Decisiones de Moda

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SADIE

Al día siguiente, me despierto con los primeros rayos de sol que se cuelan por las cortinas. Lucy duerme profundamente a mi lado, y por un momento me quedo observándola, admirando su rostro sereno y su espalda desnuda mientras descansa. Me siento agradecida por tenerla a mi lado, y una sensación de paz me invade.

Con cuidado, me deslizo fuera de la cama para no despertarla. Decido preparar el desayuno para cuando despierte. Mientras me dirijo a la cocina, escucho ruidos provenientes del baño. Al acercarme, me encuentro con Emilia, quien parece estar vomitando.

—Emilia, ¿estás bien? —pregunto con preocupación, acercándome a ella.

Ella se endereza y se limpia la boca con un pañuelo, tratando de ocultar su malestar.

—Sí, estoy bien. Solo fue un momento de náuseas —responde, forzando una sonrisa.

Me acerco a ella y la abrazo con cariño, sintiendo cómo tiembla ligeramente. Odio el contacto físico , pero amo darlo , es raro , pero eso me pasa con las personas a las que quiero.

—¿Estás segura de que estás bien? No deberías estar pasando por esto sola —le digo, preocupada por su bienestar.

Ella suspira y baja la mirada, evitando mi mirada directa.

—Hay algo que necesito decirte, Sadie. No me he hecho el test de embarazo aún —confiesa, con la voz llena de angustia.

Mi corazón se acelera ante sus palabras, y siento un nudo en el estómago. No puedo evitar preocuparme por ella y por la situación en la que se encuentra.

—¿Por qué no lo has hecho aún? —pregunto, tratando de controlar mi preocupación.

Ella se encoge de hombros y desvía la mirada, incapaz de enfrentarse a mis ojos.

—Tengo miedo, Sadie. Miedo de lo que pueda revelar el resultado, de lo que eso signifique para mi vida —confiesa, con la voz entrecortada por la emoción.

Me siento a su lado y la abrazo con fuerza, sintiendo el peso de su preocupación sobre mis hombros.

—Estoy aquí para ti, Emilia. Si decides hacerte el test, estaré a tu lado pase lo que pase. No estás sola en esto —le digo, tratando de reconfortarla.

Ella asiente con gratitud y se aferra a mí, buscando consuelo en mi abrazo. Nos quedamos juntas en silencio por un momento.

—Se lo tengo que decir a David, aunque no quiera —murmuró Emilia mientras el aroma del café recién hecho inundaba la cocina.

—Por cierto, ¿ya me dirás qué está pasando con Vanessa? —pregunté, curiosa por la reciente amistad entre Vanessa y ella. Emilia se encogió de hombros con expresión pensativa.

—Solo la pasamos bien juntas —suspiró, con una sonrisa sugerente bailando en sus labios.

—¿A qué te refieres con "bien"? —inquirí, arqueando una ceja con diversión. Emilia sonrió.

—Pues de la misma manera que la pasan bien Lucy y tú —contestó, y solté una carcajada.

—No veo que tengan una moto —bromeé, y su risa se unió a la mía mientras continuábamos con los preparativos del desayuno. El sonido de los huevos batidos y el café recién hecho llenaba el espacio, creando una atmósfera cómoda y familiar.

—Lo sé, pero en serio Vanessa es muy buena, tú también lo eres —comentó Emilia, su tono reflejando una mezcla de gratitud y cariño. —Solo espero que lo que sea que hagan, lo hagan bien y que no se lastimen. Tú eres mi alma gemela no romántica y ella mi mejor amiga de la universidad. Ambas sabemos que las relaciones entre conocidas pueden ser complicadas.

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