SADIE
Me despierto con el sonido insistente de mi celular. Tres llamadas perdidas de mi madre. Supongo que ya es hora de contestar. Miro a mi novia, aún dormida a mi lado; esta mujer podría dormir durante un ataque alienígena y ni se enteraría.
Nos dormimos toda la tarde, y ya deberíamos volver al hospital para asegurarnos de que todo esté bien. Con un suspiro, marco el número de mi madre. No tarda en contestar.
—¿Dónde diablos estás? —exclama ella, su tono de voz dejándome claro que está más que molesta.
—Hola, mamá. Estoy en el departamento de Vanessa —respondo, tratando de mantener la calma— Estábamos en el hospital, Emilia tuvo al bebé.
—¿Otra vez con esas chicas? Te dije que no quería que te juntaras con ellas. Y deberías haber vuelto hace dos días —dice, su voz llena de desaprobación—sabes como son las reglas en mi casa.
—Lo sé, mamá. Pero son mis amigas y me necesitaban. Emilia me necesitaba. No podía dejarla en un momento así —intento explicarle, aunque sé que es en vano.
—Siempre tienes una excusa para todo—responde, su tono helado—tomo enserio tu vida, rodéate de gente que te aporte, no que te alejen.
Miro a Lucy, que aún duerme tranquilamente abrazada a mí, y siento una oleada de frustración en mi pecho, tengo ganas de decirle muchas cosas a mi madre, pero respira Sadie, ya queda poco.
—Estoy tomando en serio mi vida, mamá. Y parte de eso es estar con la gente que me importa. Emilia, Vanessa y Lucy son importantes para mí —susurro—Ahora tengo que volver al hospital, hablamos en un rato.
—¿Y cuándo piensas volver a casa? —pregunta ella, claramente irritada.
—Volveré cuando esté segura de que todo está bien con Emilia y el bebé —respondo, ya cansada de la misma discusión.
—Haz lo que quieras, Sadie. Pero no esperes que esté feliz cuando decidas regresar —dice, y cuelga sin esperar mi respuesta.
Cierro los ojos por un momento, tratando de controlar las emociones que se agitan dentro de mí. Luego, acaricio suavemente el cabello de Lucy, permitiéndome soltar algunas lágrimas por algunos segundos. Nunca acostumbro a hacerlo, pero escondo mi rostro en su cabello, recordando lo tranquila que me siento a su lado.
Me quedo así por un momento, dejando que la tranquilidad de Lucy me envuelva. Sus suaves respiraciones y el calor de su cuerpo me calman, y poco a poco.Finalmente, me aparto un poco y le doy un beso en la frente. Es hora de volver al hospital.
Me levanto con cuidado para no despertarla y me dirijo a la cocina para preparar un café rápido para todas. Mientras espero a que se haga, escucho a Vanessa moverse en el sofá.
—¿Qué hora es? —pregunta, su voz aún adormilada.
—Es tarde. Deberíamos volver al hospital —respondo, sirviendo dos tazas de café.
Vanessa se estira y se sienta, mirando alrededor como si tratara de ubicarse. —Sí, tienes razón. ¿Todo bien?
—Si... Pero mi madre... —sacudo la cabeza, no queriendo profundizar en eso, son días felices no dejare que mi madre los amargue—No importa. Vamos.
Lucy empieza a moverse también, despertando lentamente. Me sonríe somnolienta desde el sofá y me espera con sus brazos abiertos. Esa sonrisa adormilada me vuelve loca. Me acerco y me acurruco entre sus brazos, sintiendo su calor y su amor envolviéndome.
—¿Qué hora es?
—Es tarde. Ya es hora de regresar al hospital para ver cómo están Emilia y Oliver.
ESTÁS LEYENDO
Nuestro Secreto
RomanceEn un viaje por obligación, Sadie, atrapada en un mundo de expectativas parentales, y Lucy, luchando por perseguir sus sueños en solitario, se cruzan en un hotel de Cuenca. A medida que su conexión se intensifica, se enfrentan al dilema de separarse...