LUCY
—¡Wow, esa moto es tuya, Lucy? —preguntó Alex, impresionado mientras salíamos de la casa —. ¡Es increíble!
—Sí—respondí con una sonrisa.
—¡Es hermosa! —exclamó Esteban, acercándose para observarla más de cerca—. Siempre quise tener una.
—¿Nos darías una vuelta algún día? —preguntó Valeria, emocionada.
—Claro, cuando quieran —respondí, riendo.
—Bueno, chicos, al auto —dijo Alex, haciendo un gesto hacia su coche—. Vamos a la casa.
Los cinco primos se subieron al auto de Alex mientras Sadie y yo nos preparábamos para seguirlos en la moto. Me puse el casco y le ofrecí el otro a Sadie.
—Lista? —le pregunté, ayudándola a ajustarlo.
—Lista —respondió ella, subiendo a la moto detrás de mí.
Encendí el motor y nos pusimos en marcha, siguiendo de cerca al auto de Alex. Mientras rodábamos por las calles, Sadie me abrazaba con fuerza, su cuerpo pegado al mío. La sensación del viento y la velocidad era liberadora, y aprovechamos el tiempo para conversar sobre la reunión.
—¿Qué te pareció mi familia paterna? —me preguntó Sadie, levantando un poco la voz para que pudiera escucharla sobre el ruido del motor.
—Me encantaron —respondí—. Son divertidos y se nota que se quieren mucho.
—Sí, son geniales —dijo ella, apoyando su cabeza en mi hombro por un momento—. A veces los extraño mucho. No siempre puedo verlos por... bueno, ya sabes.
—Lo sé, amor —respondí, apretando un poco más su mano.
Seguimos a Alex hasta llegar a su casa, donde todos nos esperaban en la entrada. Aparqué la moto y bajamos, saludando a los primos de Sadie que ya habían llegado.
Nos acomodamos en la sala, cada uno tomando un lugar cómodo mientras Alex se dirigía a la cocina. Regresó con una bandeja llena de cervezas y las repartió entre todos.
—¿Una cerveza, prima? —preguntó Alex, ofreciéndole una lata a Sadie.
—No, gracias —dijo Sadie, negando con la cabeza.
Sus primos comenzaron a burlarse inmediatamente.
—Como siempre, la princesita nunca toma nada —dijo Esteban, riendo.
—¿Qué, no vas a tomar ni una cervecita? —se burló Valeria, levantando su lata—. Vamos, prima, ¡relájate un poco!
Sadie rodó los ojos y sonrió, pero se mantuvo firme.
—Yo estoy bien así —dijo, cruzando los brazos.
Alex se volvió hacia mí, levantando una ceja.
—¿Y tú, Lucy? ¿Vas a ser aburrida como mi prima, o tomarás algo?
Sonreí y levanté las manos en un gesto de disculpa.
—No puedo, chicos. Estoy manejando de regreso, así que mejor me mantengo sobria.
Hubo algunos murmullos de desaprobación juguetona, pero al final, aceptaron mi respuesta.
—Bueno, al menos una de nosotras sabe mantener el control —dijo Sadie, riendo mientras me abrazaba.
La noche continuó, y aunque hubo algunas bromas sobre la sobriedad de Sadie y yo, el ambiente se mantuvo ligero y lleno de risas. A pesar de las bebidas, todos se mantenían en buen ánimo, contando historias y compartiendo recuerdos.
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Nuestro Secreto
RomanceEn un viaje por obligación, Sadie, atrapada en un mundo de expectativas parentales, y Lucy, luchando por perseguir sus sueños en solitario, se cruzan en un hotel de Cuenca. A medida que su conexión se intensifica, se enfrentan al dilema de separarse...