayor impacto junto al chofer. Un loco busetero se atravesó en nuestro camino, por suerte nadie llevó a mayores. Samuel se rompió un brazo, el chofer las dos piernas y mi novia recibió un fuerte impacto en la cabeza haciendo que se abra por detrás al igual que su labio. Era la única que no había despertado aún, y llevábamos 12 horas esperando respuesta.

El teléfono de Emilia había estado estallado de mensajes de sus padres preguntando dónde estaba, porque se había apagado su ubicación suponemos que se quedó sin batería. Decidió no decirles nada por el bienestar de mi novia. No sé cuánto tiempo va a pasar hasta que ella despierte, pero me imagino que sus padres deben estar como locos.

—Ella estará bien —dice Vanessa a mi lado.

—Si le digo a sus padres, probablemente nunca la dejen salir de nuevo —comento Emilia preocupada—El doctor dice que no está tan grave, pero igual, si llega a pasar algo...

—No va a pasar, solo tenemos que mantener la calma —nos tranquiliza Issac mientras se ocupa de su propia herida.

Casi todos salimos con leves cortes o moretones, lo cual no era de extrañar, considerando que nos habíamos convertido literalmente en una lata de sardinas en ese minibús.

—Todo saldrá bien —me repito más para mí misma que para los demás.

—Familiares de la señorita Sánchez —dice un doctor con una tabla en sus manos. Todos nos levantamos rápidamente.

—Acá —responde Emilia. El doctor me mira con cautela, esperando ver a un adulto supongo—. Ella es su esposa.

El doctor me mira de arriba abajo y en un hábil movimiento cambia el anillo de mi otra mano al del dedo de matrimonio. Que Dios nos perdone por esta mentira.

—Bien, señora Sánchez —dice levantando una ceja—. La paciente está bien, reacciona perfectamente a todo y ya despertó, justamente está preguntando por Lucy, que supongo que será usted.

Yo asiento y el sonríe.

—Justamente a esta edad, yo me casé con mi esposa —dice revisando los datos de Sadie.

—Es la mejor edad —le sonrío nerviosamente jugando con mis dedos. El asiente y me sonríe—. ¿Cuándo podré verla?

—Venga conmigo —siento la mirada de todos fija en mí, pero a la vez el alivio en sus rostros.

Caminamos por el pasillo del hospital hasta llegar a la habitación 129. El doctor abre la puerta y el pitido de las máquinas es lo primero que se escucha. Me adentro a la habitación hasta ver a mi chica tendida mirando la ventana. Sus ojos se conectan con los míos y luego mira al doctor.

—¿No me morí? —mi chica pregunta mirando al doctor.

—Yo te veo respirando —responde el doctor.

—Pero doctor, estoy viendo un ángel —dice nuevamente conectando nuestros ojos. No puedo evitar sonreír mientras me acerco un poco a ella.

—Bueno, señora Sánchez, como vera, está todo bien, al parecer sus reflejos son correctos —levanta una linterna frente al ojo de mi novia que se aleja rápidamente. Estoy segura que no se revisa así pero como no soy doctora no opino—. La dejo con su esposa, para que puedan hablar.

Miro a Sadie esperando ver la reacción que solo asiente y sonríe hacia al doctor, que segundos después deja la habitación.

—Así que esposa, ¿cuánto me perdí? —me sonríe mi novia desde acomodándose mejor en su cama.

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