Lucy
Cuando llegamos, el hotel era aún más impresionante de lo que recordaba. Sus pasillos estaban decorados con elegancia, y la luz del sol entraba por las grandes ventanas. Decidimos ducharnos juntas antes de que comenzara todo.
En el baño, llenamos la bañera con agua caliente y burbujas, riéndonos y bromeando mientras nos quitábamos la arena de la playa. Al final, optamos por ducharnos, y la pequeña cabina se convirtió en nuestro refugio privado.
Mientras el agua caía, el vapor llenaba el espacio y la música suave de fondo nos envolvía. Me giré hacia Sadie y la vi, su cabello mojado caía sobre su rostro, y por un momento, el mundo exterior desapareció.
—Eres hermosa —dije, sintiendo un impulso irrefrenable de acercarme más a ella.
Sadie sonrió, sus ojos brillando con complicidad. Con un movimiento suave, me acerqué, y nuestros cuerpos se encontraron en el espejo empañado. Pude ver reflejadas nuestras sonrisas, nuestras miradas llenas de amor.
—¿Sabes? A veces me pregunto cómo es posible que sea tan afortunada—dijo Sadie, acariciando mi brazo con sus dedos húmedos.
—Yo te gano—respondí, sintiendo una oleada de confianza.
Ella se acercó un poco más, el calor entre nosotras era palpable. Me puse de puntillas y la besé suavemente, sintiendo cómo el mundo se desvanecía aún más a nuestro alrededor. En ese instante, no había presión familiar, ni expectativas que cumplir. Solo éramos nosotras, aquí y ahora.
—Quiero recordar este momento —dijo Sadie, rompiendo el beso, su frente apoyada en la mía—. Cada vez que mire hacia atrás en nuestras vidas, quiero recordar cómo nos sentimos libres y felices.
—Yo también —respondí, sintiendo que el nudo en mi pecho se aflojaba un poco más.
Nos separamos para terminar de ducharnos, pero el ambiente seguía cargado con esa chispa que no nos dejaba alejarnos mucho tiempo. Mientras me ponía el vestido, mis ojos se desviaron hacia su espalda. La piel, antes marcada, ahora estaba limpia, libre de cicatrices. Me invadió una mezcla de alivio y amor.
—Siento que esto me queda muy pequeño —dijo ella, intentando ajustar el vestido verde que mi madre nos había dejado. El color contrastaba con su cabello, y hacía brillar sus ojos de una forma que me dejaba sin palabras.
—Te ves preciosa —le dije, acercándome por detrás—, serás la más guapa de esta noche.
—Lo dudo, porque tú estarás ahí —respondió, girándose para besarme. Justo en ese momento, un fuerte golpe en la puerta nos hizo separarnos, riéndonos por la interrupción.
—Bueno, parece que ya es la hora —dijo ella sonriendo, mientras seguía ajustándose frente al espejo.
Me acerqué para abrir la puerta, y allí estaba Melissa, con Emily dormida en sus brazos.
—Espero no interrumpir nada. Me dijeron que aquí nos maquillarían —dijo Melissa con una sonrisa de disculpa.
—No te preocupes, pasa —le respondí, dejándola entrar mientras le echaba un vistazo a la pequeña Emily. Melissa acomodó a la bebé en la cama del hotel.
—Louis se fue a fumar —añadió casualmente, mientras se quitaba la chaqueta.
—¿Desde cuándo fuma mi hermano? —pregunté, frunciendo el ceño.
—Es algo reciente —respondió ella con un suspiro—. No me gusta, pero parece que le ayuda con la ansiedad.
Asentí, aunque la preocupación seguía rondándome la cabeza. Antes de que pudiera preguntar más, Melissa cambió de tema.
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Nuestro Secreto
RomanceEn un viaje por obligación, Sadie, atrapada en un mundo de expectativas parentales, y Lucy, luchando por perseguir sus sueños en solitario, se cruzan en un hotel de Cuenca. A medida que su conexión se intensifica, se enfrentan al dilema de separarse...