Tijeras

9 0 0
                                    

Lucy

El primer rayo de sol se cuela por las cortinas, y poco a poco me despierto, aún medio adormilada. Siento el peso familiar de Sadie a mi lado, su respiración suave y tranquila. Sonrío para mí misma mientras me estiro lentamente, tratando de no despertarla. Me giro hacia ella, observando su rostro relajado, y algo dentro de mí se siente increíblemente afortunada.

Decido levantarme con cuidado, pero antes, me inclino para besar suavemente su frente. Salgo de la cama y voy hacia la cocina, con el propósito de preparar café. Mientras espero que la cafetera haga su magia, agarro mi teléfono para revisar algunos mensajes y me encuentro con una notificación que me deja sorprendida.

Sadie ha publicado algo en Instagram.

Al abrir el post, veo el compilado de fotos. Fotos de nosotras, de momentos íntimos, momentos nuestros que ella nunca había querido compartir con el mundo. Hay una mezcla de ternura y orgullo en mi pecho mientras leo lo que ha escrito:

Han sido meses caóticos, de incertidumbre, pero llenos de amor. Gracias por ser mi refugio en la tormenta.

Me quedo mirando la pantalla, procesando lo que estoy viendo. Sadie, siempre tan reservada, tan cuidadosa con lo que muestra a los demás, ha decidido hacer público todo esto. No sé qué pensar al principio, pero siento que mi corazón se acelera, una calidez que no puedo evitar.

—Sadie... —susurro para mí misma, con una sonrisa que no puedo contener.

Me giro hacia la cafetera justo cuando termina de hacer el café. Llena de pensamientos, sirvo dos tazas y camino de vuelta a la habitación. Cuando llego, Sadie ya está despierta, sentada en la cama, revisando su teléfono. Me mira de reojo mientras me acerco, y noto un destello de nerviosismo en su mirada.

—¿Viste lo que subí? —pregunta, su voz baja pero clara.

—Lo vi —le digo, sentándome a su lado y dándole una de las tazas—. No lo esperaba, pero me encantó.

Sadie toma un sorbo de café, y puedo notar cómo sus hombros se relajan un poco. Sonríe de lado, pero no me mira directamente.

—No sé qué me pasó. Estaba pensando mucho anoche y... me di cuenta de que ya no quiero esconder lo que siento. Lo que sentimos.

Asiento, comprendiendo lo que está diciendo. Sé que para ella no ha sido fácil todo este tiempo, luchar con la idea de mostrarse tan vulnerable frente a los demás.

—Lo entiendo —le digo, tomando su mano con suavidad—. No tienes que justificarlo, Sadie. Estoy orgullosa de ti por hacerlo. Y no por mí, sino por ti misma.

Ella finalmente me mira, y noto que sus ojos brillan con una mezcla de alivio y gratitud. Siempre ha sido fuerte, pero esto es algo que sé que le ha costado.

—Temía que fuera demasiado —dice, jugando con la orilla de su taza—. Que... no sé, quizás no estabas lista para que todos lo supieran de esta manera.

Sonrío y me acerco más, rozando su rodilla con la mía.

—Siempre he estado lista para que el mundo lo sepa, pero lo más importante era que tú lo estuvieras. No importa lo que los demás digan. Esto es nuestro, y si estás bien con compartirlo, yo también lo estoy.

Sadie suelta una pequeña risa, algo entre alivio y nerviosismo, y me da un pequeño empujón en el hombro con su mano.

—¿Siempre tienes que ser tan perfecta?

—Solo contigo, rubia —respondo con una sonrisa mientras le doy un rápido beso en la mejilla.

Nos quedamos en silencio un rato, disfrutando del café y de la comodidad de la mañana. No hay prisas, no hay presión. Solo estamos nosotras dos, como siempre ha sido, pero ahora con la tranquilidad de que ya no hay nada que esconder.

Nuestro SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora