Hasta Pronto

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LUCY

El sol se filtraba tenuemente por las cortinas entreabiertas de la habitación, pintando un suave resplandor dorado sobre los muebles. Lucy y Sadie yacían abrazadas en la cama, disfrutando de la tranquilidad de la mañana después de la tormenta. El suave murmullo de la ciudad comenzaba a filtrarse por la ventana, mezclándose con el silencio reconfortante del apartamento.

—¿Cómo te sientes esta mañana? —preguntó Lucy, acariciando con ternura el cabello de Sadie.

Sadie se estiró perezosamente y bostezó antes de responder.

—Me siento mucho mejor. Aunque no puedo decir lo mismo de mi peinado después de dormir con este parche en la cabeza.

Lucy sonrió, disfrutando de la ligereza en el ambiente después de la tensión de los últimos días. A pesar de las circunstancias, se sentía feliz de tener a Sadie a su lado, a salvo y recuperándose.


—Buenos días —saludo con una sonrisa, pero no obtengo respuesta. Sadie esconde su cabeza en mi cuello, abrazándome con fuerza por la cintura. Siento el roce suave de sus labios dejando un beso en el pequeño rasguño de mi cuello.

—No quiero irme —susurra, apretándome entre sus brazos.

—Entonces quédate conmigo —le respondo, deseando que el momento pudiera prolongarse infinitamente.

—Si quiero volver a verte, tengo que darle la cara a mis padres. Esos señores son capaces de venir aquí, romper la puerta y llevarme de los pelos para encadenarme a las ventanas de mi casa —comenta Sadie, con una mezcla de humor y resignación.

Sonrío ante sus ocurrencias, mientras se separa un poco de mí para revisar su celular. Observo cómo niega cuando le pregunto si le duele la cabeza. Acomodo con cuidado la venda alrededor de su cabeza, revelando el corte. Me estremezco al pensar en lo cerca que estuvo de ser algo mucho más serio, pero me reconforta ver que todo parece estar bien. Aun así, tendrá que ir a quitarse los puntos, aunque pueda ocultarlos bajo su cabello.

—Quiero hacer de todo contigo, antes de irme —dice, acomodando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—No puedes. El doctor dijo 100% reposo, nada de manejar, nada de fuerza, nada de sobreesfuerzo físico —le recuerdo, preocupada por su bienestar.

Sadie bufa y se acomoda a mi lado, mirando el techo. Me acerco a ella y reposo mi cabeza sobre su pecho, permitiendo que sus brazos me rodeen.

—Ni un dedito —bromea haciendo que riamos al unísono, pero pronto sus labios recorren mi pecho, luego mi cuello y finalmente mis labios, con un ritmo lento y apasionado.

—Respetaaaa, el doctor dijo que no —exclamo, riendo mientras aparta sus manos rápidamente.

—¿Y una duchita? —me mira con un puchero adorable, y no puedo resistirme a su encanto. Le devuelvo la sonrisa y la ayudo a levantarse lentamente.

—Vamos, pero debes tener cuidado —le advierto, consciente de las restricciones médicas.

Sadie asiente con determinación y una chispa traviesa en los ojos, y juntas nos dirigimos hacia el baño para comenzar nuestro último día juntas.

***


Después de la ducha, nos vestimos con calma, disfrutando de cada momento juntas. Sadie parece más animada, y su sonrisa ilumina la habitación mientras se prepara para el día.

De repente, un golpe suave en la puerta interrumpió nuestro momento. Segundos después vimos a Emilia y Vanessa asomando sus cabezas.

—¿Podemos pasar? —preguntó Emilia con una sonrisa.

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