Luces y Recuerdos

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Sadie

Oh, Navidad, dulce Navidad. La época en la que Friends está en la televisión todos los días, Mi pobre angelito también, y hay dulces gratis en los supermercados. Es el mes en el que mi madre comienza a estresarme porque es diciembre y faltan días para la Nochebuena, y tendría que vestirme bien y "portarme como una dama".

Wow, sería la primera Navidad en la que no tendría que lidiar con eso. Qué hermosa noticia, la verdad. Aunque, si me pongo a sobrepensar, también sería la primera Navidad sin mi abuela. No recibiría su llamada a las 12. Quizás no todas las victorias se sentían tan dulces.

Por ahora, no sabíamos si pasaríamos Navidad en Londres buscando un departamento o si nos quedaríamos en casa, un poco tristes por no ganar la beca. Cualquiera de las opciones parecía razonable en este punto.

—Quiero un arbolito de Navidad —dice Lucy de repente, mientras ambas limpiamos la casa.

—¿Un arbolito? ¿Para qué? No vamos a pasar aquí —le sonrío, tratando de mostrarle el lado positivo.

—Necesito hacer algo mientras esperamos esa carta, además no he tenido uno desde el 2019. Ya casi es 2025 —responde, haciendo un puchero que la hace ver adorable.

—¿De verdad quieres un arbolito? —pregunto, medio riendo, sin poder resistir el gesto infantil.

Lucy asiente con una sonrisa que ilumina todo el cuarto.

—Igual volveremos para fin de año. Sería triste volver y no ver decorada la casa. Solo nos iremos por una semana —agrega, intentando venderme la idea mientras se pone en puntillas como si tuviera el argumento perfecto.

—Sabes lo llenos que deben estar los centros comerciales en estas fechas, ¿verdad? —la miro, levantando una ceja.

—Pero amor... —me responde, haciendo otro puchero más dramático.

—No soy tan fácil de convencer, créeme —agarro un trapo y empiezo a limpiar mis libros. Si hubo algo que realmente valió la pena sacar de la casa de mi madre, fueron mis libros. Dejé ropa, pero ellos son lo más importante.

—¿No quieres mejor que veamos Rápidos y furiosos? —le sugiero, mientras paso el trapo por las cubiertas.

Lucy se cruza de brazos y niega con la cabeza, pero con una sonrisa en los labios.

—Quizás podríamos ir, comprar algo para comer, cocinar juntas y luego ver las ocho películas este fin de semana —dice, acercándose por detrás para masajearme los hombros suavemente, haciendo que mi resistencia flaquee un poco más.

—No sé, Lu, odio salir de casa en estas fechas —respondo, soltando un suspiro.

—Por favor, amor. Solo será un rato. Te prometo que te recompensaré —su voz tiene ese tono juguetón que me hace sonreír.

Me doy la vuelta para mirarla, cruzando los brazos frente a mi pecho.

—Desde que te conocí, he tenido que aprender a salir de mi zona de confort —digo, sonriendo mientras recuerdo las veces que he cedido ante sus ocurrencias.

—Pero te hace bien, ¿o no? —me responde, sonriendo de oreja a oreja.

Yo me río y asiento, dándole la razón, aunque a regañadientes.

—La psicóloga dijo que lo más recomendable era eso, ¿no? —agrega, mientras me rodea con sus brazos.

—Sí, pero no todas las veces —ambas reímos, y me giro para mirarla más de cerca.

Lucy me mira con esos ojos brillantes y, antes de que pueda decir más, se acerca y me besa suavemente en los labios.

—Por favor, quiero un arbolito —susurra, con su frente tocando la mía.

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