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LUCY

Las cosas en el trabajo estaban tensas. Queda un poco más de un mes para renovar el contrato, pero no lo sé. Cada vez me siento más insegura de hacerlo. Siento que cada vez que quiero continuar con este sueño, dejo otros tres atrás.

Estar en este estudio era un sueño, pero no era como yo lo esperaba. El cansancio emocional y mental que me causa estar aquí es distinto. Siento que era más feliz cuando tocaba para poder conseguir para la merienda. Cuando el frío era un esfuerzo para poder realizar todas las cosas que necesitaba. Pero ahora, solo era papeleo, cantar las mismas letras, grabar voces, y así es una rutina, es como estar haciendo contabilidad o algo de oficinista.

Pero veo todo lo que he conseguido, como un departamento que, aunque no lo pago yo, se siente como si fuera mi pequeño hogar. Sin embargo, a la vez, me hace falta algo. Cuando Emilia estuvo viviendo aquí, teníamos una rutina: leer por lo menos un capítulo de un libro antes de dormir, mientras esperábamos la comida, o si no cocinábamos algo. Hacía que la casa se sintiera un poco llena. Sin embargo, ahora nuevamente solo éramos mi guitarra, Mapi y yo.

Realmente, si no fuera por mi gata ya me hubiera vuelto loca. Doy vueltas por mi departamento revisando todo con "It Will Rain" de Bruno Mars de fondo. Todo parece extraño. Veo a mi gata durmiendo en una de mis camisetas robadas de Sadie, barra mis pijamas slash mi ropa para estar en casa, porque si salgo con esas camisetas probablemente crean que llevo un paracaídas, o al menos eso fue lo que me dijo el panadero.

—¿La extrañas? —pregunto acariciando la cabeza de mi gata, que ahora era enorme. Era como una pantera en miniatura, solo que era la gata más cariñosa de todas las que he conocido—. Yo también.

Llevo alrededor de tres semanas sin viajar a Guayaquil. No me podía mover mucho y ella aún no podía hacer viajes largos por lo de sus costillas. Además, está avanzando su proyecto de graduación. No hemos hablado mucho hoy, supongo que tiene que estar ocupada.

—¿Qué crees que tengo que hacer, Mapi? —acaricio su cabeza haciéndola ronronear. No tarda en levantarse y acostarse sobre mi regazo. Si no soy feliz en lo que hago, ¿por qué me empeño en seguir haciéndolo?

"Stay With Me" de Sam Smith. Spotify no puede poner alguna con un tono más feliz.

Sigo dando vueltas por el departamento, recorriendo cada rincón lleno de recuerdos y cosas que me hacen pensar en Sadie. El álbum de fotos en la mesa de café, el póster de nuestro primer concierto juntas en la pared, y la pequeña colección de plantas que intentamos mantener vivas juntas. Mapi me sigue de cerca, como si entendiera mis pensamientos.

De repente, el timbre de la puerta suena, sacándome de mis pensamientos. Me acerco con curiosidad, sin esperar a nadie. Abro la puerta y, para mi sorpresa, ahí está Sadie, sonriendo con una chispa traviesa en sus ojos.

—¿Por qué estás escuchando a Sam Smith a las 10 de la mañana? —bromea, cruzando los brazos y fingiendo una mirada seria.

—¡Sadie! —exclamo, sintiendo una oleada de alegría y alivio—. No esperaba verte aquí. ¿Cómo es que...?

—Bueno, pensé que necesitabas un poco de compañía —responde, entrando y cerrando la puerta detrás de ella—. Y tal vez alguien que te saque de esa depresión matutina de Sam Smith

—No estoy en depresión —digo, riendo—. Solo estaba... pensando.

—Pensando, claro —dice, levantando una ceja mientras mira a su alrededor—. Veo que Mapi también se ha convertido en una fan de Sam Smith.

—Ella se acomoda a lo que yo ponga —respondo, encogiéndome de hombros.

—Entonces, ¿me vas a dar un abrazo o qué? —dice Sadie, abriendo los brazos.

Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora