SADIE
Estaba pasando mi tiempo en Instagram, observando a parejas felices subir fotos juntas, de viaje, tomando café en diferentes lugares. No pude evitar sentir envidia al darme cuenta de que apenas podía subir fotos de las cosas que solía hacer con mi novia. Revisé las fotos de mi galería, sintiéndome triste y frustrada por no estar a su lado. En ese momento, lo único que deseaba era estar en mi cama escuchando música mientras repasaba fotos antiguas.
Quizás era hora de subir algo relacionado con nuestro viaje. Recordé algunas fotos hermosas, como aquella en la que todos estábamos juntos en el bar el día que Lucy cantó. En esa foto, capturaron el momento en que la miraba a Lucy, reconociendo que la teoría de que la mirada nunca miente era cierta. También recordé una foto de Mapi cuando era una pequeña gatita, durmiendo en mi pecho. Fue del día en que la rescatamos. Destacaban los ojos de ella y los míos bajo el sol. Quizás Lucy no mentía cuando decía que nuestros ojos eran casi iguales. Otra foto que recordaba era la de los chicos mientras estábamos rodando en el tour. Esas tomas eran de mis favoritas, y mi profesora quedó encantada con nuestro proyecto, como era de esperarse, ya que mi grupo era el mejor.
Las semanas pasaban volando, y faltaban literalmente días para el cumpleaños de Vanessa. Nos encontrábamos en el supermercado, agarrando las cosas necesarias para su celebración. Siendo foránea, no tenía problema con invitar personas, así que estábamos llenando el carrito de bebidas y chucherías para picar. Vanessa solo había invitado a amigos conocidos y uno que otro compañero de la universidad, ya que sería una fiesta pequeña. Sin embargo, ya tenía ganas de irme a mi casa.
—Vanessa, por favor, estoy cansada —suplicé, consciente de que prácticamente actuaba como su chofer personal.
Ella negó con la cabeza. Aunque tenía un carro propio, prefería que yo condujera.
—Créeme, me lo agradecerás. Sé paciente por favor, además, aún faltan algunas cosas —dijo mientras revisaba su celular.
Últimamente estaba muy de mal humor. Creía que mi período estaba por llegar, aunque estaba segura de que era porque Lucy no me respondía desde hace una semana. Estaba segura de que era por su maldito manager.
Flashback
Recordé una llamada reciente con Lucy, donde compartimos momentos tiernos y risas. Sin embargo, el ambiente cambió repentinamente cuando el manager de Lucy intervino.
—No puedo aceptar homosexuales. Esta es una empresa familiar, católica —declaró el manager antes de que la conexión se perdiera.
De regreso al presente, me encontraba abrumada por la preocupación. ¿Qué le había sucedido a Lucy? La posibilidad de que estuviera sin hogar o en peligro me angustiaba. Además, la falta de comunicación durante una semana me resultaba insoportable.
—¿Me estás escuchando, Sadie? —escuché la voz de Emilia llegando a nuestro lado.
—Sí, claro —respondí con un bufido, tratando de mantener la compostura mientras seguía guiando el carro por los pasillos del centro comercial.
—Vamos, Sadie, no estés de mal humor —dijo Vanessa, intentando abrazarme. Sin embargo, el contacto físico no era algo que toleraba bien, y ella lo sabía.
—No me molesten más, por favor —me alejé de ellas mientras escuchaba sus risas. A veces, su energía era demasiado para mí, y no sabía cómo manejarlo. No sé en qué momento se me ocurrió juntarlas a las dos. Seguí avanzando sola.
Al doblar la esquina del pasillo, mis ojos se encontraron con una figura familiar parada frente a los detergentes. Mis latidos se aceleraron al instante, y sentí un cosquilleo en el estómago al darme cuenta de quién era.
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Nuestro Secreto
RomantiekEn un viaje por obligación, Sadie, atrapada en un mundo de expectativas parentales, y Lucy, luchando por perseguir sus sueños en solitario, se cruzan en un hotel de Cuenca. A medida que su conexión se intensifica, se enfrentan al dilema de separarse...