—Se que me trajeron como traductor, pero les recuerdo que mi español está muy oxidado— Les recordé.— ¿Si a querer o no le va a quererle? — Me preguntó el hombre. — ¿Cuánto vale cada uno? — Respondí. —Le doy cinco por cuatro— Increíblemente entendía perfectamente.
Compramos y empezamos a caminar. —Mi madre me obliga a hablar en español cada que me llama, de no ser por ella se la habría olvidado todo— Les dije en coreano.
—Pensaba que el español era más romántico… — Se le veía decepcionada a Dahyun, principalmente porque ese español era demasiado rápido y agudo.
—Ciudad de México tiene ese acento, España es el que piensas— Le aclaré. —Conoces de acentos en español entonces— Se me acercó Nayeon. —Mi madre me recomienda series en español, muchas son de España— Le aclaré.
—Por suerte no vino ninguna japonesa, ya sería mucho para mi cerebro pensar en japonés también— Pensé ante la situación.
—No lo había pensado, pero ya eres más coreano que de donde naciste— Me dio un empujón Jihyo.
—Siempre se los digo pero por como no soy asiático no lo piensan— Me defendí.
— ¿En Corea nos explicas los acentos? — Preguntó Dahyun, asintiendo yo. —Solo tengo que ver algunos videos y me los aprendo, es lo mismo con Lily y Somi, tienen acentos distintos— Seguíamos caminando, siguiendo las instrucciones de no ir a sitios que no haya investigado.
— ¿No decía Somi que tu acento inglés es raro? — Recordó Nayeon, confirmando eso yo. —Mi español y coreano hacen que cualquier otro idioma suene raro en mi— Expliqué.
Faltaba poco para llegar finalmente a la plaza más grande del continente.
Pero tal cual pasó en Shibuya hacía quizá un año ya, una multitud estaba en medio, y no éramos precisamente los mejores para estar unidos.
— ¿Y las demás? — Cuestioné al solo ver a Dahyun. —Creo que se perdieron— Miró hacia atrás, no estando ellas.
Saqué mi celular, enviándoles en el grupo que teníamos que nos veríamos en la bandera gigante, confirmando qué estaban bien.
— ¿Tienes sed? — Pregunté, al ver una maquina de las que exprimía caña de azúcar, asintiendo.
—Dos vasos por favor— Pedí a la mujer de avanzada edad. —Pensaba que eras alemán o europeo— Río al verme y se levantó a hacer los vasos.
—Soy más coreano que latino, pero nací por aquí— Aclaré, riendo por la confusión. — ¿Ella es tu novia? — Nos miró mientras metía las cañas, reí pero con algo de vergüenza. —No pero eso quisiera yo— Le aclaré.
– ¿Y por qué no se lo dices? — Empezó a girar una palanca. —Son cosas muy complicadas de mi vida, le caigo bien pero quizá me odie si se lo digo— Especifiqué.
—La vida es muy corta para arrepentimientos, mejor quedate con la culpa que con las ganas— Repitió aquel refrán que tanto decía mi madre.
—Eres un niño lindo— Me dijo, pasando a ver a Dahyun ahora. —No puedo verla bien por el sombrero y el tapabocas, pero te aseguro que estaría encantada de tener a alguien como tú— Me alagó.
— ¿Sabe algo? — Miré discretamente a Dahyun, viéndonos a ambos hablar. —Me dijo hace unos años que yo le gustaba de hecho— Sonreí diciendo eso.
— ¿Y qué esperas entonces? — Me dió un vaso, el cual se lo di a Dahyun. — ¿Usted estaría con un demonio? — Pregunté. Dejandola pensativa.
—Si es tan lindo como tú, si— Me sorprendió. —Hay demonios que destruirían el mundo si aman a alguien— Me dió el segundo vaso.
—Al final todos los demonios fueron ángeles alguna vez— Finalizó diciendo eso, dejándome pensativo.
Después de pagar y retomar nuestro trayecto, Dahyun buscaba un momento para hablar. — ¿De qué hablaron tanto? — Cuestionó. —De que no parecía de por aquí, después le hablé de que soy más coreano realmente— Expliqué.
—No te suelo ver sonreir tanto… — Sospechó. —Las personas mayores siempre son las que mejor conversación dan— Alcé los hombros. —Y esa señora tenía mucha sabiduría, quizá siga algunos consejos que me dio— Revelé, viendo a lo lejos a las otras.
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Sombra - Dahyun & Tú.
Fiksi PenggemarUn títere, cientos de cuerdas, un actor perfecto, purgado de toda culpa, decenas de corazones rotos. Todo frente al espejo de la redención y un par de simples puertas hacia la sinceridad.